Esbozando una reflexión sobre lo religioso
Francisco de la Fuente V.
Por qué hemos de quedarnos con la idea de que las religiones son el opio de lo pueblos, usándola como excusa de los males que son responsabilidades de los hombres por sus propias acciones. Leyendo al conocido teólogo R. Panikkar nos aclara esto cuando nos dice “Las religiones no han de atacarse ni tienen que defenderse, porque no causan nada”, es así como ellas no son responsables de las cosas desafortunadas que hagan quienes dicen profesar sus credos. A su vez habría que considerar las afirmaciones de Wollhart Pannenberg cuando asegura que tanto en el orden práctico de la vida cotidiana como, ante todo, en la visión de la realidad desde un acercamiento científico, a ésta le parece obvio la ausencia objetiva del mundo de cualquier dimensión religiosa, en otras palabras la total prescindencia de la trascendencia humana.
Estas ideas desarrolladas por Feuerbach en la cual una fe en la existencia de un Dios Creador no forma parte de la naturaleza del ser humano, siendo la religión originada por una inadecuada comprensión de ella por el hombre, lo que da pauta para sus elucubraciones a explicaciones fantásticas a través de su intelecto. Tampoco parece aceptable desde la posesión de un creyente que la religión debiera circunscribirse a un espacio limitado de la vida humana, como lo piensa Schleiermacher cuando se refiere al concepto de una “provincia propia”. Quizás sería interesante analizar de este último teólogo su concepto de la “intuición religiosa” acudiendo al mismo Descartes cuando afirma el primado de lo infinito sobre lo finito y de aquí adentrarse en su idea de ver al hombre como un ser “abierto al mundo”.
No pretendo abogar por tal o cual religión, pues si continuamos desarrollando las ideas de R. Panikkar las religiones no necesitan que andemos por la vida defendiéndolas, ni menos atribuirse algún tipo de representación, en donde nuestro único rol con sentido es el de comportarnos como creyentes. Además me parece que las religiones no pueden tener como cara visible en su acción social un partido político, pues no son menesterosas de ello, aunque su mandato moral las comprometan en un quehacer humano socialmente responsable.
Tampoco busco acabar un tema de tal envergadura, ni adentrarme en una discusión profunda, sólo deseo reflexionar desde mis lecturas incompletas y desde esta manera dar una respuesta a ciertas interrogantes que me han planteado por mi manera de actuar frente al tema religioso y en particular sobre mi relación con el cristianismo.
Primeramente me hago un deber confesar que desde hace unos cuantos años he venido leyendo apasionadamente a Teilhard de Chardin s.j., el cual desde su pensamiento evolucionista me ha entregado una visión mística y poética de lo que se espera del quehacer religioso para las generaciones venideras. Sin ser evolucionista pienso que la búsqueda infatigable y en soledad de Teilhard de Chardin para hacer más entendible al Cristianismo, es una lectura que me permitió una entrada distinta al conocimiento de Cristo como medio divino.
Un Teilhard lleno de dudas que nunca perdió su fe en el Espíritu, teniendo como idea central que el mundo tiene una solidaridad sin límites en el que “Todo tiene que ver con todo”, donde es posible que el Sentido del Todo se encuentre enmascarado, obstaculizando el acceso de nuestro intelecto, aunque como anunció Teilhard sería más probable que la materia escapara a la gravedad que un alma a la presencia del universo.
Por otro lado para entender la problemática de la fe, es que he tenido que hacer un gran esfuerzo para desatender a Descartes, ya que somos hijos de su dualismo, lo que nos lleva a racionalizar todo desde una perspectiva que hace poco creíble la Palabra Revelada. Es así como hace un tiempo atrás consideraba importante aclarar sí realmente Jesucristo había existido y hubiera sido crucificado. No obstante, hoy veo que su existencia histórica no es una cuestión que me impida conocer y acercarme a lo divino, a partir de haber comprendido la Trinidad de Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Recordando lecturas de Tomás de Aquino me parece interesante destacar una de las razones que da para demostrar del por qué Jesucristo no dejo nada por escrito por sí mismo, lo que demuestra que Él confiaba plenamente en sus discípulos, de que sería oralmente la manera más segura de que su Palabra llegara y fuera escuchada en todos los rincones del mundo, confiándose así al Espíritu Santo. Esta demostración de confianza en una tarea tan grande que nos regala Cristo como un ejemplo que los humanos no deberíamos perder de vista, considerando que hoy más que nunca debemos remar juntos entregando confianza a quienes nos acompañan en el camino hacia Dios.
No soy un teólogo ni nada que se parezca, sólo un busquilla como lector de esto y de lo otro. Pero, tengo la intuición que la concepción de la Trinidad es una cuestión capital para lograr comprender a Cristo, y especialmente para entender su divinidad, no es posible el Padre sin el Hijo, ni el Hijo sin el Padre, que están unidos en el Espíritu Santo. Comprender a Cristo es comprender su mensaje de solidaridad, de no violencia donde todo ser humano debe ser tratado humanamente.
Para nadie es desconocido que las religiones han sido participe del odio y de la guerra, más tampoco podemos olvidar que ella han sido también fuente de reconciliación y paz, ello hace importante el diálogo propiciado entre las religiones por Hans Kung, para buscar un entendimiento a partir de la idea de una ética mundial, pues no será posible la paz si esta paz no está presente en seno de las propias iglesias, teniendo en consideración que todas ellas son depositarias del mensaje de reciprocidad: “No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”.