Hace unos cuantos días atrás recibí de regalo el libro
“Vientos de cuaresma” de Leonardo Padura, una historia más del empático
detective Mario Conde. Sin dudas que en la actualidad es difícil no reconocer
el posicionamiento de este autor cubano, especialmente si nombramos su exitosa novela
“El hombre que amaba los perros” . Mi humilde acercamiento a la narrativa
cubana es muy anterior y quizás coincida con algunos de ustedes con títulos
como: “Viaje a la semilla”, “El reino de este mundo”, “Los pasos perdidos” y
más aún “El siglo de las luces” de Alejo Carpentier.
De mis viajes a
Cuba tuve la oportunidad de conocer a otros autores de fines del siglo XIX, me
refiero a Pedro Morrillas con su libro “El matador” que destaco para hacer
presente que su narrativa incluye la temática de los horrorosos días de
castigos, huidas y persecuciones hacia los alcores de los negros cimarrones.
Por cierto que no puedo obviar la lecturas de José Martí, quien pertenece a ese
grupo de hombres notables que lucharon por la emancipación americana. No está
de más decir que el próximo 19 de mayo se cumplen 120 años en que Martí dejo su
vida en el campo de batalla, como tampoco obviar que para él no le eran
desconocidos los quehaceres históricos de los países sudamericanos; entre ellos
Chile, escribiendo artículos que fueron publicados en diversos medios de
prensa.[i]
Narradores cubanos que se cruzaron en mi camino en algún
momento que ya no recuerdo fueron: Luis Felipe Rodríguez, Carlos Montenegro,
José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante. Este último es autor muy
reconocido en Latinoamérica por su genial novela “Tres tristes tigres” y no
quiero olvidar el libro: “ La pasión de Urbino” de Lisandro Otero. Otros
autores que he tenido la oportunidad de leer son el criollista Onelo Jorge Cardoso
y el expresionista Virgilio Piñera.
Ayer se sumaron dos autores más de esta nacionalidad, con
quienes tuvimos una amena e interesante conversación, gracias a la intervención
del grupo de encuentro filosófico “Agora” que auspicia la Facultad de Ciencias Jurídicas
de la Universidad Católica del Norte. En esta oportunidad estuvieron presentes
Arístides Vega Chapú quien nos presentó su obra “Lluvia colorada”, y Yamil Díaz
Gómez que nos regaló la lectura de su poema cuyo título nos recuerda la escena
del regreso de un clásico del cine: Los paraguas de Cherburgo:
Cruzan otra ciudad, bajo la nieva,/ otros novios hirientes
de inocencia./ Ya no bajas del cielo cuando llueve./ En Cherburgo no llueve:
cae la ausencia.
¿Qué le queda a un soldado que regrese,/ frente a un Olvido
que jamás partió?/…¿Qué me queda? El Olvido. Sus espejos./ Tu nombre,
disipándose a lo lejos./ Tus manos, como cántaros remotos.
Tu risa, como un río detenido./ Tus ojos, como dos paraguas
rotos/ que no podrán cubrirme de Olvido.[ii]
Hacia fines de los sesenta luego de ver esta película en el
Teatro de Longaví, un pueblo pequeño a la orilla de la carretera longitudinal en
el sur de Chile, mi primo Fernando y yo caminábamos abrazados de vuelta a casa,
cantando un estribillo creado por nosotros para la ocasión, que repetía una y
otra vez que los paraguas de Cherburgo no detenían el Olvido ni las Lágrimas de
un amor perdido.
Ayer estos poetas cubanos me regalaron con sus palabras
transparentes y generosas un día más de felicidad, que se obtiene de la
perseverancia de compartir más allá del límite de lo disciplinario que debo
recorrer diariamente en mi quehacer docente.[iii]
[i] Benítez,
Jorge. José Martí y Chile. Editorial LOM. Santiago, Chile. 1995
[ii] Díaz Gómez
Yamil. La guerra queda lejos. Editorial Letras Cubanas, La Habana Cuba. 2009
p.135
[iii] Arístides
Vega Chapú y Yamil Díaz Gómez participan en la FILZIC 2015 por cuanto se
agradece la oportunidad que ofrece esta V Feria Internacional del Libro en
Antofagasta.
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