"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, April 25, 2010

La empresa: ¿Consciente de los valores?

Francisco de la Fuente V.

No me parece transparente la manera en que la sociedad demanda de las empresas productivas y de servicios que actúen con “Responsabilidad Social”, cuando la mayoría de sus decisiones se dan en un ambiente de estrés competitivo, en el cual el ánimo de sus trabajadores poco importan si al final del día lo único que cuenta es la rentabilidad de la compañía.

Para nadie debiera ser un problema ni menos un misterio identificar que esta rentabilidad, se da en un contexto en el cual el principio rector; que por más que se evite enunciarlo, no deja de ser otro que el “el fin justifica los medios”, el cual esencialmente se ajusta a las actuaciones de un egocentrismo empresarial que basa el logro de la felicidad en el éxito de esa rentabilidad empresarial.

Sigo preguntándome como una empresa puede darse el lujo de permitirse una actuación ética, cuando su mundo es la competitividad mal entendida en la cual reina la ambición y la codicia, las cuales al fin y al cabo desde la perspectiva de las experiencias personales de sus ejecutivos, han asegurado históricamente su solvencia. Una cosa es lo que se hace a su interior para asegurar sus nichos en el mercado y otra es la que se muestra al momento en sus spot publicitarios.
Declarar una misión y visión empresarial no pasa la mayoría de las veces de ser una declaración de buenas intenciones, ya que poner en práctica lo declarado deberá pasar por la criba de su éxito financieros y en ningún caso por estar en contacto con sus valores declarados.

Por ello es que la sociedad le es tan importante el concepto de calidad y que esta pueda ser controlado por los consumidores mediante un indicador que transparente el quehacer empresarial interno de los productos y servicios que se nos ofertan en los mercados. Quizás con esto se abra una esperanza para que estos consumidores obliguen a las empresarios a acercar sus empresas hacia la aplicabilidad de lo que entendemos conceptualmente por Responsabilidad Social Empresarial. Pues en el proceso de autoevaluación para la búsqueda de un proceso productivo de calidad, puedan contar con la oportunidad de conocer y tomar conciencia por sus administradores de que ¿Para qué hacen lo que hacen y a quién benefician?

Cabe precisar que no son las empresas las que deben tomar conciencia al responder estas interrogantes, sino que sus administradores quienes en sus proyecciones laborales no debieran soslayar la importancia valórica de su quehacer empresarial, donde uno de los aspectos es que debieran preocuparse por promover el desarrollo digno del ser humano, resguardando y protegiendo el sentido laboral de su capital humano.

Diversa revisión de la literatura especializada en esta área muestra que el éxito empresarial es más proclive a ser sustentable en el tiempo, si los trabajadores laboran en un ambiente en el cual sus aspiraciones tengan la potencialidad de ser satisfecha, lo cual de forma ineluctable generará un clima laboral proactivo hacia la productividad y creatividad en el quehacer empresarial.

Los fines de lucro extremos como todo extremismo siempre aparecerán como obstáculos en una organización empresarial, que busca que surja un espacio de manera natural y no impuesta para el desarrollo de una cultura valórica de su quehacer. En definitiva quizás lo que debamos pedirles a la empresas productivas y de servicios, que más que ganar dinero lo que debieran hacer es crear más riqueza, lo que en mi humilde parecer es muchos más sabio.

Friday, April 16, 2010

Pensando que opción elegir…

Hace unos días atrás releía un texto escrito por un muy querido amigo que por estos días se encuentra destinado en tierras europeas, en sus líneas nos recordaba esos momentos de nuestras vidas en los cuales nos enfrentamos a la pregunta radical de que nos anima a dar la vida, o quizás orientar nuestro quehacer hacia el amor fraternal y solidario que nos compromete con la existencia del “otro”. Como buen sacerdote que cumple con su misión de proclamar la buena nueva, sus frases se sustentan en revivir los pensamientos previos de Jesús, ante las consecuencias inevitables de su decisión de mantener su predicación que anuncia el Reino de Dios.

Cuanto me ayuda terrenalmente el entender la importancia de que aquello que nos motiva a vivir sea un objetivo que se encuentre más allá de uno mismo, que este devenir se revele como una fuente de energía divina que nos permita alcanzar un mejor futuro de todos los seres humanos, y además integremos que cada uno de nosotros lo importante que somos en la construcción de un mundo mejor, desde nuestros lugares y época en que se nos ha dado la oportunidad de vivir.

No obstante la vida diaria nos depara dificultades que sus causas están más allá de nuestras posibilidades resolverla, y reconociendo esta imposibilidad humildemente recurrimos en muchas ocasiones; quizás demasiadas, a la ayuda de quienes pueden y muchas veces deben, dar soluciones que permitan el desarrollo de entornos creativos de desarrollo. Cuando de manera reiterada esta ayuda no fructifica lo que inevitablemente ocurre, es que aquellos equipos de trabajo que tanto costo ha tenido el llegar a conformarlo, se ven dispersado por la necesidad de su capacidad intelectual de buscar nuevos horizontes que los valoren en su justa consideración.

Es muy triste saber que la impotencia no esta dada por una decisión de abandonar todo esfuerzo, por un sentimiento pesimista de una derrota, que marca más probabilidades de cumplirse que de vencerla. No, lo angustiante es saber que se tiene las potencialidades de alcanzar la victoria, y no poder hacer nada para lograrla, mi manera de ejemplificarlo mejor es con el siguiente aforismo con el cual puedo señalar que en términos de resultados no es suficiente ser un experto gladiador, pues ello de nada vale sino se le otorgan las herramientas para demostrarlo.

Se me viene a la memoria una vieja lectura que siempre me ha impactado en lo personal cuando nos referimos al humanismo, y que apunta hacia esa situación humana o nada de humana de aquel relato de un campo de concentración de prisioneros de guerra en el cual el trato había llegado a límites inaceptables para una comunidad de homo sapiens, fue así como una tarde apareció un perro vagabundeando entre ellos, respondiendo con efusivos ladridos ante los alardes de comunicación de esos hombres prisioneros. Pasado unos días desapareció no volviéndose a verse más, dejando como primera reflexión de que él con su cerebro perruno tenía más capacidad de reconocer a los humano que el propio cerebro de esos hombres que no podían ya percibirlo, y como segunda reflexión que cuando la esperanza se acaba perdemos el sentido de nuestra existencia.

Quizás para algunos sea un absurdo que Jesús no haya evitado su crucifixión, cuando era evidente que sus acciones y palabras lo encaminaban a ese hecho inevitable, ¿Por qué no lo hizo? La respuesta la encuentro en el mismo texto del sacerdote amigo citado anteriormente …. “Jesús decide ir a Jerusalén, y lo hace con la vista en el rostro del Padre y con la vista en el rostro de hombres y mujeres concretos de la historia. Cuando Jesús elige, lo hace por gente concreta. Gente concreta que le grita desde el corazón, que le pide que siga caminando por ellos”…

Es aquí cuando pienso que al elegir un camino debemos hacerlo teniendo en consideración los cientos de alumnos que confian en nuestras decisiones y de las cuales su futuro profesional es un compromiso asumido por cada uno de nosotros al momento de ingresar a la academia.

Friday, April 02, 2010

Benedicto XVI: Un pastor para tiempos difíciles

Francisco de la Fuente Vásquez

En estos días vivimos días de profunda meditación cristiana, especialmente si nos atenemos al sentido que San Pablo le legó pastoralmente a las generaciones seguidoras del mensaje de Jesús, al considerar como lo más relevante a Cristo Crucificado y su posterior Resurrección. En cierto modo San Pablo es quien da los cimientos de lo que ha sido históricamente el desarrollo de la Iglesia Católica Apostólica de Roma, esta Iglesia que hoy parece enfrentarse a una vorágine que ha obligado a sus autoridades eclesiásticas a olvidar la consabida actitud de acogerse a la estrategia vaticana, o en otras palabras a seguir el camino de lo que en el mundo cotidiano se llama la “diplomacia vaticana”.

La comunidad cristiana demanda una respuesta oportuna desde la perspectiva humana y de la fe, para situaciones tan graves en las cuales se han visto involucrados hombres que ejercen cargos religiosos en la Iglesia Católica. Antes de avanzar, estimo necesario señalar que en este tema de los abusos sexuales concuerdo con el Papa Benedicto XVI que no es una problemática específica de la Iglesia, lo que indudablemente no representa una justificación de la fragilidad humana en la perspectiva de la teología cristiana del pecado. Lo preocupante es que sean sacerdotes y religiosos que hayan abusado de niños y jóvenes indefensos, y que una vez descubiertos los hechos estos no hayan sido enfrentados adecuadamente por autoridades de la Iglesia.

Quizás en este momento uno debiera no darle la razón circunstancial a Hans Küng cuando planteó en momentos previos a la elección del actual Papa, la inconveniencia de que esta recayera en el Cardenal Joseph Ratzinger, considerando sus actuaciones en su cargo como Prefecto para la Doctrina de la Fe. Sin embargo, tengo la impresión que eso muy por el contrario hoy se ha convertido en una fortaleza que permite que la más alta autoridad de la Iglesia Católica tenga las condiciones para enfrentar con entereza y realismo histórico estos difíciles momentos.

Benedicto XVI es el Papa, lo cual representó desde el mismo instante de su elección una nueva vida para un hombre religioso como era hasta ese momento el Cardenal Ratzinger. De aquí que estimo que en la comunidad cristiana no debe caber duda que este teólogo tiene las condiciones para enfrentar y guiar pastoralmente en estos ingratos momentos al pueblo de Cristo. De hecho, la manera como se ha venido desarrollando las audiencias y cartas pastorales de Benedicto XVI uno puede identificar claramente las motivaciones y directrices del teólogo que hay en él.

Un aspecto de su entereza queda plenamente demostrado en la carta que dirige a los católicos de Irlanda, en la cual pone de manifiesto su capacidad intelectual para transparentar el proceso de reconciliación, manteniendo intacta su autoridad pastoral al atender y dar testimonio convincente de su preocupación desde la perspectiva de la fe, recordando el pasaje bíblico de la “Roca de la que fuisteis tallado” (Isaías 51,1) y los santos que han dado su ejemplo heroico a la Iglesia y a la humanidad.

Su entereza continua cuando señala su vergüenza y el remordimiento ante tales abusos, para lo cual no escatima en nombrarlos como actos pecaminosos y criminales, los cuales pueden haber llevado a algunos fieles a rehuir la entrada en una iglesia. Por ello exhorta a los sacerdotes a recordar la figura de San Juan María Vianney, quién comprendía la misión del sacerdote como aquel “que tiene la llave de los tesoros de los cielos: Es el que abre la puerta , es el mayordomo del Buen Dios, el administrador de sus bienes”. De aquí que en particular se dirija a los sacerdotes y religiosos que han abusado de menores, expresándole que han traicionado la confianza de la cual deberán responder ante Dios y los tribunales debidamente constituidos.

Además encontramos el realismo histórico con que el Papa Benedicto XVI enfrenta la insinuación lógica de cierta comunidad cristiana, que reclama una renovación del cristianismo apartado de las jerarquías y dogmas. Su Santidad ha respondido a esto con una lección de teología histórica, señalando que el secreto del buen gobierno “es sobre todo pensar y rezar”.

El Papa nos recuerda la vida de San Buenaventura y la contraposición que vivió en su tiempo con Giocchino da Fiore, en la cual encontramos una reacción semejante a la invocación de una purificación generacional y radical de la Iglesia, que promueva un cristianismo espiritual hecho de puro evangelio sin jerarquías ni dogmas. De aquí que Benedicto XVI implique que del espiritualismo a la anarquía el paso es breve, y San Buenaventura en su tiempo lo consideró de esta manera, lo que lo llevó a declarar que “gobernar no coincidía simplemente con hacer algo, sino que era sobre todo pensar y rezar”.

No me cabe duda que el Papa Benedicto XVI nos ha entregado una lección muy importante sobre como enfrentar las encrucijadas de una institución tan importante socialmente a nivel mundial, separando los actos de sus miembros y comunidades particulares que han olvidado por algún momento su misión.

A su vez esta lección ha continuado al mostrar la humildad necesaria para mantener la vigencia de la Iglesia y conservar su autoridad pastoral, reivindicando el ejemplo de San Buenaventura respecto a la necesidad práctica de la estructura y de inserción de la realidad de la iglesia jerárquica, teniendo en consideración que su fundamento debe encontrarse en las enseñanzas de Jesucristo.