Por estos días de vivencias sociales
feministas movilizadas, quizás no sea aconsejable aventurar algún comentario,
utilizando esta temática de los grupos separatistas autoconvocados, más este
sólo hecho me incentiva a transgredir tal consejo.
Eso sí, tomaré mis resguardos para
adentrarme en perspectiva del feminismo desde una mirada no personal, para lo
cual he considerado mi dedicada relectura de la escritora Siri Hustvedt, a
partir de su libro: La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres. Os
aseguro que es una experiencia que nos muestra su feminidad, regalándonos su
reflexión profunda, la que relaciona con la literatura, las artes y las
ciencias en la que aflora su genialidad intelectual.
Confieso inicialmente que este comentario
sólo pretende abarcar la introducción del libro citado, a fin de motivar una
lectura y reflexión propia de ustedes. Siri desde el comienzo nos señala
aquella actitud peyorativa corpórea patriarcal de los científicos, que ubican su saber anatómicamente donde “la ciencia es
la parte superior, el arte es la parte inferior”, a lo que ella responde que
los métodos de las diversas disciplinas, no tienen por qué ser necesariamente
iguales, lo cual se reafirma en un siglo XXI en que la interdisciplinariedad es
una necesidad instrumental para comprender nuestra realidad.
Siguiendo lo anterior, la autora nos
asegura que aunque la invención científica nos beneficia en un gran porcentaje
nuestro diario vivir, no hay razón de que por ello excluyamos a las artes y
humanidades, las cuales también aportan conocimientos que promueven la
transformación de las personas ; para bien o para mal; de la misma manera que
lo pueden hacer las ciencias naturales. Además sostiene, que “todo el saber
humano es parcial y nadie está libre de la influencia de la comunidad de
pensadores o investigadores en la que vive” – donde- “los abismos de
incomprensión mutua entre personas de diversas disciplinas tal vez sean
inevitables pero sin respeto mutuo no será posible ninguna clase de diálogo
entre nosotros”.
Tengo la intuición de que la lectura de
este libro proveerá una respuesta, a preguntas tales como: ¿Por qué se
considera que las ciencias son duras y masculinas, y las artes y las
humanidades, blandas y femeninas?, o ¿Por qué lo duro suele percibirse como mejor que lo blando? Así mismo, darnos
la oportunidad de cuestionar aquel lenguaje que tiende a desterrar a las
mujeres, cuando se utiliza la palabra –hombre- como un universal convencional
del ser humano.
La autora se declara explícitamente como
“novelista y feminista”, aunque comprende que “la teoría feminista no es
precisamente un baluarte de consenso. Ha habido y sigue habiendo muchas luchas
internas. Hoy día es más seguro hablar de –feminismos- que de –feminismo-
porque hay de varias clases, aunque los acalorados debates que se desencadenan
dentro de las universidades no suelen tener mucho impacto en el resto del
mundo”.
En fin, están cordialmente invitados
varones y mujeres a la lectura de esta obra de Siri Hustvedt y acoger su
propuesta, a partir de su Yo reflexivo consciente, que a momentos asume la
reivindicación del sujeto del feminismo como una necesidad sociopolítica.
Bibliografía
Hustvedt, Siri. 2017. La mujer que mira a los
hombres que miran a las mujeres. Editorial Planeta. Buenos Aires, Argentina. p.
7-20.
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