"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Tuesday, May 05, 2009


Mi perspectiva de las tentaciones de Job
Francisco de la Fuente V.

Poco antes de la Semana Santa Católica volví a releer el Libro de Job, para reencontrarme con esas emociones de un Dios que se permite a insinuación de Satán, someter a su siervo a una serie de injusticias que en definitiva muestran un Yahvé, que abandona su propio compromiso de defender al justo. Pero he aquí el problema de Job que se sabe inocente desde su perspectiva humana de todo acto inmoral, sin poder aceptar que Dios actué injustamente aún dándose cuenta que no esta en condiciones de enfrentar al Ser Divino y renunciar a su protección, de aquí que persevera manteniendo su fe de que es de Dios mismo de quien puede esperar una respuesta justa a sus quejas.

Desde la lectura bíblica veo emerger en Job al hombre contemporáneo que con sentido común duda y razona, cuando su vida cae en un abismo sin sentido, ante un Yahvé que no parece tener conciencia de si mismo, y por tanto no tiene obligación de comportarse moralmente, ni de cumplir sus propios compromisos con su pueblo ante la estirpe de David.
Me impresiona este Job que ha perdido no sólo sus bienes materiales, sino que todos sus hijos de manera trágica, que mantenga la fe y la esperanza en la justicia celestial, en otras palabras podrá no tener sentido los injustos castigos que provienen de la cólera divina, pero es incuestionable que su propia existencia solo tiene sentido, si su vida se orienta hacia el encuentro último con el Dios creador.

No puedo dejar de recordar el libro escrito por Carl Gustav Jung que denominó “Respuesta a Job”, en el cual muestra a un Yahvé especialmente contradictorio que pone a prueba la fidelidad de Job, concediéndole a Satán una libertad prácticamente sin restricciones, aspecto que determina un acto histórico para la humanidad, representado por un Yahvé antropomórfico que se obliga a redimir en las generaciones posteriores su injusticia ante Job, como su inconciencia en su esencia unitaria que lo lleva a no respetar sus propias compromisos de alianza con la casa de David, de aquí que un par de siglos mas adelante decida la entrega de su hijo que se hace hombre, para sufrir en carne propia la soledad y el abandono en el camino a la cruz, lo cual se sentencia al exclamar: “Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?”

A mi manera de pensar Jung es quien mejor puede guiarnos por el simbolismo que representa el Libro de Job para el mundo actual, mostrándonos el camino que nos lleve a liberar el trasfondo espiritual, que nos permita integrar el mal a través de la conjunción de principios alquímicos, que nos conduzcan hacia una convergencia de la conciencia cósmica.

Lejos está mi intención de hacer una apología del Libro de Job, pero estoy plenamente dispuesto a confesar que la considero como que una de las escrituras más recomendable de la Sagrada Biblia, especialmente porque de su lectura nos abrimos a encontrar respuestas, en tiempos como los actuales que están colmados de paradigmas postmodernos que nos impiden enfrentar con serenidad reflexiva la pregunta humana sobre la existencia de Dios, siendo por ello menester el ir más allá de las formas con el objetivo de revelar una respuesta de su verdadero significado, teniendo especial cuidado de recordar las palabras de Urs von Balthasar “La forma visible no sólo apunta hacia el invisible e inefable misterio; la forma es la aparición de este misterio y lo revela, al mismo tiempo que lo protege y lo oculta… El contenido no está detrás de la forma, sino dentro de ella misma”.
Este Dios que de manera misteriosa acepta jugar con la integridad de Job ante Satán, nos recuerda que Él nos muestra el bien y el mal para avisarnos que no sólo debemos amarlo, sino que además debemos temerle. El hombre no puede alegar inconciencia sobre este hecho, muy por el contrario recae sobre él la responsabilidad inexcusable ante el mal que Dios le ha permitido conocer y desarrollar como un instrumento de su poder terrenal, en otras palabras el ser humano es consciente de ello dependiendo de sí mismo el adelantar la Apocalipsis.

Comparto con Job su sentimiento de abandono al que es sometido por sus amigos cercanos, quienes aún conociéndolos, no creen en su inocencia sino que lo instan a reconocer su culpabilidad derivada de algún acto no justo a los ojos de Dios. Job no aceptará mientras tenga un soplo de aliento tal falsedad y mantendrá su pureza de espíritu, es cierto que dudará con honestidad y este es el ejemplo que nos regala a los hombres de nuestro tiempo en la búsqueda del sentido de la vida. En palabras de V. Frankl: “Como quiera que toda situación vital representa un reto para el hombre y le plantea un problema que sólo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede en realidad invertirse. En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido de la vida, sino comprender que es a él a quien se inquiere. En una palabra, a cada hombre se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida”.

Si Dios salva a Job finalmente, es que en su plan divino esta contemplado su voluntad de encarnarse en el hombre y para ello le da a éste la posibilidad de caminar hacia niveles superiores de conciencia. Parece evidente que hay seres humanos que desconocen este camino por una falta de conocimiento de su propia naturaleza, que de manera numinosa se presenta como el destino con sentido de su propia vida, de aquí que el hombre no sólo debe preocuparse por la naturaleza del Ser, sino que además debe procurar conocerse a sí mismo hasta tocar el trasfondo, es decir la iluminación como aquel proceso en el cual nos damos cuenta de la verdad de Ser.
Os invito a tentarse con la lectura bíblica del Libro de Job.



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