En estos días de Semana Santa me pregunto
sobre el sentido de la muerte, si es posible otra vida. O quizás debiera
cambiar la pregunta sobre la vida, no lo se. Y como dicen los versos de Heine:
Y seguimos preguntando / una y otra vez / hasta que un puñado de tierra / nos
calle la boca… Pero, acaso esto es una respuesta para concluir definitivamente con el continuo
no saber (ignorabimus).
Aunque el cristianismo no puede dar una respuesta definitiva si alimenta la esperanza desbordante a través de los siglos, con su promesa histórica que no sólo hay salvación sino que hay otra vida más allá de esta vida. No encuentro una oportunidad distinta para aquellos que han dejado la vida luego de sufrimientos y dolores sin haber encontrado un espacio terrenal de felicidad. Metz nos lo recuerda en las palabras de E. Wiesel al referirse al holocausto “Auschwitz jamás se puede comprender con Dios; Auschwitz no se puede comprender sin Dios”. Por cierto, ellos necesitan más que varios de nosotros de la justicia divina de un más allá.
Si el Jesús histórico clamó en su debilidad ante el Padre por su sentimiento de abandono, lo que es un halo esperanzador para al menos no negarse a este crucial compromiso cristiano con la promesa de otra vida. Cabe reflexionar mejor este hecho deteniéndonos un momento en las palabras de Pascal, cuando nos afirma que es “incomprensible que exista Dios, e incomprensible que no exista”, y luego continuar con las palabras de Unamuno “un miseré, cantado en común, por una muchedumbre, azotada del destino, vale tanto como una filosofía”.
Quizás lo que debamos aprender a esperar
como nos sugirió E. Bloch, quien paradojalmente era ateo y marxista, escribió
su obra monumental bajo el título: “El Principio de la Esperanza”, donde está
enfrenta su límite: la muerte. Bloch ante la partida prematura de su mujer, definió
la muerte como el hacha de la nada que se devora toda teleología, por cuanto
para él la esperanza del hombre está en la vida , en la experiencia que ella
nos da en la tierra, en palabras tiernas la esperanza puede encontrarse por
ejemplo en la voz de Amira Willighagen o en la sonrisa de un bebé humano. No hay adventus en esta mirada
escatológica porque la resurrección está ausente.
Nada más contrario a lo que esta semana medita el mundo cristiano, donde la resurrección es el centro de su mensaje esperanzador y salvífico, pues ella nos libera del miedo al vacío existencial (horror vacui), quizás sea este el momento de asumir como punto de partida al gran protagonista del mundo cristiano: Jesús de Nazaret, como hecho histórico y divino siguiendo las recomendaciones de H. Kung, por sobre todo hoy que vivimos la vorágine de la modernidad.
Que la paz sea con ustedes….
Bibliografía:
Metz, J.B. 1996. E. Wiesel, esperar a
pesar de todo. Ed. Trtta, Madrid, España p. 99
Pascal, B. 1967. Pensamientos: fragmento
130. Ed. Austral. Madrid, España
Unamuno, M. de. 1950. Obras Completas:
Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, Ensayos. Ed.
Afrodisio Aguado S.A. Madrid, España. Tomo IV p. 474
Bloch, E. 2007. El Principio de la Esperanza.
Ed. Trotta, Madrid, España.
Kung, H. 2012. Ser Cristiano. Ed Trotta,
Madrid, España
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