“Hasta ahora nadie ha encontrado la manera de poner de
acuerdo los derechos de libertad con las exigencias de la justicia social. El liberalsocialismo es sólo una fórmula, soy el primero en reconocerlo” quizás
esta frase de Norberto Bobbio refleje con mayor gratitud la utopía de ideario político.
Por cierto que para comprender esto de “liberalsocialismo” ,
Agustín Squella nos previene de que no es lo mismo distinguir que separar, pues
lo primero consiste en advertir y expresar la diferencia que hay entre dos
aspectos, mientras que separar es la acción que pone deliberadamente distancia
entre ambas cosas. Y si dos conceptos fueran doctrinas contrarias, lo ideal
sería seguir la recomendación de F. Scott Fitzgerald, que indica como prueba de
una inteligencia superior la capacidad de mantener en la cabeza dos ideas
opuestas a la vez sin perder por ello la capacidad de funcionar. En mi opinión
los constructos reflexivos en términos coloreados por lo general no son ni
blancos ni negros, sino más bien grises.
Cabe recordar que el humeante Sir W. Churchill decía que:
“La democracia es la necesidad de inclinarse de cuando en cuando ante la
opinión de los demás”, esto lo traigo a colación, pues tengo la fuerte
impresión que hay un gran porcentaje en el amplio espectro político, que han
perdido la capacidad de parlamentar sus ideas más allá de un contexto de
“tablero de ajedrez”.
En un año de elecciones nacionales será posible que la clase
política escuche las sabias palabras de Graham Greene, con el objeto de motivar
sus voluntades para “que la puerta
se abra y deje entrar al futuro”, a fin de que se hagan cargo de la
desigualdad social, como de las
problemáticas que se plantean en las movilizaciones sociales con respecto a la
salud y educación entre otras.
Sin dudas la libertad es un derecho humano de primera
generación, que permite asegurar la autonomía ante el poder del Estado y otros
grupos o personas. En cambio la igualdad es un derecho considerado de segunda generación que
le permite a la persona participar en el Estado. Es así que la salud,
educación, vivienda, trabajo vendrían a corresponder a derechos sociales de
tercera generación.
Para Ratzinger “Los derechos humanos no están sujetos al
mandamiento del pluralismo y la tolerancia, sino que son el contenido de la
tolerancia y la libertad. Privar a los demás de sus derechos no puede ser un
contenido de la justicia ni de la libertad. Eso significa que un núcleo de
verdad; a saber verdad ética, parece irrenunciable precisamente para la
democracia”[1]
Como manifiesta A. Squella[2]
respecto a los derechos sociales suelen ser el blanco de la doctrina
neoliberal, y en cierto modo los consideran muy caros por cuanto el estado no
puede hacerse cargo de ellos, pero si debe generar las condiciones para
que el sector privado asuma esta
responsabilidad, y que el costo de ello es asumido por los propios individuos.
¿Cambiará esta situación en el Chile del futuro? Es una pregunta de fácil
respuesta: “No”, en las actuales circunstancias de participación en el poder
que permite el sistema binominal.
Tampoco será posible que se produzca un cambio si los
partidos políticos no promueven la participación a través de primarias, o
designan sin más ni menos a personas que no tienen las competencias para ser
elegido como autoridad política, como ha sucedido hasta ahora con casos
emblemáticos, entre los cuales podemos nombrar al actor Sr. Jorge Gajardo y la
modelo de pasarelas nacionales Srta. Carla Ochoa, los cuales a poco andar
renunciaron a sus cargos entregando justificaciones personales dejando atrás
una dudosa gestión. Sólo a modo de ejemplo una competencia que no puede estar
ausente en quienes deseen
representarnos, es la capacidad de priorizar el bien común por sobre las
expectativas particulares, se han preguntado si sus candidatos la cumplen.
Cabe tener presente que las primarias como todo acto
democrático así bien nos los señala Squella: “no garantiza que los mejores
resulten elegidos y, tal como están las cosas , ni siquiera asegura que los
mejores sean los que compitan por los votos de la gente” y continua diciendo
que debemos considerar como consuelo las palabras de K. Popper al afirmar que
la democracia “es la manera que tenemos de desembarazarnos de gobernantes
ineptos sin derramamiento de sangre, o sea, una suerte de convocatoria para
elegir el mal menor”.[3]
Aunque como lo afirma Eugenio Guzmán en su artículo de la
Revista Mensaje, el mecanismo de las primarias no es una panacea pues aunque
“puede ser un aporte, pero no hay que mitificarlo, pues favorece a los
incumbentes, propende a los alineamientos no siempre favorables a la democracia
y puede incluso debilitar a los partidos”[4].
En mi opinión las primarias presidenciales lo que está en juego no es la
elección del candidato sino que las cuotas de poder de los partidos que integran
las coaliciones, para la negociación final del programa del “candidato” a la
más alta magistratura… lo reafirmo, es mi humilde opinión.
Sin perjuicio de lo anterior estimo que es de suma
importancia lo que implica cumplir con el deber cívico de votar, y mientras no
estemos libre de la enfermedad del voto voluntario, las dificultades para que
los chilenos cumplan con su deber ciudadano será mucho más desalentadora, como
lo he afirmado en otras ocasiones el que no vota también elige, por cuanto no
le es posible eludir su responsabilidad en el funcionamiento democrático de la
nación.
En tal sentido, si seguimos las ideas de H. Kelsen[5]
debemos estar consciente que en la democracia se juega un relativismo en el
cual se enfrentan ideologías políticas y morales que pretenden imponer; por
medio del voto, una perspectiva de sociedad con sus deberes y derechos. Por tanto les recomiendo tener presente
que en democracia la idea de sociedad que queremos para Chile, se decide voto a
voto cumpliendo con el “principio de la mayoría”.[6]
[1] Ratzinger,
J. 2008. Verdad y valores, poder. Veritas vol. III Nº 19 pág. 84-85
[2] Las
opiniones de A. Squella fueron obtenidas de su libro: ¿Es usted liberal? Yo sí,
pero…. 1ª edición. Santiago de Chile. Lolita Editores. 2012.
[3] Squella, A.
¿Es usted liberal? Yo sí, pero…. 1ª edición. Santiago de Chile. Lolita
Editores. 2012. Pág. 64
[4] Guzmán, E.
Las primarias no son la panacea. Rev. Mensaje. Santiago Junio 2013 Nº 619 Vol.
LXII. Pág. 8,9.
[5] Kelsen, H.
Esencia y valor de la democracia. KRK Ediciones, 2006
ISBN 9788496476691
[6] Kelsen, H.
Esencia y valor de la democracia. KRK Ediciones, 2006
ISBN 9788496476691
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