Comienzo con
afirmar que la democracia es mucho más que participar en la elección de
representantes cada cierto tiempo. Menos es no participar para luego dedicarse
a criticar el sistema de administración política y jurídica del Estado.
Una democracia
demanda ciudadanos que alimenten el tejido institucional, en un escenario en el
cual el objetivo esencial sea proteger los derechos y libertades de cada uno de
los compatriotas, sin excepciones.
De lo anterior
derivo que es una discusión vana e improductiva para la sociedad chilena
insistir en seguir interpelándose de manera prejuiciosa de “zurdos”, “fachos”, “pro
o contra” dictadura y declinaciones relacionadas que no señalo pero que pueden
encontrar en las diversas redes sociales.
La historia es
parte de nuestras raíces comunes; de encuentros y desencuentros, pero estos
deben superarse, y por supuesto no convertirlos en pavimento de un camino que
condene nuestro desarrollo futuro.
Seguir un
derrotero de discursos anticomunistas, nacionalistas extremos en que prime la
intransigencia política y religiosa, determinará ineluctablemente entregar
nuestros derechos y libertades ciudadanas, para ser conducidas políticamente por
las minorías que estos grupos por lo general representan.
Superar la actual
crisis social y política, como la pandemia de COVID-19 es un deber ciudadano,
que tendrá costos que habrá que asumir. Más no me cabe dudas, que estas
coyunturas históricas serán una oportunidad para abrir espacios justos y
solidarios. Con voluntad y esfuerzo comunitario generaremos las instancias para
aplicar nuestras capacidades y habilidades, para contribuir a superar con éxito
esta dinámica histórica.
Declaro que no
hay ingenuidad en este comentario, pues reconozco claramente que en este mundo
mercantil parece no haber ni dones, ni pecados, ni siquiera perdón. Solamente
tenemos cuentas positivas y negativas en plazos definidos por actos de mercado.
Por ahora, en un
entorno de “cuarentena” volveré a releer la obra de hace tres siglos de Daniel
Defoe, es decir su Robinson Crusoe. ¿Por qué? Pues intuyo que de su lectura
encontraré nuevamente la enseñanza de que nuestro cerebro nos recuerda, que a
pesar de un naufragio, seguimos siendo nosotros mismos, más allá de lo
material: chilenos y chilenas.
1 comment:
Estimado profesor, interesante reflexión.
Hace ya bastante tiempo me he visto en la idea de que chile se pueda encaminar al federalismo (Confederación Chilena), a modo de que se distribuya el poder y que la democracia se acerque más a los individuos. Hemos visto cómo la población clama a que sean sus alcaldes (buenos o malos... dependerá de los vecinos afectados por sus decisiones) quienes les entreguen información o que tomen decisiones.
¿No será momento de preguntarse si un modelo como el Suizo (muy soñador, tal vez) es un camino para una nueva constitución?
Muchos le temen al federalismo por razones que mi ignorancia no me permite comprender... pero creo que al momento de repensar nuestro país (o nuestra confederación...) se pueden establecer normas lo suficientemente capaces de normar una sana convivencia entre todos quienes habitamos de una comunidad bajo escenarios comunes.
Tal vez... si cada uno de nosotros pudiese aportar en la toma de decisión, nos podríamos hacer un poquito más responsables sobre los éxitos o fracasos en el manejo de una crisis sanitaria del tamaño de la que estamos experimentando.
Reciba usted mis más afectuosos saludos y deseos de muy buena salud,
- Leon
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