El Papa
Benedicto XVI ha señalado que la dificultad mayor que atraviesa la Iglesia hoy
en día es
el apagarse de la fe, sin duda que ello es una realidad que preocupa al pontícipe que ha proclamado el 2013
como el año de
la fe.
Unas
semanas atrás se
ha publicado el libro "Gentili senza cortile" escrito por dos sociólogos de la religión, Massimo Introvigne y
PierLuigi Zoccatelli, que además de realizar un análisis interesante sobre los ateos en una zona de Sicilia,
utilizan una particular clasificación de tales ateos.
Los
escritores señalan
un primer grupo de ateos "fuertes", que aunque no son un porcentaje importante motivan su ateísmo en razones ideológicas, teniendo en su mayoría un perfil que
esta compuesto por ancianos y antiguos militantes comunistas. Se agregan el
grupo de los ateos "débiles", que lo integran
aquellos que consideran a Dios y la religión irrelevantes para su vida, en la que únicamente cuentan el trabajo,
el dinero y las relaciones afectivas. Aunque es mayor que el primero tampoco es
un porcetaje importante, aun siendo integrado en su mayor parte por jóvenes e instruidos.
A
diferencia de los grupos antes indicados existe un tercero que si tiene una
importancia relativa, al cual los autores lo denominan como los ateos
"alejados" de la Iglesia católica y de cualquier otra religión. Lo asombroso es que en su
gran mayoría
ellos no se consideran ateos, aunque hayan perdido su relación cercana con los rituales
religiosos, a excepción de la religión los matrimonios y funerales. Además de considerarse personas con
orientaciones religiosas o espirituales,
Sus
razones a de tener el Papa para preocuparse por esta caída de la fe, lo que se ha
convertido en un punto dramático que incluso ha llevado a calificarlo por el mismísimo Benedicto XVI como una
"emergencia educativa". Ante esto el Sumo Pontícipe a fijado como un objetivo
pastoral el reavivar la fe, teniendo como instrumento imprescindible el
Catecismo de la Iglesia católica.
Para
Benedicto XVI la apuesta sigue siendo los jóvenes con la esperanza que en
la medida que alcanzan su adultez, su fe paralelamente también logre su madurez.
Respetuosamente pienso que esto es un error que puede haber dado resultado en
la europa de posguerra, cuando la Iglesia asertivamente apostó por la educación de los niños, hoy estimo que el Prof.
Pietro de Marco tiene razón cuando considera un error esta focalización en los jóvenes.
Para el
profesor de Marco, la confiada estrategia de preocuparse pastoralmente en los
adolescentes es un error. Su fundamentación esta basada en que la formación no está cumpliendo con lo jóvenes y, mucho menos con los adultos, lo cual
lleva a una situación en que los jóvenes cuando alcanzan la adultez su formación no mejora.
De la
lectura de La Declaración Gravissimum Educationis sobre la educación cristiana, queda clarísimo la importancia de la
familia en la formación religiosa, especialmente si consideramos que son los
padres los principales educadores y, particularmente las madres, pues estás por "tradición" cumplieron este rol el
cual se ha perdido hoy en día, tanto así, porque las jóvenes y varones cuando se conviertan en madre y padre no
trasmitiran una fe que sus progenitores no les enseñaron con su ejemplo.
Quizás una vez más sea menester recurrir a San
Pablo como lo hizo el papa Benedicto XVI en su oportunidad al decir que:
"En el capítulo
cuarto de esa carta el Apóstol nos dice que con Cristo debemos alcanzar la edad
adulta, una fe madura. Ya no podemos seguir siendo "niños llevados a la deriva y
zarandeados por cualquier viento de doctrina" (Ef 4, 14). San Pablo desea
que los cristianos tengan una fe madura, una 'fe adulta".
En
conclusión a
los primeros analfabetos religiosos a los que hay que volver a mandar a
formarse en la fe son los adultos.
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