"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, November 12, 2006


Laicismo y el Islam
Francisco de la Fuente V.

Hace algunas horas agradablemente conversaba con el Mullah Mohamed Ibn Abdulláh, quién ha sido mi maestro por largos años, planteándole un tema de actualidad en política nacional referente al ámbito religioso, por ello le preguntaba cómo veía él la contraposición entre el mundo religioso y no religioso, o más precisamente entre la laicidad y la religión en el quehacer de la república. Con su perspicacia acostumbrada y guardando las formalidades de siempre antes de entrar a responderme me relató el siguiente cuento:

Una noche estaba el Mullah Nasrudin observado el firmamento, cuando sorpresivamente por entre los collados apareció la luna. Maravillado Nasrudin entró a una casa de té y declamó: "La luna es más útil que el sol". "
¿Por qué"? le preguntaron los que estaban en la casa de té.
"Porque por la noche todos nosotros necesitamos más luz."
Luego de un silencio necesario me contestó que acaso no había considerado que esa antinomia, no era un problema islámico sino judeocristiano occidental. Ciertamente tenía razón al hacer mi consulta no había considerado ese aspecto y por ende sus enseñanzas, respecto a los conceptos involucrados en el tema, especialmente en el caso del laicismo.

Así nos encontramos que en su origen histórico la religión y laicismo no eran términos contrapuestos, la palabra “laico” viene del griego laos (pueblo): el sufijo ikos (laikos) indica el hecho de pertenecer a un grupo. Los denominados Setenta que tradujeron la Biblia hebraica al griego no emplearon esta palabra, utilizada en cambio por los traductores posteriores (Aquila, Símaco y Teodoción), dándole el significado de algo profano no consagrada a Dios o simplemente útil para hacer la diferencia entre los fieles y quienes ejercían un ministerio eclesial. Con la posterior “clericalización” de la Iglesia y el sometimiento del poder temporal, es decir al poder espiritual de la Iglesia, ésta aplicó la teoría de las “dos espadas”: una, espiritual, en manos de la Iglesia; la otra, temporal, al servicio de la Iglesia.

Esto siguió radicalizándose cuando hacia fines del siglo XIII, Bonifacio VIII, retomando una frase del Concilio de Colonia de 1266, inicia la Bula Papal con la cual abre el conflicto con Felipe IV el Hermoso; rey de Francia, con estas palabras: Clericis laicos infestos oppido tradit antiquitas. No obstante el proceso de laicización no se detuvo, muy por el contrario continuó a través de los siglos siguientes, alcanzando un punto álgido con el Iluminismo del siglo XVIII y en las ideas de la Revolución Francesa, que desemboca en el siglo XIX en el inmanentismo absoluto, es decir, la negación de Dios como Ser trascendente y de todo vínculo de la realidad humana con Dios y la religión, lo que convierte a la fe en un asunto privado: el hombre desplaza a Dios, convirtiéndose en el punto de referencia y medida de toda realidad humana.

Lo anterior lo reconfirma K. Marx al expresar que, “el hombre es para el hombre el ser supremo”, el positivismo materialista se convierte en la ”religión de la Humanidad”, mientras el cientificismo agnóstico ocupa el lugar de la metafísica (la cual se queda sin espacio) y F. Nietzsche proclama “la muerte de Dios”, lo que nos lleva a un viaje a través del siglo XX y actual, teniendo como escenario la lucha irreconciliable del laicismo con la Iglesia y el cristianismo. No me cabe duda que esta beligerancia de ambas posiciones se da por un conflicto de intereses en la sociedad, en la cual no existe un proyecto social común, lo cual condiciona una ineluctable lucha por poder.

El Mullah Mohamed Ibn Abdulláh me manifestó que en su opinión no es correcto aplicar al Islam esta dualidad religión / laicismo, pues en él no existe una estructura eclesial construida para administrar la sociedad, ya que en el mundo musulmán no existe una diferencia entre lo religioso y lo civil, aunque se organicen bajo los más diversos regimenes políticos, atendiendo que en el Islam toda persona es “creyente”. Ejemplo como lo ocurrido en Al Andalus, demuestran que para los musulmanes que la voluntad preconizada por el Profeta Muhammad; la paz y bendiciones sean con él, de alentar una sociedad plural, multirracial y multicultural no era una utopía.

No obstante lo anterior no se puede desconocer que existen regimenes políticos musulmanes que por estructuras de poder, ya sean democráticos hasta autoritarios caen en la tentación de establecer estructuras eclesiales, degenerando en formas que se alejan de las directrices que determinan una comunidad musulmana (Ummah).

Es así como desde la perspectiva de mi maestro no hay contradicción entre el Islam y laicismo, lo cual también es extensivo a regimenes políticos como lo es la democracia. El problema que él ve como evidente, es el de los valores de una sociedad determinada por una economía de mercado, que prodiga como máxima virtud social el consumismo, con claro detrimento de los valores, aspecto en el cual para cada musulmán “No cabe coacción en asuntos de fe. Ahora la guía recta se distingue claramente del extravío” (2/ 256).

Debo confesar que ahora comprendo perfectamente el porque el Mullah Mohamed Ibn Abdulláh, me regalo ese cuento inicial.

Nota: Estimados lectores de mi blog comparto con ustedes la enseñanzas de mi maestro.

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