Mi experiencia personal me ha llevado a
concluir que todo ser humano llega a momentos de su vida en que se cumplen
hitos, en los cuales hace un balance de lo que ha sido, está siendo y puede ser
lo que vendrá de ella. En lo particular he dedicado más de diez ceremonias de
“lustratio” que en su mayoría fueron
consecuencias de una antigua costumbre; que hoy nos es frecuente, de escuchar a
los mayores.
No se equivoque el que deduce de lo
anterior que ello implicó seguir los caminos de mis mentores, muy por el
contrario, esto pocas veces me ocurrió. Más en los momentos de crisis y
angustia esas palabras fueron el remedio acertado para salvar la contingencia.
Un viejo hombre de armas me abrió una
puerta al mundo de la literatura hispanoamericana, al comenzar los lustros. En
ese momento no visualice la importancia que tendría para mi formación la
lectura de un Manuel Rojas, Mariano Latorre, Sarmiento, Borges, Asturias entre
tantos y especialmente Alberto Blest Gana.
Personajes que me donaron sus vidas
ficticias que modelaron mi formación en la vieja escuela de los profesores
normalistas que empezaba abruptamente a desaparecer, aunque su legado lo haría por
gracia mucho más lento. Nostalgia dirán
ustedes al final de un nuevo lustro que se acerca, no lo estimo así, es cierto
que una conversación con un conocido joven profesional me impactó fuertemente,
al darme cuenta la gran capacidad disciplinaria que había alcanzado pero la
precaria formación en el plano de la moral social que mostraba, dejando un sentir que
a nuestros jóvenes de hoy esta cuestión los trae al pairo.
Un viejo hombre laico me abrió una nueva
puerta al mostrarme la importancia de caminar cada domingo al quiosco de
revistas, para adquirir el diario “El Mercurio”. Ya se, después con los años
vería un lienzo acusándolo que mentía, más por ello debo aclarar que este viejo
lobo de tierra me dijo, que la parte que siempre debía leer era la sección E,
pues con el tiempo me daría cuenta que para lo demás necesitaría terceras
opiniones.
Esta formación tenía un objetivo de
reciprocidad en que existía un nivel aceptable de competitividad, que permitía
por un lado lograr de manera inmediata un saber hacer y otro mediato de arribar
al mundo con los otros en muta donación. En palabras de la filósofa Fernanda
Guevara: teniendo la “verdad como don”,
porque ello es comunicación que establece “una relación de recíproca
confianza generando vínculos y lazos de lealtad y honestidad entre unos y
otros, entre quienes se comunican, entre quienes donan sus verdades”1.
Una necesaria autocrítica académica en el
quehacer de nuestras universidades es hacernos cargo de que estamos haciendo,
más allá de la formación de profesionales competentes y que satisfagan la
demanda laboral sin considerar la persona. Aunque declaramos en nuestras
misiones el desarrollo de las humanidades estamos prestos a cuestionar el
desarrollo de nuestros académicos en dichas áreas del conocimiento.
Un camino orientador pueden ser las
palabras de Benedicto XVI: “Sabemos que cuando la sola utilidad y el pragmatismo
inmediato se erigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser
dramáticas: desde los abusos de una ciencia sin límites, más allá de ella
misma, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se
elimina toda referencia superior al mero cálculo del poder. En cambio, la
genuina idea de universidad es precisamente lo que nos preserva de esa visión
reduccionista y sesgada de lo humano”2.
En
otro lustro una vieja filósofa me abrió una nueva puerta a la importancia de
encontrar en todas mis lecturas el Bien, la Belleza y la Verdad. A partir de ello el aprendizaje del diálogo
de Siddhartha y Govinda para mi tomó una misión distinta, pues el mensaje sería
que más que salir a buscar es mejor salir al encuentro de las cosas, así no se
pierden oportunidades de aprendizajes. 3
Es seguro que las palabras de un viejo
conocido que nos señaló que la moral individual es insuficiente se aparecen
como muy relevantes en este abrir puertas.4 Especialmente debemos tener en
consideración esto, quienes formamos profesionales para una buena vida en
sociedad. Sin dudas que los profesores tenemos nuestros deberes en esta
formación, de ahí la importancia de generar estos espacios formativos, más el deber
de los estudiantes es el tener la voluntad y esfuerzo para darse la oportunidad
de comprender y descubrir las puertas que se les abren.
Bibliografía
1.- Guevara Riera, Fernanda. De la verdad
como Don. @fguevarariera. 10 Abril 2017
2.- Benedicto XVI. Magisterio durante
JMJ, El Escorial. 2011
3.- Hesse, Hermann. Siddhartha. 1922
4.- San Alberto Hurtado. Reforma de las
estructuras sociales. 1948: www.padrealbertohurtado.cl
5.- Comentarios:
a.- He utilizado el término “viejo (a)”
de manera no peyorativa si no como un
reconocimiento de sabiduría y, teniendo en mente a su vez que “más sabe el
diablo por viejo que por diablo” (risas).
b.- He dejado de incognitos a los
viejos(a) conocidos porque viejos y viejas lindos(as) hay en todas partes del
mundo y, no son una exclusividad
individual mía.
c.- Finalmente un viejo amigo (espero que
no se moleste) me ha hecho llegar el siguiente whatsApp (desconozco autoría)
que me parece oportuno agregar como lectura de referencia estudiantil:
"Hoy tuve que hacerle una excusa a
mi hijo para el profesor, ya que faltó porque fue al médico.
Evidentemente, inicié el escrito con un
"Estimado señor Profesor".
Cuando mi hijo lo leyó se quedó pasmado y
me preguntó por qué escribía una simple excusa con tanta corrección, ya que
solamente era para el profe.
Y añadió: "Ni que fuera el
Presidente de la República ".
Y le respondí:
Querido hijo, posiblemente, un maestro es
una de las pocas personas en este mundo a las que debes respeto, ya que de él
depende que en el futuro seas una persona educada y con conocimientos.
De él dependen, también, los
presidentes y cualquier otra profesión.
Por sus clases han pasado todas las
personas que nos encontraremos en nuestra vida.
Presidente puede ser cualquiera, como
puedes ver en los últimos tiempos.
Maestros sólo pueden ser unos pocos,
únicamente los dispuestos a llevar una vida de entrega y esfuerzo, inculcando
valores y conocimientos al bien más preciado de un padre: sus hijos.
Todos los días le cedo mi puesto al
maestro durante gran parte del día, para que colabore con tu educación, pero
JAMÁS permitiría que el presidente de un gobierno lo hiciera.
Es por eso, que le demuestro respeto y
afecto.
Si esta excusa fuera para un Presidente
de la República, posiblemente ni siquiera le escribiría, porque a ninguno de
los últimos casi 30 años hubo un presidente de gobierno, al que le importara un
poco tu educación".
Me miró sonriendo y me dijo: "Tienes
razón".
2 comments:
Para quienes me han preguntado en qué aspectos debería centrarse el proceso de enseñanza y aprendizaje de formación de los estudiantes les propongo lo que Educación 2020 explícita: ... un conjunto básico de habilidades para la vida, tales como pensamiento crítico, creatividad y resolución de problemas complejos; actitudes como colaboración, curiosidad y capacidad de asombro; e inclinaciones personales como tolerancia a la ambigüedad y persistencia.
Un abrazo
Francisco de la Fuente
Amigas y Amigos de este espacio, no imaginé que este artículo generará consultas que me obligaran a realizar estos comentarios, como ellas se han generado por forma externa he preferido no publicarlas al no tener autorización para ello, pero si trataré de responder de manera general y en lo posible en particular:
1. Estimo que una institución como es el caso de una universidad se mueve entorno a un imaginario social y cultural, y si he de dar fuerzas a mis palabras, me apoyaré en la ideas de ideología y utopía de Paul Ricoeur entendiendo la importancia que haya un marco ideológico que permita el desarrollo de alternativas utópicas que observen la realidad, y por consiguiente promueva la capacidad de explorar futuros posibles.
2.- Cuando asumimos una identidad sin dudas paralelamente tomamos un compromiso social responsable, ante una realidad dada las ideas (utopías) que afloran de la ideología, necesariamente ellas se dan en una dimensión ética.
3.- Los estudiantes cuando eligen una institución tienen el deber de considerar su identidad declarada, y así entiendo la importancia moral de una construcción social de la reciprocidad, no hay asombro que descubran curricularmente este compromiso institucional.
4.- La construción de una buena vida no es un imperativo técnico o político-económico, si no que ético.
Un abrazo,
Francisco de la Fuente
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