"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, August 10, 2008

Acudiendo a la voluntad poética de Robert Browning
Francisco de la Fuente V.

Se que la verdad no se posee, sino que nos posee como bien nos legara Santo Tomás de Aquino, recuerdo estas palabras mientras intento aferrarme a la vorágine y profundidad del alma humana, es en ese instante en que mi conciencia se entrelaza en lo que se es y se piensa leyendo la creación poética de Robert Browning. Sentir ese acto libre de la voluntad de querer y amar toda la creación desde un punto finito que se abre a través de los sentidos personales, compartiendo las vicisitudes de Sísifo en iniciar una y otra vez la búsqueda fatigable para explicarse lo infinito.

Cada palabra, cada verso es una lucha plena de voluntad que da razón al existir, que sólo es posible si la colmamos de amor, porque este mundo dado por Dios es bueno, y a pesar de las desgracias e infelicidades que nos obstaculizan al caminar por el sendero de la vida, siempre hay la oportunidad de un desvío hacia la bienaventuranza que nos convida participar del amor cósmico y eterno, al cual acudo por un acto de libre y perfecta voluntad, El lo ha querido así y yo lo quiero de la misma manera, pues como señala San Agustín “hablamos de Dios no por decirlo sino por no callar”.

Las palabras van adentrándose en mi hacia aquel lugar que le es propio se detienen unos instantes en que se acotan los sentimientos, luego se volatizan fluyen dejando a su paso profundas huellas de amor por siempre. Deja una luz que atraviesa nuestro cuerpo para alumbrar el santuario de la intimidad, que se abre como una flor en primavera en un contante renacer, en tiempo que no avanzan en espacios que no se ocupan, manteniéndose como nos dijo Henry James con “distinción, solemnidad, ironía y pasión”.

Vuelvo mi vista hacia sus versos y releo:

De la totalidad de tu vida entrega tan sólo un instante;
por encima de aquello que has vivido,
por encima de aquello que has de vivir e ignoras;
por eso transforma al presente en algo perfecto y compacto,
en un arrebato de pasión, para alcanzar así la plenitud:
pensamiento y corazón; alma y voluntad
fundidos en ese instante cuya dádiva eres tú,
ciñéndote a mi por una sola vez, descendiendo o elevándose,
segura que más allá del pretérito o del porvenir
me entregas tu amor en este momento
donde nuestras vidas se conmueven.

Si Ezra Pound reconoció en él que era “todo un hombre… viejo hipnotizador que envuelves con tus símbolos…” , que puedo decir yo, que siento como mi conciencia fluye por sus versos apoyándome en cada una de las palabras, que unidas por el genio de Browning se transforman en una luz que trasciende y me trasporta a los límites de la perfección espiritual, o quizás al rozar en vida por un instante la inmortalidad del alma me recuerde, que esta nos ha sido dada por la Gracia de Dios, aunque a la vez podamos convenir que la poesía no salva ninguna alma, pero no me cabe duda que la descubre y la muestra a nuestra conciencia.

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