"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Saturday, April 07, 2007


Meditando en el camino a la perfección
Francisco de la Fuente V.

En estos días de meditación para la cristiandad y del mundo de los que creen he vuelto a tomar la lectura de la “Alquimia de la perfecta felicidad” del maestro Ibn al-Arabi, texto espiritual que es parte del Libro de las Iluminaciones de la Meca, el cual permite acercarse al camino de la búsqueda de la perfección; dada por Dios a los hombres, como fuente única de vida y conocimiento.

Además debo considerar que en esta misma semana también me reencontré con la Divina Comedia del Dante, producto de una conferencia denominada "Meditando con la Divina Comedia", dictada con el fin de dar elementos que ayuden al retiro espiritual en estos días tan especiales. Ciertamente la obra dantesca fue una elección adecuada, porque ella fuera de otros sentidos; que los tiene, nos muestra un aspecto moral y que debe descubrirse por el lector por sobre su sentido literal. Compartamos también su sentido anagógico que nos insta a encontrar una respuesta a la esperanza y fe en la vida eterna de las almas.

Dante es en principio un hombre pecador que guiado por su razón; representada por Virgilio, inicia su camino de conversión, para luego recibir la revelación representada por Beatriz. En su paso por el infierno considera los vicios humanos, los que comienza a enmendar en su travesía del purgatorio, con el fin de ser transportado a un estado de inocencia bautismal, y así acompañado por María y San Bernardo de Claraval podrá encontrar el derrotero celestial que le permita enfrentar en el paraíso los misterios de la divinidad.

Es de esta manera como el Dante nos muestra su situación humana que a sus 35 años en la mitad del camino de su vida, lo enfrenta al inicio de la Divina Comedia con el verso que sigue: “Nel mezzo del cammin, di nostra vita, mi ritrovai per una selva oscura, ché la dirritta via era smarrita”. Esto nos motiva a repensar lo que hemos hecho, en que nos hemos convertido y que vamos hacer para encausar nuestra alma por el camino de la revelación. Este sentimiento de perfección espiritual es el que me llevo a releer los textos espirituales de Ibn al-Arabi.

El texto de Ibn al- Arabi fue escrito antes de la Divina Comedia pues este maestro vivió entre 1164 y 1240, y el Dante nació en el año 1265, lo cual hace posible que haya tomado contacto con la “Alquimia de la perfecta felicidad”, el cual narra el derrotero que hacen dos peregrinos en la búsqueda de la perfección, donde uno de ellos sigue las enseñanzas del Profeta (Adepto) y el otro opta por seguir su propio camino acompañado de su razón (Teórico).

Los peregrinos inician su viaje nocturno avanzando a través de los siete cielos donde los van cobijando y entregándoles en forma separada y mesurada los conocimientos del nivel que Dios le ha dado a cada uno de los profetas y esferas celestes que habitan el paraíso. En el primer cielo se encuentra Adán / Mercurio, en el segundo Jesús y Juan Bautista (1) / Mercurio, en el tercero José / Venus, en el cuarto Idris / el Sol, en el quinto Aarón / Marte, en el sexto Moisés / Júpiter y en el séptimo Abraham / Saturno.

En esa primera fase del viaje cada una de las esferas celeste sirve al profeta, de tal manera que el adepto se aloja en la morada del profeta, y el teórico en la de la esfera correspondiente. Una vez ubicados siempre la esfera se retira dejando sólo al teórico para reunirse en la casa del profeta con el fin de entregar integras las enseñanzas de cada cielo al adepto, debiendo el teórico esperar el regreso de la esfera para recibir una enseñanza limitada a las posibilidades de su razón, lo cual va produciendo un arrepentimiento progresivo de éste por no haber seguido el camino de su compañero de peregrinaje.

En la segunda fase donde las tradiciones son menos explícitas, solo el adepto seguirá el itinerario siendo transportado en el espíritu del Profeta desde el loto del límite hasta el umbral del trono del Misericordioso. Luego en una tercera fase de ascensión inteligible el adepto es conducido hasta la meta última de la contemplación en la teofanía.

Al oír a Ibn al- Arabi podemos darnos cuenta que las almas provienen de una misma y única esencia, recibiendo un imperativo divino que se adscribe a un cuerpo material. Sin embargo a pesar de haber sido creada a imagen y semejanza de la perfección, en su génesis se expresan sus propias esencias individuales que son desviadas por las acciones que hace o deja de hacer en su paso por la naturaleza, es decir por la vida.

Cada alma tiene la misión de gobernar su cuerpo y Dios le ha dado un guía espiritual, cada ser tiene la libertad de decidir su aceptación de si se hace su adepto o no, si asume el primer caso estará acompañado por los profetas, sino lo hace buscará el camino hacia la perfecta felicidad sin ellos. El camino hacia la salvación de las almas no es obligado, pero hay que reconocer que es el más prometedor en una vida con sentido.

En este camino de Ibn al- Arabi el adepto recibe el conocimiento para desarrollar la alquimia de la perfección, entendiendo que la alquimia es la ciencia que tiene por objeto el estudio de la proporción y la medida, impartidas a todo lo que es susceptible de contener un equilibrio y alcanzar una dimensión; tanto en los cuerpos físicos como en los metafísicos, en el orden sensible como en el orden inteligible. La alquimia es una ciencia natural, espiritual y divina que aporta una armonía permanente lo cual solidariza con los atributos de la divinidad, es decir del Único.

La sabia ponderación es la legítima directriz que el adepto no debe olvidar al aplicar la alquimia por el sendero de la perfección. En cuanto al otro que no recibe este conocimiento deberá conformarse con la aplicación de su ciencia, cuidando de considerar por una parte que todo lo que consigue el teórico, el adepto también lo obtiene, pero lo que obtiene el adepto, el teórico no lo consigue, y por otra “vivimos rodeados de milagros que demasiado a menudo, absortos en nosotros mismos, no reconocemos”(2)
(1) Jesús es el espíritu de Dios y Juan Bautista es la vida, espíritu y vida son inseparables (2) Álex Rovira

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