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Séneca

Saturday, September 27, 2014

Antofagasta y su Puerto: Un divorcio ético.


Dada la decisión final de la Corte Suprema de nuestro país en relación a permitir que se continué  la construcción del Galpón al interior del Puerto de Antofagasta, la ciudadanía ha asumido que por el momento no hay mucho por hacer para impedir que dicho galpón se convierta en un lugar de acopio de mineral. Por cierto que esto no incluye las posibilidades de exigirles a sus propietarios que cumplan con las condiciones de transporte y acopio del material. Cabe mencionar que en la discusión debe incluirse los riesgos de la naturaleza inherentes a los territorios de bordes densamente poblados[i].
Es cierto que el galpón en las actuales condiciones no contamina el aire que respiramos los antofagastinos, si hay alguna contaminación esta sería estética, pero este un tema del que no es responsable únicamente los que construyeron ese recinto, si no que también compromete a una ciudadanía  que poco se ha preocupado de la ciudad en la que desean vivir. De hecho como ha indicado el urbanista Emile Ugarte[ii] la ciudad de Antofagasta necesita tener un ordenamiento territorial, aspecto que es esencial para asegurar la calidad de vida de los ciudadanos.
Hace unos días atrás se me preguntaba que pensaba de lo que ha ocurrido con este tema de la construcción del galpón por la ATI: ¿ello es bueno o malo? o ¿es Justo o injusto? Mi respuesta es que es difícil dar una opinión definitiva sin que ello involucre tomar una definición por un bando determinado, sin detenerse a buscar un entendimiento en un tema que no se puede concluir por la ganancia total de un sector.
Pienso que a la ATI le faltó darse cuenta que la mundialización esta creando una ética más cercana al quehacer humano y por ende de lo socialmente aceptable, de tal manera que a los actores de la sociedad se le está exigiendo una mayor responsabilidad en sus acciones o más precisamente cuando actúan como agentes de desarrollo. La influencia de la ética en pleno siglo XXI es un hecho que dichos agentes de desarrollo no pueden soslayar, y de hacerlo se encontraran con situaciones sociales que pueden ser de muy difícil manejo.
Sin dudas que la educación ha disminuido la ignorancia y ha promovido la participación informada de la sociedad, pues los sujetos en sus comunidades tienden a empoderarse de los temas económicos, sociales y políticos. Reconozco si, que los ciudadanos de Antofagasta poseen esta fortaleza pero como contrapartida mantienen una debilidad que se evidencia en que no tienen definida la ciudad en la que quieren vivir, en otras palabras que valores son los que mueven las decisiones que se tomen sobre el futuro de esta ciudad portuaria.
Antofagasta es una ciudad de borde que se ha visto afectada con lo que Meyer(1990)[iii] ha denominado el paso de un concepto de puerto industrial a otro  de puerto en red, donde este último pasa ha responder a una actividad portuaria mundializada más que centrada en la actividades propias de la ciudad. Es decir estamos frente a un divorcio entre la actividad portuaria y la ciudad, pues ya no existen los grandes almacenes que vivían del movimiento de cargas del puerto.
Además, los inversionista que administran un puerto han caído en la “lógica tecnocrática productiva , esclareciendo la convivencia de marcos normativos débiles, inexistentes o inoperantes para una compatibilización de territorios de borde, que resultaron forzosamente persistentes superficies monocultivos, con el predominio de una lógica de inversiones que sin restricciones; y por tanto sin inclusiones, busco la máxima rentabilidad con la menor inversión…” [iv]
Por otro lado,  los manejos de bordes costeros que involucran a las ciudades con puertos de larga data de funcionamiento, han realizado construcciones como es el caso del Mall Antofagasta, imponiendo acuerdos copulares, que han excluidos que la ciudad tenga la oportunidad de un  debate urbanístico y planificador con el funcionamiento del puerto. Cabe preguntarse con preocupación si una ampliación del puerto afectará al Mall o a otros espacios públicos.
A si mismo los actores sociales no deben olvidar la percepción negativa que tienen los ciudadanos de la  clases política y administrativa, como empresarios y no olvidar los signos de corrupción. Como tampoco los ciudadanos  de Antofagasta deben tener tan baja participación en la elección de sus autoridades, pues han de asumir que la democracia no se hace con espectadores sino que con actores que hacen realidad su ciudadanía.
En similar sentido considerando la influencias éticas actuales los empresarios además de sus responsabilidades sociales, deben reflexionar que desde la perspectiva de utilizar el desarrollo de un país como un indicador de libertad[v], la creciente desigualdad que generen sus decisiones de inversión como la afectación que provoquen sus acciones productivas sobre el medio ambiente, necesariamente nos pueden llevar a pensar que estamos ante una pérdida de libertad de los ciudadanos.
En definitiva los habitantes de Antofagasta han dormido lo suficiente como para despertar con la motivación de decidir la ciudad en que  desean vivir.


[i] Calvo García-Tornel. Sociedades y territorios en riego. Ediciones Serbel. Barcelona, España. 2001 p. 11-34
[ii] Ugarte Emile. Opinión en Foro sobre el galpón del Puerto de Antofagasta en actividad organizada por el Depto de Ciencias Farmacéuticas y Colegio Regional de Químico Farmacéuticos y Bioquímicos de Antofagasta 06 septiembre 2014.
[iii] López M, F y otros. Chile urbano hacia el siglo XXI. Investigaciones y reflexiones de política urbana desde la Universidad de Chile: Territorios en disputa y conveniencias de una definición. Editorial Universitaria-Estudios. Santiago 2013. P. 65-67
[iv] López M, F y otros. Chile urbano hacia el siglo XXI. Investigaciones y reflexiones de política urbana desde la Universidad de Chile: Territorios en disputa y conveniencias de una definición. Editorial Universitaria-Estudios. Santiago 2013. P.66
[v] Sen, Amartya. Concepto de desarrollo como libertad utilizado por este autor.

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