"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Wednesday, August 13, 2008

Solzhenitsyn se ha marchado en silencio
Francisco de la Fuente V.

Hace algunos días atrás ha fallecido Alexander Solzhenitsyn, un ruso que en la segunda mitad del siglo pasado abrió las puertas al mundo occidental para darnos a conocer la realidad de la vida comunista en la Rusia soviética. Parece que fue ayer que me paseaba por los pasillos del Internado del Liceo Hombres de Talca, con el libro “Pabellón de Cancerosos” bajo el brazo comentando las razones siempre nebulosas por las cuales la academia sueca le había otorgado el Premio Nóbel allá por los años 70.

De seguro que fue una de sus mejores narraciones, a mi parecer muy superior a la “Archipiélago de Gulag”, aunque ambas se focalizaban en una literatura que se comprometía con la denuncia de la intolerancia soviética. Luego de su exilio de la URSS se convirtió en un referente intelectual al cual se debía escuchar, aunque de pasada nos reprendiera por la falta notoria que veía en el mundo occidental, respecto del cultivo de la espiritualidad, y especialmente la vaciedad de la sociedad capitalista estadounidense.

Es realmente sorprendente que no se haya sentido el impacto de su partida, es más las generaciones actuales ni siquiera lo reconocen cuando se les señala su nombre, lo cual no es un indicador muy confiable en los tiempos actuales. Ciertamente que para ser un escritor laureado con el Nóbel, su obra literaria no ha dejado las huellas de otros galardonados, tengo la impresión que la caída del imperio soviético provocó que su novelas dejaran de ser interesantes como temática de denuncia del sufrimiento humano del pueblo que conformaba la URSS.

No me cabe duda que Solzhenitsyn tuvo siempre una tremenda fuerza moral para superar y enfrentar el poder oscuro de los políticos de la burocracia del Partido Comunista de la URSS y sus defensores más allá de la cortina de hierro, la cual como sabemos terminó por derrumbarse definitivamente con la caída del muro de Berlín. Hasta el final de sus días mantuvo una actitud de denuncia, lo cual se ve claramente representado en una de sus últimas entrevistas dada a Joseph Pearce donde expresó que: "El hombre se ha puesto la meta de conquistar al mundo, pero entre tanto pierde su alma. Eso que es llamado humanismo, pero que se debería llamar antropocentrismo irreligioso, no puede proporcionarle respuestas a las preguntas más esenciales de nuestra vida. Hemos llegado a un caos intelectual".

Hacia 1994 regreso del exilio a Rusia donde finalmente una falla cardiaca puso fin a sus días a la edad de 89 años, dejando atrás un pasado de luchas que con el tiempo lo convirtieron en un anquilosado chauvinista del mundo moscovita, tema que hoy no conmueve a nadie de los que forman parte del rating de los medios audiovisuales del mundo posmoderno.

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