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Séneca

Saturday, October 09, 2010

Bicentenario: Patria y globalización

Nuestro país a lo igual que otros estados latinoamericanos ha iniciado el año 2010 lo que ha denominado las Fiestas del Bicentenario, reconociendo que es un aniversario polémico en cuanto al rigor histórico de lo que realmente se celebra. Esta polémica la dejaré sin comentario pues tengo la intención primaria de desarrollar una perspectiva que se relaciona más con el concepto de patria, y su particular significado en un mundo globalizado como el actual.

A partir de una mirada Heideggeriana es atendible que nos encontramos desde la perspectiva geográfica en un territorio en el cual se desenvuelve nuestro Ser-en –el-mundo, y en este sentido para sentir el sentimiento de patria debiera decirse de manera más arraigada como nuestro ser-en-Chile, pues con ello estaríamos mostrando la capacidad de concebir una idea común sustentada en una cultura de lo chileno en estos doscientos años de sedentarismo patriótico.

La pregunta que me hago en este comentario, es si este sedentarismo patriótico es sustentable o es realizable en el contexto de un mundo globalizado, teniendo a la vista la actitud que tienen las nuevas generaciones ante los conceptos de dualidad tierra-patria, especialmente cuando nos enfrentamos a una juventud actual que se siente ciudadana del mundo, y que actúa dejando el concepto de patria para las competencias deportivas internacionales, en el cual la pasión del éxito deportivo da la oportunidad de mostrar los anquilosados signos nacionales.

Cabe reflexionar si es posible seguir imponiendo una visión patriótica en la que anclemos nuestro ser a un suelo determinado, dándole la espalda a un mundo en la cual las fronteras geográficas tienden a desaparecer bajo la marea de la globalización. Es poco factible rechazar que se ha iniciado un cambio en el quehacer nacional hacia interior de nuestros países, donde el arraigo nacional ha tendido más hacia un desarraigo, en la cual las costumbres autóctonas sólo son vigías de una ética chilensis.

Deseo aclarar que no significa lo anterior que deba olvidarse a los forjadores de una patria, muy por el contrario, lo que sí no se puede propiciar que la vida de ellos y los contextos en que demostraron su heroísmo son circunstancias repetibles, esto sería una error que podría afectar crecimiento e integración futuro entre países geográficamente cercanos. Lo que sí es recomendable hacer es capitalizar los ejemplos valóricos que tales próceres ilustres legaron como patrones actitudinales, pues en mi opinión el concepto de patria no impide que los países vecinos que en el pasado se hubiesen visto enfrentados a hechos sangrientos, no pudiesen superar racionalmente sus pasiones chauvinista, a través de la transformación de sus conflictos pasados en historia.

Por otro lado, también parece necesario opinar que dentro de una patria hoy aparecen sub-patrias, principalmente étnicas que buscan revindicar territorios, y lo que ha ido generando un ambiente legislativo que se centra en las personas involucradas más que en sus actos, y ello conlleva perder el sentido de hacer justicia considerando las conductas voluntarias reales de un sujeto que delinque, desligando así un aspecto tan importante como es la finalidad del acto con que se afecta al otro. No es la condición étnica o creencia la que debe considerarse para perseguir delitos de manera legislativa, de hacerlo no se condice con un sistema procesal moderno.

En el camino histórico de la transformación de la conciencia de los estados nacionales modernos, se promovió un apego a ciertas condiciones de territorialidad que permitió el desarrollo de una idea de espacio que buscaba identificar a los ciudadanos que lo habitaban o cohabitaban con un lugar; en otras palabras procuraban un estar-consigo-y-con-los-suyos, entregándole una especie estructura de seguridad, que aseguraba un residir al calor de un hogar a la mayoría de sus habitantes. Es esto lo que la marea globalizadora derriba generando un sentimiento en las personas de desasosiego, que los impulsa a salir más allá de sus límites territoriales, con ello se deshace el vínculo entre tierra-hombre, generando una estructura social de sobrevivencia que se muestra en una polaridad, que se mueve entre un sentirse parte de un espacio territorial o no sentirse parte de él.

En América latina de hecho nos hemos vistos a partir de la conquista europea afectado por migraciones que por largas décadas han mantenido cierta unidad de sus tradiciones, participando en diferentes entidades que propiciaban el hecho nostálgico de la relación perdida de espacio y de estar-en-él, hoy sus nuevas generaciones tienden a conservar estas raíces más como un recuerdo en actividades festivas, que para proyectarlas en su futuro en la sociedad que habitan.

En este mismo sentido las migraciones actuales producto de la globalización ha promovido, una migración importante de personas que buscan nuevos espacios para desarrollarse, orientándose a la mejora social de sus condiciones territoriales de origen, lo que implica que ha empezado a tambalearse el vínculo espacio y sí-mismo, la tendencia moderna apunta hacia que este último emerja como un espacio caracterizado por lo poliétnico y que se muestra como una desterritorialización progresiva.

Desde esta perspectiva los estados nacionales modernos cuando hablan de patria, se están inclinando hacia un concepto donde el territorio se abre hacia la convivencia regional, es un hecho que los pueblos tiende a desautorizar a sus gobernantes y políticos que proponen la violencia para la defensa de la patria, producto de la actual movilidad transnacional sin precedente en la historia a la cual nos enfrentamos, lo que determina la relativización de la dualidad territorio-hombre.

Quizás mi opinión de que los Mall o centros comerciales sean hoy un espacio representativo de lo que podríamos denominar como la tierra privada de nadie, convertidos en espacios destinados mayoritariamente al tránsito peatonal, y por cierto en ocasiones bastante menores a la compra de artículos de potenciales necesidades sociales. Al parecer no cabe duda, que estos espacios sin-sí-mismo mantienen ambientes atrayentes que pretende atraer al ser humano posmoderno, sin promover un arraigo más que suficiente para que se genere como producto el consumo de los paseantes, es decir al final de la jornada su existencia se conserve inhabitable como una localidad de nadie.

Es así que estos paseantes que a las horas pico repletan sus pasillos y tiendas, son la muestra palpable que nos recuerda por momentos el pasado de hacinamiento sedentario que constituían nuestra sociedad antes de la globalización. Hoy los sociedades aminoran sus vínculos de sí-mismo con los espacios territoriales, reflejo que permite predecir que en lo futuro no será sustentable seguir confundiendo la relación tierra con sí-mismo.

La sociedad posmoderna derriba los límites territoriales permanentes, motivaciones como el etnocentrismo caen ante la globalización, lo que antes se entendía y se vivía como patria, queda atrás como un sentimiento de haber superado una barrera para ir más allá. Por cierto que esto no está ausente de traumas de identidad del sí-mismo, que trata de adaptarse a este más allá, de hecho una cosa es desear liberarse y otra vivir la liberalidad, especialmente alejados de símbolos digeridos en los procesos de formación patrióticos de los estados nacionales originarios.

Los posmodernos buscan sobrevivir sus éxitos desde una perspectiva individualista, desligándose de sus cuerpos sociales aspecto que los norteamericanos a partir de su independencia han promovido como fundamento esencial del contrato social. Si observamos nuestra sociedad podemos conjeturar que la participación como comunidad aflora en los espacios de minorías solidarias, religiosas y clubes que van de la dieta hasta lo gimnástico, y lo que nos une no es un sentimiento colectivo nacional permanente, sino que salimos al encuentro de una sociedad en que prima el individuo relacionado a la infidelidad con los espacios, claro esta que hay excepciones como algún mundial deportivo.

Finalmente, parece atendible en este mundo globalizado el tener presente la recomendación sabia de aquel emigrante que exclamaba Cicerón: ubi bene ibi patria, teniendo en consideración que esta última no conserva la fuerza cardiaca del pasado, y haber nacido en un espacio parece ser nada más que un hecho circunstancialmente azaroso.

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