No
hace mucho tiempo atrás teníamos un presidente de la república que declaraba
sin tapujos en contra de que “la educación es un derecho y no una mercancía”,
cuanto hemos avanzado hoy tenemos un economista como ministro de educación
liderando esta reforma. Por otro lado, están los parlamentarios que en el mejor
de los casos pasaron por una universidad, aunque entre ellos mismos nunca hayan
vuelto a tomar contacto con la academia, por lo que han perdido referencia y
legislaran siendo referentes de sí mismo.
Martha
Nussbaum en su libro “Sin fines de lucro” dice respecto al mercado: ”Es un
cáncer que en este momento invade a toda la educación, porque hoy en día la
educación se entiende como una inversión desde el punto de vista del Estado y
de la empresa privada, como una inversión en capital humano, en recursos
humanos”. La autora hace una afirmación
lapidaria sobre los efectos de esta visión de la formación de nuestros jóvenes
cuando dice que: “Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las
sociedades democráticas enseñan a sus jóvenes, pero se trata de cambios que aún
no se sometieron a un análisis profundo. Sedientos de dinero, los estados
nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas
aptitudes que son necesarias para mantener viva a la democracia. Si esta
tendencia se prolonga, las naciones de todo el mundo en breve producirán
generaciones enteras de máquinas utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales
con la capacidad de pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre las
tradiciones y comprender la importancia de los logros y sufrimientos ajenos. El
futuro de la democracia a escala mundial pende de un hilo".[i]
Esto
denota que la educación por formación para la sociedad o más precisamente para
la ciudadanía es objetivo del pasado glorioso de las universidades
humboldtianas o de los ideales de Boaventura de Sousa Santos, “la clásica, la
tradicional, la de formación de personas, la de formación para la libertad, la
de vinculación fuerte entre investigación y docencia”.[ii]
Marco
Enríquez-Ominami declaraba en una entrevista televisiva de la hipocresía
de quienes se asombraban de la
intromisión de lo económico en lo político, cuando parafraseando a Nussbaum no
hay ninguna duda que el cáncer del
capital del mercado invadió la política. Tampoco habría que asombrarse que la
educación actual no es para formar ciudadanos, sino que productores y
consumidores, para revertir esto Nussbaum propone que se le de importancia a
las humanidades que son las que sin dudas fortalecen la ciudadanía y por
consiguiente la democracia en un Estado.
Jacques
Derrida en su obra “La universidad sin condición” señala que la universidad se piensa desde la
idea de la razón. Así mismo desarrolla como tema central el derecho de la
universidad a decirlo todo sin condición, lo que resalta la importancia de la
autonomía y los riesgos de ser afectada si las universidades sirven a fines del Estado, Multinacionales y al
mercado. La propuesta de Derrida es la creación de comunidades de pensamientos
que dialoguen y critiquen sin fines finalistas.[iii]
Volviendo
a Boaventura de Sousa el identifica tres niveles que caracterizan la crisis
actual de la universidad en su perspectiva de bien público. El primero es la crisis
de hegemonía, la que se entiende por que la universidad no es la única que
ofrece educación superior e investigación. El segundo nivel es la crisis de
legitimidad al no resolver la contradicción de accesibilidad con las exigencia
sociales, que afecta a su democratización y reivindicación de igualdad de
oportunidades. Por último agrega la crisis institucional referida a su
reivindicación de autonomía universitaria.[iv]
Como
académico de una universidad católica estimo de particular interés continuar
este artículo teniendo en cuenta este hecho, por similar razón pienso que será
de utilidad considerar la palabra autorizada de un Papa para que nos ayude a
comprender lo que es el hacer de una universidad, para ello tendré presente el
discurso dado por Benedicto XVI a los profesores universitarios en la
basílica del Monasterio del Escorial en agosto del 2011.[v]
Un
primer aspecto se relaciona con los profesores que forman parte del claustro
universitario, de quienes en la actualidad se piensa que su misión corresponde
“exclusivamente la de formar profesionales competentes y eficaces que
satisfagan la demanda laboral en cada preciso momento”, lo cual refleja una
visión utilitarista del proceso educativo que buscaría como tarea la
formación de profesionales competentes que satisfagan la demanda del mercado
laboral.
En
lo fundamental Benedicto XVI nos hace saber que “la Universidad ha sido, y está
llamada a ser siempre, la casa donde se busca la verdad propia de la persona
humana”. De esta manera se hace esencial la tesis de la indisolubilidad que
vincula a la universidad con la verdad. En otras palabras la universidad tiene
la tarea de investigar, lo que cumple con la búsqueda de la verdad y a partir
de ella promover la formación de los estudiantes.
Los
académicos transmiten conocimientos a los estudiantes en el acto de enseñar,
más no deben obviar que ello tiene como destino la formación de una persona
única e insustituible como el mismo, que lo acompaña en la búsqueda de la
verdad que se busca porque no es algo que se tenga, ni es el hombre la medida
de ella. El académico no puede tener un interés limitado en su quehacer docente
, al preocuparse sólo de lograr competencias disciplinarias del alumno, olvidando que frente a él tiene
un ser humano con deseos de vivir.
Benedicto
XVI nos recuerda que “la verdad misma siempre va a estar más allá de nuestro
alcance. Podemos buscarla y acercarnos a ella, pero no podemos poseerla del
todo: más bien, es ella la que nos posee a nosotros y la que nos motiva” , de
aquí que deberíamos actuar con humildad en la entrega de nuestro saber, lo que
nos protegería de la vanidad que nos impida la búsqueda de la verdad, lo que
como se expreso anteriormente es esencial para hacer universidad.
Cardenal J.H.Newman |
Con
respeto y humildad académica esta visión de universidad es la que más me
complace, pues de ella rescato que es posible acercar la idea de universidad
más a los problemas que vive el hombre en sociedad saliendo al encuentro de la
verdad más que buscar una verdad en el interior de los campus para luego
realizar la transferencia de nuestros saberes. La universidad en mi parecer
esta llamada a abrir sus puertas para ser parte activa de la entrega de
soluciones a los problemáticas que la sociedad le plantea al hombre en su
cotidianidad. Una universidad que desarrolle en sus aulas currículos que
integren las ciencias y las humanidades; es decir teniendo en cuenta la
propuesta actual de Martha Nussbaum y la tradicional de Newman, promoverán la
oferta de profesionales que resuelvan problemas humanos teniendo en
consideración un contexto más cercano a lo social que al utilitarismo de
mercado, para ello es muy importante incluir las humanidades en las carreras
científicas y de desarrollo tecnológico. La misión de una universidad que esta
comprometida con una visión confesional determinada, no está en imponer una
verdad en la que cree sino que con la verdad que encuentra disciplinariamente
en su trabajo científico, desarrollado en el respeto a la naturaleza toda y
especialmente a la dignidad humana procure
dar una respuesta a los problemas de la persona en su mundo de vida.
Una universidad que exige autonomía debe
incluir en su trabajo docente y de investigación un compromiso social, por ello
la comunidad universitaria debe comprender la importancia y la oportunidad que
la sociedad le entrega para que estos centros formativos puedan utilizar esta
libertad con imaginación creativa y con responsabilidad social, no es justo
socialmente demandar autonomía sin condición, si no se cumple con estos compromisos
mínimos.
Una
universidad debe tener sus espacio abiertos para debatir libremente las ideas de
quienes son parte o acuden a sus campus, el silencio puede ser constructivo
pero no lo –no dicho- de aquí que afirmo que las universidades nos deben asegurar
que en ellas es posible conversar la
naturaleza de lo humano, desde la vida a la muerte, con las ciencias y las
humanidades, evitando el fundamentalismo científico (positivismo científico) y
religioso.
Finalmente,
cabe tener presente que una universidad sea confesional o no, debe ser un
espacio abierto para la convivencia de personas que se declaren ateos,
agnósticos o creyentes de una fe determinada, lo que implica necesariamente si,
que quienes tengan la situación circunstancial de no ser parte de la visión
confesional de la institución universitaria la respeten ni impidan su
desarrollo formativo. Tanto los académicos, estudiantes y personal de apoyo a
la docencia que han aceptado ser parte de una comunidad universitaria de una
universidad con estas definiciones, no pueden desconocer la visión previa de la
institución en que han decidido aceptar un relación contractual de trabajo.
Bibliografía
[i] Nussbaum Martha. Sin fines de lucro. Por qué la democracia
necesita de las humanidades, katz, 2010
[ii] Boaventura de Sousa Santos. La Universidad en el siglo XXI: Para
una reforma democrática y emancipatoria de la universidad. CIDES-UMSA, ASDI y Plural editores, La
Paz, Bolivia.2007.
[iii] Derrida, Jacques. Universidad. Sin condición. Editorial Trotta
Colección: Minima Trotta. 2010
[iv] Boaventura de Sousa Santos. De la mano de Alicia: lo social y lo político en
la posmodernidad. Porto, Afrontamento, 1994, Sao
Paulo, Cortez Editora, 1995
[v] BENEDICTO XVI. Encuentro con los jóvenes profesores
universitarios
discurso en la Basílica de San
Lorenzo de El Escorial Viernes 19 de agosto de 2011
vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2011/august/documents/hf_ben-xvi_spe_20110819_docenti-el-escorial.html
[vi] Cardenal John Newman. The Idea of a University Defined and Illustrated: In
Nine
Discourses Delivered to the Catholics of Dublin
http://www.newmanreader.org/works/idea/
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