"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Friday, June 29, 2012

Coraje de decir la verdad

Es posible y no por ello censurable que algunas personas estén en desacuerdo que afirme que Estados Unidos es un Imperio, que actúa como policía del mundo sin apegarse a unas obligaciones internacionales. Sin ahondar demasiado es mi impresión que su historia como imperio hasta ahora se puede dividir en tres grandes ciclos, uno primero que va desde los padres fundadores hasta el ataque japonés a Pearl Harbor, que corresponde a su consolidación; uno segundo que abarca hasta el 11S y, siguiendo con un tercero que llega hastanuestros días.

Una de las acciones imperialista estadounidense fue la invasión a Irak, quienes ofrecieron sin preguntarles a los iraquíes una vida nueva, sin agravios a los derechos humanos universales; la historia demostraría lo contrario. Para dar una visión humana he traído a mi memoria un artículo de la escritora Alia Mamdouh, que nacida en esta nación árabe le tocó vivir el área cero de su patria, tanto así de que hoy esta palabra “patria” no representa el sentimiento que la une a la tierra de sus raíces, ella prefiere referirse a Irak como su país con ello se “ahorra el tener que pensar en esos hombres de Estado Iraquí, el viejo y el nuevo, encerrados detrás del hormigón armado y los tanques norteamericanos, y cercados por un Tigris sometido”.

Poco después que el innombrable presidente de Estados Unidos invadiera Irak justificándose ante las NU con antecedentes falsos, respecto a la presencia de armas de destrucción masivas de carácter biológico, lo cual había sido establecido por inspectores calificados internacionalmente, Bernard Williams (2002) escribió un libro que muestra una sociedad contemporánea aferrada a dos corrientes, por una parte la que refleja la desconfianza creciente de la sociedad en general respecto al progreso científico y, en este sentido a valores como la racionalidad y la verdad. Por otra parte, los ciudadanos del mundo se sienten muy desconfiados de quienes ejercen el poder, quienes no son vistos como garantes de la verdad, esto alcanza a los científicos pero muy especialmente a los políticos.

A propósito de los políticos en mi país, quizás sea necesario previamente reconocer que puedo estar de acuerdo con una Senadora chilena legalmente designada aunque no elegida por los ciudadanos, que los problemas planteados por los movimientos sociales del país no se resuelven en las calles, pero ella debiera reconocer que sí es necesario solicitar su solución en ellas, pues es evidente que la representatividad  de las prioridades de la ciudadanía no están en Poder Legislativo y tampoco en el Gobierno actual.

Desde mis lecturas de las clases impartidas por Michel Foucault en el Collège de France casi al final de su vida y, que hoy podemos acceder gracias a la publicación de su libro “El coraje de la verdad”, en el cual Focoault mantiene su idea anterior de que la verdad no es otra cosa que un instrumento del poder, sólo que en tal afirmación tengo un desacuerdo con él, respecto a su posición de considerar que el poder es una expresión humana intrínsicamente maligna, lo cual es querer ver sólo una cara de la moneda.

Con ello dese afirmar que existen situaciones es que las personas deben actuar conforme a la parrhesía para defender su visión de la realidad, un ejemplo muy significativo ya que estamos en los tiempos históricos de Bush fue el que le ocurrió al periodista Ron Suskind quién fuera duramente reprendido por un asesor presidencial, para quien los periodistas viven en la comunidad oval basada en la realidad, creyendo erróneamente que su trabajo consiste en estudiar la realidad discernible, añadiendo textualmente que: “El mundo ya no funciona así. Ahora somos un imperio y, cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras ustedes estudian esa realidad, por muy juiciosamente que lo hagan, nosotros seguimos actuando, creando otras realidades nuevas, que pueden estudiar también, y así es como se esclarecen las cosas. Nosotros somos los actores de la historia…. Y usted, todos ustedes, se limitan a estudiar lo que hacemos”.

En palabras de Foucault tenemos cuatro modo de veridicción que implican personajes distintos  y que hablan de manera diferente, uno de ellos es el profeta que dice la verdad al develar en nombre de otro y enigmáticamente el destino. Tenemos el Sabio que habla cuando quiere en nombre de la sabiduría sobre el ser y la naturaleza. También está el profesor, el hombre del saber hacer que habla en nombre de una tradición científica y técnica. Y agregamos el parresiastés que dice la verdad en nombre de sí mismo.

Debo seguramente concordar con ustedes de que quién tiene por principio decir la verdad, no es una persona que la vaya a pasar muy bien. Un parresiastés no es una persona que se prive de hablar, muy por el contrario su deber y responsabilidad es estar constantemente interpelando con la mayor claridad posible. El decir veraz de un parresiastés no se focaliza en decir a la persona lo que es o son las cosas sino que lo ayuda a reconocer lo que él es.

Finalmente comprendo que hoy la verdad tiene muchas dificultades para abordar los desafíos que le impone el quehacer en la sociedad actual y, por tanto soy consciente que he dejado fuera el análisis filosófico sobre la necesidad de la verdad en el contexto de mundo posmoderno, siendo una evidencia que la verdad no se nos aparece como única, sino que se muestra como una pluralidad de verdades, cada una asertiva a su ámbito, pero no por ello infalibles pues todas están sometidas a un continuo proceso de perfeccionamiento.


Aunque como dice H. Gardner no se trata de alcanzar “la Tierra Prometida de la Verdad Pura”, sino de avanzar a través de la historia en la dirección adecuada y, por ello mismo que concluiré con un pasaje relatado por Platón de la vida de Ciro el soberano persa, quien permitía en su corte que los inferiores gozaran de una parte de su libertad, lo que promovía en los soldados intrepidez y amistad hacia los superiores, pues Ciro autorizaba el hablar franco y honraba a quienes eran capaces de dar una opinión prudente y valiosa poniendo esta habilidad al servicio de la comunidad, esta actitud accesible a la parrhesía de Ciro permitió el crecimiento de los pueblos de su época, señalando que los imperios quizás no sean una organización sociopolítica inaceptable, claro está si es capaz de jugar en el marco de la parrhesía y con ello permitir a los seres humanos integrarse en la construcción de un camino hacia la verdad.

Tuesday, June 19, 2012

Padura: Yo quisiera ser Paul Auster

Quizás para un europeo no sea tan interesante recordar una estadía en París como a un latinoamericano como yo, por ello que el artículo de Leonardo Padura titulado “Yo quisiera ser Paul Auster”, me provoca un sentimiento de nostalgia seguido del goce que me regala el recuerdo ante la experiencia de emerger de la estación  Saint-Germain des Prés del Metro de París, avanzar por el boulevard hasta la rue Saint-Benoit para introducirme en Café de Flore.


Tiene mucha razón Padura uno “quisiera ser Paul Auster” y envidiarle los años que paso en la ciudad luz; tampoco lo soy, pero si me he sentado en el café de Flore para ver ese París que vieron Sartre y Simone de Beauvoir. Por cierto que no me interesó el frío que calaba los huesos, ni que el cielo fuera siempre gris, pues concuerdo con Leonardo que cualquier aspecto negativo es de sobra compensado por sus “maravillosos museos, edificios y croissants”.

Realmente es muy interesante leer este artículo de Padura, es como estar en el malecón de La Habana y ver la Isla con sus sentidos, de aquí que sólo extraeré un párrafo que les muestra esa mirada personal, de un escritor cubano que decide por la razón que fuere vivir y escribir desde su país, que no por ello está exento de arrastrar consigo la situación política y económica cubana, conocida por nosotros los afuerinos.


Vamos al texto ofrecido: “Pero, ya lo saben, no me llamo Paul Auster y mi suerte es diferente. Apenas soy un escritor cubano, mucho menos dotado, que creció, estudió y aprendió a vivir en Cuba (por cierto, sin la menor oportunidad de soñar siquiera con irme una temporada a París, por más provechoso que resulte irse a Paría) entre otras razones porque no hubiera podido irme a París, pues vivía en país socialista en donde viajar –olvidemos por ahora el dinero- requería y requiere de autorizaciones oficiales. Un cubano que tenía que estudiar en Cuba y, cada año, pasar voluntariamente un par de meses cortando caña o recogiendo tabaco, como le correspondía a un germen del Hombre Nuevo, el cual se suponía yo debía desarrollar. Pero, sobre todo, porque como soy un escritor cubano que decidió, libre y personalmente y, a pesar de todos los pesares, seguir viviendo en Cuba, estoy condenado, a diferencia de Paul Auster…..”

Sunday, June 17, 2012

Hacia la Trascedencia acompañado por Levinas

En mi viaje hacia el interior he traspasado las puertas de Delfos llevándome consigo su mensaje; Conócete a ti mismo, no he podido liberarme de él, tan así que ha impregnado mi conciencia que en lo profundo de mi subjetividad busca sentido a su existencia, la respuesta anhelada es descubrir el grial de la trascendencia…

Por cierto no debe ser algo extraño que mi humanidad tenga la necesidad de experimentar la trascendencia y la vía sea a través de constatación plena de esa subjetividad  que  vive en el tiempo y que se dirige al infinito.

No me es posible hacer este camino sin apoyarme en un maestro que me de soporte filosófico,  para atisbar una respuesta ante una problemática de tal envergadura, he acudido a  Emmanuel Levinas  aunque él nos abandonó su pensamiento sigue vigente, en tanto sus ideas son una herramienta que responden a la necesidad imperiosa de una alternativa esperanzadora para dar respuesta a los problemas de un mundo actual en que la violencia y la inequidad atentan contra el desarrollo y sobrevivencia  humana, la cual se nos aparece aquejada por diversos conflictos que nublan nuestra felicidad.

Es que Levinas es aquel filósofo que propone con absoluta gratuidad, un sistema filosófico en el que el fundamento de la subjetividad es el acto ético de reconocimiento y acogida del Otro, lo que se constituye en la  vía y condición menesterosa para la Trascendencia. Necesito a Levinas  para superar los estragos de un humanismo agnóstico, que ha centrado la forma de pensar del hombre en un individualismo exagerado,  convirtiéndolo en un sujeto racional y egoísta que nos  lleva  hacia una aniquilación de la diversidad, lo cual se aleja de la opción ética de oponerse a la violencia reconociendo al Otro en un acto de respeto fraterno, en palabras del mismo Levinas promover un humanismo del otro hombre.

De las lecturas de este maestro emerge la condición de que no vivimos para morir sino que vivimos para amar, no es tanatos quien nos gobierna por que lejos está éste de ser el "aquí y ahora", por el contrario es eros quien domina nuestro tiempo presente, pues el tiempo para el sujeto es únicamente presente, es decir acto no potencia. El tiempo es así obra de la subjetividad en tanto el ser humano es capaz de abrirse un lapso, entre su nacimiento y su muerte, en el que puede crecer su libertad y su conciencia. La conciencia es precisamente esta capacidad de invertir el tiempo natural y continuo para volver atrás: es esencialmente memoria.

El porvenir es lo otro que se apodera de nosotros por ello es imposible hablar de tiempo a partir de un sujeto solo cuya duración es personal. De esta manera para este filósofo el porvenir es lo otro, el porvenir se define por la alteridad y, por tanto, la relación con el porvenir es la relación con otro. Concibe al tiempo como un nuevo nacimiento en tanto es un impulso hacia el exterior que nos enfrenta y remite a una relación cara-a-cara con otro en el presente.
Para Lévinas la trascendencia requiere la independencia que se da a partir de la exterioridad, requiere que los sujetos participantes en una relación cara-a-cara mantengan la separación y a la vez puedan relacionarse y trascender. La trascendencia no es una transportación como cambio de condiciones, de estado, sino que es una trans-sustanciación que se da a partir del rostro como expresión, como revelamiento del Otro que instaura el discurso, el respeto, la enseñanza y en ese sentido la relación ética. La trascendencia es por tanto, además de una categoría metafísica, una categoría ética y asimismo una categoría de sociabilidad.

Para Lévinas la trascendencia o metafísica “...designa una relación con una realidad infinitamente distante de la mía, sin que esa distancia destruya sin embargo esta relación y sin que esta relación destruya esa distancia, como se produciría en las relaciones interiores al Mismo; sin que esta relación llegue a ser un traslape en el Otro y confundirse con él. En tal sentido la trascendencia que nos propone este filósofo, no implica que uno de los términos sea subsumido en el otro, sino que se mantenga la separación entre ambos, para que no se dé la totalización ya que ello determinaría que se perdería la alteridad.

La trascendencia, más allá de la muerte, se da en la unicidad de mantener una relación personal con la alteridad del acontecimiento, con la otredad. De esta manera en el eros considerado como amor aparece pura la alteridad del otro en sentido positivo. La postura fenomenológica de Levinas propone que es la materialidad la primera condición para que pueda haber un diálogo entre el Mi-mismo y el Otro, por lo que es la sensibilidad y no la razón la vía que permite acceder a la alteridad, a través de la corporalidad.

El sujeto en Levinas es eminentemente un sujeto corporal, encarnado y la corporalidad no es contingente sino fundamental para el sujeto concreto, antes que mente el sujeto es cuerpo. Es así como el cuerpo supone tanto la posición y la adquisición de una visión que se sustenta por la propia corporalidad que permite asumir la exterioridad, en que el Mismo determina y es determinado por el Otro.

De aquí que la corporalidad es posibilidad de percepción que deriva en sentido, de constitución de la subjetividad; este maestro nos ofrece una argumentación  en contra de la tesis tradicional de que la conciencia es la que asigna el sentido, la cual derivó en un sujeto racional, cerrado sobre sí mismo, sobre su interioridad; es interesante y de gran importancia recordar aquí, que para este pensador la sensibilidad no es una razón ciega, ni una locura, ya que está antes que la razón; “el sentir no busca la relación con la totalidad sino mantenerse en la separación del ser; la sensibilidad es el contentamiento mismo en lo que es sentido.

El tiempo ya no es Bergsoniano,  la idea de Levinas es que este emerge con el advenimiento del otro, buscando equilibrar un concepto cuantitativo (chronos) con una visión más cualitativa del mismo (kairos).  Si esto lo analizamos desde la perspectiva del desarrollo filosófico occidental; a partir de las afirmaciones de Fredy Parra, tenemos que la tradición judeocristiana comprende el mundo como historia donde esta es el tiempo vivido por la libertad; siempre visitado por la eternidad, que se constituye a través de la encarnación, resurrección y cercanía del Reino de Dios en momentos estelares de la presencia de Dios en la historia.

Es claro que debo seguir mis lecturas de Emmanuel Levinas ……..

Sunday, June 03, 2012

Mi mundo de la palabra

Acomodado en el bergere de mi casa al interior de la biblioteca participo de esa sensación de ser parte de una comunidad de escritores, poetas, ensayistas en las áreas de la teología y la filosofía. Reflexiono en compañía de sus libros dialogando con sus textos mientras releo sus páginas y me pregunto: ¿De qué sirve esto?
Consideremos que nuestra sociedad muestra una tendencia importante a valorar aquellas cosas que poseen un consumo práctico, y especialmente si tal posesión permite al consumidor vivir un status social de una pertenencia deseada. Sumase que he opinado en otras ocasiones, lo mal que nos a hecho esa norma de sociabilidad que prohíbe hablar de política y religión, lo que ha dejado hasta ahora como tema recurrente el fútbol, lo que al parecer tampoco será por mucho tiempo.

Parece no haber duda de que soy un ser solitario que camina por una senda encefálica que muy pocos recorren, es una vía kafkiana con una señalética Proustiana que se completa con un ambiente dostoievskiano, que a veces dificulta mi regreso a casa. Por un instante miro a mi alrededor las columnas de libros, mi memoria intenta parodiar a Sócrates reconociendo que he llegado a saber de tantas materias, que han acrecentado proporcionalmente mi ignorancia. Es una gran paradoja que hoy: “sólo sé, que no se nada”.

Saco un libro de la estantería abriendo al azar una de sus páginas, se trata de una epístola a Paulino escrita por San Jerónimo, la releo por unos minutos y me detengo al oír la luz de mi alma  que en su puerta de entrada a colgado un letrero que dice: “Se busca Maestro para este ser, no importa la materia”… Pienso y pienso, dándome cuenta que ella ha comprendido que no puedo ir tras una materia, sin que vaya algún maestro mostrándome la senda…

Recojo mi sombrero y me dirijo al café, mientras saboreo un expresso tomo conciencia como los transeúntes usan las diversas calles de la ciudad. ¿Diversas? Quizás también ellos estén marcados por la rutina exterior, desde el hogar al trabajo o al mall, para luego retornar portando sus bolsas con las marcas impresas, sin que esta publicidad se refleje en un descuento adicional. Extraigo de mi bolso un libro y vuelvo a mi mundo de la palabra escrita, en la esperanza que encontraré el camino de regreso a casa.