En los tiempos que vivimos, en que la
violencia parece no ceder sus espacios históricos a la convivencia pacífica, la
presencia de Dios pareciera haberse tornado irrelevante para muchos, ignorando
o denostando a los creyentes, que el sufrimiento humano sigue favoreciendo a
unos y a otros, no importando la fe en un ser superior.
El cuestionamiento se hace evidente ante
los últimos actos de violencia, en que la indiferencia de Dios ante ello es una
prueba de la duda razonable de su existencia, más aún cuando grupos
fundamentalistas religiosos, cometen actos que privan la vida de seres
inocentes en justificación de un mandato divino.
Ludwig Wittgenstein que por Bertrand
Russell fue considerado el ejemplo perfecto de un genio, vivió esta disyuntiva
aún siendo un filósofo que tenía el convencimiento de que la fe era un bien
necesario para alcanzar la felicidad, aunque siempre se resistió a que para
ello hubiera la necesidad de renegar de la razón.[1]
Me pregunto si el uso de nuestra razón
justifica; especialmente para quienes hemos tenido los espacios para
reflexionar, desde una plataforma técnica o profesional, de la cual
vanidosamente podemos echar mano para cerrar las puertas a un sentido
trascendente en nosotros de la preexistencia de Dios. Mi respuesta respetuosa
de quienes decidan lo contrario es: No.
Acaso la proclamación vulgarizada de
Friedrich Nietzsche de la muerte de Dios, nos ha dado la conformidad de sentido
existencial. Además, de recordar la conocida frase de Max Horkheimer: “El
intento de salvar un sentido incondicionado al margen de Dios, es vano”.[2]
En época en que el Papa Francisco nos ha
convocado a un año jubilar que ha llamado de la Misericordia,[3]
me parece oportuno recordar las palabras de Inmanuel Kant en que nos señala que
la dignidad humana se sostiene en la existencia de un Dios misericordioso, que
nos socorre espiritualmente para
afrontar las dificultades de estos días.[4]
Por cierto que afirmar esto no tiene la intencionalidad de aportar una
prueba de la existencia de Dios, más bien es un aliento esperanzador que
alimenta nuestra fe en el crecimiento y encuentro de sentido de lo humano que
hay en nosotros.
En estos días de recogimiento religioso del mundo
cristiano, estimo que se abren nuevamente las puertas para reflexionar y por
sobre todo reiniciar la búsqueda; más allá de la pregunta de la existencia de Dios, dándonos cuenta desde el reconocimiento del otro,[5]
que más bien debemos encontrar ese camino de esperanza de un Dios “rico en
misericordia”[6],, pues
solo un Dios Clemente y Misericordioso puede ser un anuncio de consuelo
constructivo para los tiempos que hoy vivimos.
[1] Jareño A., Joaquín. La tumba del filósofo. Devenir. XIV Premio de
Ensayo Miguel Unamuno 2012. España
[2] Horkheimer, Max. Anhelo de Justicia. Teoría crítica y religión.
Edit. Sánchez, Trotta, Madrid. 2000.
[3] Papa Francisco. Bula
Misericordiae Vultus
[4] Kant, Inmanuel. La religión dentro de los límites de la mera
razón.Alianza, Madrid. 2012
[5] Hubert, André. Conferencia La Misericordia. Programa celebración
Semana Santa 2016. Universidad Católica del Norte. Utilizando la idea desarrollada
en la conferencia de que la misericordia es darse cuenta y colocarse en el
lugar del otro
7 comments:
Gracias Francisco, una interesante reflexión que nos pone en el centro de un lugar cerrado con múltiples ventanas al mundo.
Un abrazo.
Patricio
Muchas Gracias Francisco por compartir el tiempo de tus reflexiones y ayudar a construir otra mirada sobre nuestro día a día.
Cordialmente
Sergio
Estimado, gracias por hacerme parte de tus reflexiones las cuales leeré atentamente.
Ramón
Muchas gracias Francisco, una reflexión muy necesaria en esta época en que vivimos.
Saludos
Carlos
Estimafo Francisco. Hermosa reflexión de Semana Santa. También valorar mucho que como cristianos podamos hacerlo a luz de muchos grandes pensadores. De esto nos hace falta en nuestra institución. Asi, nuestro deseo es reforzar el área de humanidades de modo que influya notablemente en la formación de nuestros jóvenes y asi efectivamente influir en el medio.
Felices Pascua para ti y tu familia.
Jorge.
Estimado Francisco:
Gracias por por el envío de tu hermosa reflexión.
Me alegro, por la Universidad, de saber que hay académicos inquietos, más allá de sus propias disciplinas.
Felicitaciones.
Con especial afecto.
Pablo
Así es: esta temporada puede ser, para cualquiera que así lo decida, una buena oportunidad llena de simbolismo y sentido, para reflexionar y (re)iniciar la búsqueda constante de Dios en nosotros y los otros.
Un abrazo cordial.
Ericka
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