"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Tuesday, December 27, 2011

Conversando la navidad 96 de papá

No todos tenemos la oportunidad de poder conversar; aunque sea a la distancia, con nuestros padres sobre cómo eran las fiestas de navidad allá en los años 20 del siglo pasado. Hoy he tenido ese privilegio y como bien lo expresa mi padre es “un regalo que Dios” nos ha dado a él y a nuestra familia al poder contar con ello, teniendo en cuenta que vino al mundo en el año 1915.

Mi padre y en cierto caso también mi madre no tuvieron la oportunidad de vivir su infancia con sus progenitores, púes a temprana edad estos partieron dejándolos al cuidado de tíos y tías, que aunque eran entornos familiares en los cuales se podría afirmar desde la perspectiva económica que no les faltaba “nada”, en la práctica cotidiana no por ello y especialmente mi padre si le toco vivir las vicisitudes nostálgicas lógicas de tan irreparables pérdidas.

Al escuchar a papá uno recorre la historia de la familia chilena, pero más precisamente del pueblo de Villa Alegre y sus alrededores a lo largo de las calles Comercio y Artesanos. Parece verlo correr tras un mandado de sus parientes protectores hacia el Almacén o ensillar un caballo o enyugar los bueyes para aquella carreta, que tiene por destino la lancha de propiedad de su tío que atraviesa pasajeros y cargas en el río Loncomilla. Hacia el atardecer una sigilosa arrancadilla para ojear los paseos de las damas ataviadas con sus vestido de la época el los jardines de la casa de los Camiroaga.

Me relata que en sus tiempos las navidades tenían un sentido de mayor religiosidad, aunque no por ello faltaba la alegría de una buena música con cena o almuerzo opíparo correspondiente y hasta bien “regados” con mostos de la zona. Lo interesante de su conversación es que agradece a Dios haber tenido la oportunidad de que su voluntad de ser una persona útil a la sociedad, haya tenido éxito de lograr desarrollar su intelectualidad y espiritualidad requerida, para formar junto a mi madre una familia cuyos hijos alcanzarán una profesión universitaria que les permitiera continuar su consigna de servicio a la comunidad (no en vano nuestro padre fue fundador de dos compañías de bomberos en Chile).

Para lo anterior debió olvidarse de ensillar y enyugar animales, por tanto a los 15 años aproximadamente se alejó en busca de un derrotero que le permitiera cumplir con sus sueños, los cuales agradece al altísimo haber tenido por gracia ver hasta nuestros días.

Para sus hijos y esposa fue nuestro pascuero, aquel que nos llevaba a la Misa del Gallo, para luego escabullirse entre los feligreses hasta nuestro hogar, y así instalar los regalos a los pies del árbol navideño. Por cierto, junto a mis hermanos vivimos este ritual año tras año sin descubrir las arrancadas de este pascuero de la ceremonia religiosa nocturna….

Sin duda los años pasan y ciertamente las navidades se viven de acuerdo a los paradigmas de sus épocas, pero ello no me impide atisbar que las emociones infantiles no son diferentes para cada generación, al vivirlas desde la profundidad de nuestros corazones dejando huellas indelebles.

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