"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Wednesday, August 05, 2009

Una mirada aristotélica a cómo aprendemos
Francisco de la Fuente V.


Es interesante reflexionar en nuestro trabajo de docente universitario, sobre la orientación que ha tomado hoy el quehacer académico en lo que se refiere al proceso de enseñanza aprendizaje, especialmente cuando aseveramos que él esta centrado en el estudiante. Quizás para la gran mayoría de estos docentes les parecerá obvio que sea el alumno el punto de convergencia del proceso de enseñanza aprendizaje, en su calidad de cliente de los centros educativos. Sin embargo, tengo mis aprensiones que esa mayoría porcentual se replique entre los estudiantes, respecto a que tengan un real conocimiento de lo que implica su responsabilidades en dicho proceso.

Mientras los académicos universitarios se esfuerzan por realizar talleres que les permitan adquirir las competencias y habilidades para transferir los conocimientos de cada una de sus especialidades, los estudiantes escasamente se preocupan de aprovechar las oportunidades de cursos gratuitos, que buscan apoyarlos en técnicas que mejoren sus aprendizajes significativos, es decir más parecieran desear saber que saber.

Hace unos días atrás aprovechando los espacios que nos deja el periodo de vacaciones de nuestros estudiantes, releía ese grandioso libro que es la Metafísica de Aristóteles, que tiene la particularidad en su capítulo primero de analizar el saber y su sentido en la búsqueda de la sabiduría, emergiendo seis figuras del saber que corresponden en una gráfica piramidal a la Sensación, Memoria, Experiencia, Ciencia Práctica, Ciencia teórica y que culmina en su vértice superior en la Sabiduría. La genialidad inicial de Aristóteles es su enunciado de que “Todos los hombres desean por naturaleza saber” (980a).

Quizás entonces no es temerario afirmar que está en nuestra naturaleza el saber aprender, el cual se inicia con la figura de la sensación que se evidencia como fenómeno vital, que añadida al deseo se integran en un ingrediente original del conocimiento. Es claro que el saber tiene como punto de partida la sensación, al producirse una recepción a través del sistema cognitivo de una impresión externa que acredita una realidad, que aunque no es el saber mismo se nutre para constituirse en saber, el cual por la operacionalidad inteligible del ser humano le permite descubrir la intimidad trascendente de cada ser, lo no es otra cosa que su propia universalidad. Por ello no debe extrañarnos que Aristóteles sancione finalmente que “La sabiduría es una ciencia sobre ciertos principios y causas” (982a), pues una cosa el “deseo de saber” como naturaleza y otro la sabiduría que descubre los “principios y causas”.

Esta problemática se agudiza si nos preguntamos docentes y alumnos ¿Cómo se aprende?, derivando de que de los párrafos anteriores pareciera obvio que estos saben aprender, lo cual demuestran cotidianamente en sus habilidades para comunicarse o trasladarse por su esfera o isla, pues en esto sostengo el concepto de Sloterdijk que los hombres nunca han vivido en relación inmediata con la llamada naturaleza y en particular, sus culturas jamás pisaron el suelo lo que los a llevado a prosperar en invernaderos de su atmósfera autógena.

Una perspectiva que puede ayudar a resolver la interrogante de cómo se aprende, es adentrarnos en un campo que corresponde a la filosofía de la mente, de la cual aquí solamente he esbozado el enfoque aristotélico someramente, entendiendo lo importante que pudiera ser el resolver la problemática filosófica de las relaciones entre las operaciones cognitivas y la actividad cerebral, lo cual excede la posibilidades de extensión de este comentario.

Lo que si estamos en condiciones de señalar que para responder a la interrogante de saber cómo se aprende, necesitamos entender que al aprendizaje le es necesario el fijar primeramente ciertos objetivos que tengan como fin alcanzar aprendizajes significativos, en lo cual no se puede soslayar la acción consensuada en la motivación de alcanzar logros comunes, entre los actores del proceso de enseñanza aprendizaje.

Otro aspecto clave es la práctica que es un elemento primordial en el logro de aprendizajes significativos, pues no sólo de los aciertos sino que también de los errores se aprende, así generamos experiencias de aprendizajes que involucran los saberes hacer y saber ser, al tener que enfrentar la menesterosidad humana de los yerros.

En definitiva si asumimos la responsabilidad de diseñar programas, curriculum o cualquier experiencia de aprendizaje, no podemos obviar el saber cómo se aprende, como tampoco el alumno es un ente pasivo ante un proceso de enseñanza aprendizaje centrado en él, y menos olvidar que hace más de 2000 años Aristóteles afirmaba que "Lo que tenemos que aprender lo aprendemos haciendo".

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