Han transcurrido tres décadas de que nos
visitó por primera vez un Sumo Pontífice, Juan Pablo II en un contexto social y
político muy distinto al que encontrará el Papa Francisco, aunque no implica la
ausencia de problemáticas que enfrenta nuestro país y que sin dudas no le deben
ser desconocidas al actual Papa de la Iglesia Católica.
Más allá de ser un hecho histórico para nuestra
nación la visita papal, ella genera en sí una ineluctable oportunidad para la
reflexión ética y moral que nos dona su autoridad, la que se hace concreta por
las actuaciones y gestos que han marcado hasta ahora su pontificado, anunciando
la Buena Nueva del Evangelio con un lenguaje sencillo y cercano, que da acogida
a los necesitados en la Fe y lo social.
Un acercamiento al Papa Francisco
Quizás sea importante recordar aspectos de la
formación teológica del actual Papa, explicitando que no estuvo ausente de las
problemáticas planteadas por Gutierrez y
Boff en relación a la Teología de la Liberación, aunque con seguridad prefería
seguir un derrotero más cercano a las ideas de Lucio Gera, su amigo personal
que no aceptaba el enfoque sociológico
de ellos. Particularmente el Cardenal Bergoglio alimento una particular
amistad con el filósofo uruguayo Alberto Methol Ferré, reconociendo en su
oportunidad que este nos ha ayudado a pensar, y por cierto Methol Ferré era un
laico que participó en CELAM, como en otras instituciones afines, lo cual le
permitió ser una autoridad para quienes buscan conocer el desarrollo histórico
de la misión fundamental de la Iglesia en Latinoamérica.
En mi opinión autodidacta informada y
posiblemente no autorizada, la elección del Cardenal argentino Jorge Luis
Bergoglio tiene entre la multiplicidad de hechos que la sustentan por los
participantes del conclave, por un lado su activa participación en la V
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida (Brasil, 2007)
y, por otro que la Iglesia
Latinoamericana avanzó desde una “Iglesia reflejo” a una “Iglesia fuente”[1],
lo cual evidencia la madurez para relumbrar e iluminar otras iglesias[2],
como la romana. Reconociendo que sin Juan XXIII, y por consiguiente sin
Vaticano II, Paulo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, las dificultades de tener
un Papa de origen latinoamericano sería muy poco posible.
Por cierto que la visita del Papa
Francisco conlleva varios desafíos trazados por la Conferencia Episcopal y la
Comisión Organizadora, que den pertinencia al lema de la visita: “Mi paz les
doy”, lo cual estaría en concordancia con las palabras de Jesús en la Última
Cena: “revelándoles que no son los esfuerzos del mundo únicamente los que
logran la paz del corazón y en la sociedad, sino que la paz es un regalo que
procede del mismo Dios”. Teniendo presente esto, es que me aventuro a comentar
dos posibles desafíos desde la academia que sería oportuno reflexionar ante
esta visita papal, y me refiero primeramente a la universidad desde su
catolicidad y al trabajo desde el
contexto sindical.
Universidad desde su catolicidad
Comprendemos que la universidad es un
tiempo y espacio en el cual se ejecutan un compendio incesante de actividades,
cuyos objetivos superiores están en lo primordial orientados hacia las
necesidades de la sociedad en su conjunto.
Es así como la Iglesia ha participado decisivamente en el nacimiento de
las universidades , en la invención misma de estos lugares de estudio y de
investigación, consagrados a reunir y extender el conocimiento del universo.
La universidad es una originalidad
histórica cristiana que ha permitido caminar por el sendero del conocimiento
teniendo presente la historia de la humanidad y el fundamento de la vida humana.
Por ello es válido preguntarse si las palabras del Cardenal Ratzinger son un
juicio asertivo cuando expresa que “el actual mundo intelectual y académico es
un contexto donde la fe cristiana encuentra mucha resistencia; aunque la
inteligencia intelectual haya nacido de la fe”, y señala a continuación que “la
fe vivida en el mundo intelectual, cultural, universitario de hoy es una de las
contribuciones que me parecen más importantes e interesantes para la Iglesia
Universal”[3].
El Papa Francisco ha destacado el valor
del diálogo en la educación considerando que con frecuencia en las
universidades católicas encontramos muchos estudiantes no cristianos e incluso
no creyentes, donde sus proyectos educativos se orientan hacia el “desarrollo
integral de la persona y responde al derecho de todos a tener acceso al saber y
al conocimiento. Pero de igual modo están llamadas a ofrecer a todos, con pleno
respeto de la libertad de cada uno y de los métodos propios del ambiente
escolástico, la propuesta cristiana”[4],
en estas palabras el Papa nos muestra el camino inclusivo para entender la
universidad, como el ámbito donde se gesta y se formaliza el proceso
contemporáneo de construcción de conocimientos , siendo la institución
universitaria el punto neurálgico del cual surja la sociedad del conocimiento.
No me cabe dudas que los medios de
comunicación son esenciales hoy en día,
no puede obviarse su importancia si se quiere comunicar un mensaje, pero para
ello me parece fundamental que la universidad sea un espacio de oportunidades,
para que quienes son parte estable o circunstancial se alimenten de
conocimientos y con una formación de persona culta que lo identifique como un sujeto pensante,
especialmente a las nuevas generaciones.
Es así que el Papa Francisco nos
llama a tener presente “la preparación cualificada de los formadores”, pues “hoy
la educación se dirige a una generación que cambia y, por tanto, todo educador
—y toda la Iglesia que es madre educadora— está llamado a cambiar, en el
sentido de saber comunicarse con los jóvenes que tiene delante”[5].
El Papa Francisco ha manifestado a las instituciones educativas, o sea, las
universidades católicas, en el contexto del 50º aniversario de la declaración
conciliar, el 25º de la Ex corde Ecclesiae y la actualización de la Sapientia
christiana, con las cuales se orienten a “reflexionar seriamente sobre las
numerosas instituciones formativas esparcidas por todo el mundo y sobre su
responsabilidad de expresar una presencia viva del Evangelio en el campo de la
educación, de la ciencia y de la cultura. Es preciso que las instituciones
académicas católicas no se aíslen del mundo, sino que entren con valentía en el
areópago de las culturas actuales y dialoguen, conscientes del don que tienen
para ofrecer a todos”.
De aquí la instancia que nos ofrece esta
visita papal en el sentido de reflexionar sobre el nivel de compromiso en
relación a las orientaciones que orientan el quehacer universitario y la
concordancia con su visión y misión.
Trabajo desde el contexto sindical.
Para la Iglesia existe un primado del
trabajo, una dignidad del trabajo bien hecho, una exigencia de reconocimiento
del trabajo justo que, como lo reivindica en su oportunidad el Cardenal
Ratzinger “una verdadera civilización del trabajo”, dónde la persona del
trabajador es considerado “principio, sujeto y de la actividad laboral”[6],
lo cual es imprescindible que los intereses de las instituciones y de los
propios trabajadores se den en un marco de diálogo constructivo, alejado de
conflictos que limitan las aspiraciones socioeconómicas legítimas.
Para el Papa Francisco “el trabajo es una
forma de amor cívico, no es un amor romántico ni siempre intencional, pero es
un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y saca adelante el mundo”[7].
Para él no debe separase el trabajo de la persona porque olvidar las personas este termina por convertirse en algo inhumano, y nos recuerda que la persona
del trabajador florece en el trabajo. El Sumo Pontífice reafirma que los
hombres y mujeres no solamente deben trabajar sino que también deben disfrutar
de una “saludable cultura del descanso”, lo que no significa pereza sino que es
“una necesidad humana”[8].
Papa Francisco ha dicho claramente que
los sindicatos laborales tienen el deber de cautelar la dignidad del trabajo y
los derechos de sus trabajadores, para dar cumplimiento a su rol esencial en la
sociedad, “no hay una buena sociedad sin
un buen sindicato y no hay un buen sindicato que no renazca todos los días en
las periferias, que no transforme las piedras descartadas por la economía en
piedras angulares”[9].
Un aspecto importante que el Papa
Francisco no excluye una ciudad sin conflictos para él es natural que
coexistan, lo que no es algo negativo sino una oportunidad para el diálogo, del
cual es posible pergeñar las diferencias y las alternativas de lo que se puede
o no, en el interés del bien común.[10]
El Papa previene el peligro que corren
los sindicatos de perder su “naturaleza profética” cuando se asemejan a las
instituciones que deberían criticar, él dijo. “El sindicato, con el pasar del
tiempo, ha acabado por parecerse demasiado a la política, o mejor dicho, a los
partidos políticos, a su lenguaje, a su estilo”. Para el Papa lo profético es
la verdadera vocación de lo sindical, pues es la voz de los sin voz y denuncian
la vulnerabilidad de los derechos de los trabajadores. Otro aspecto es la innovación
que deben asumir los sindicatos que para
el Papa se manifiesta en la importancia de la inclusión, pues “no hay justicia
juntos si no es junto con los excluidos de hoy”, y en este sentido también
tienen que defender los derechos de los que están “fuera de las murallas”, en particular de aquellos que están jubilados
y excluidos “que también están excluidos de los derechos y de la democracia”[11].
A su vez señaló que “El
capitalismo de nuestro tiempo no comprende el valor del sindicato, porque se ha
olvidado de la naturaleza social de la economía, de la empresa. Este es uno de
los pecados más graves”. “La economía se ha olvidado de la naturaleza social de
su vocación, de la naturaleza social de la empresa, de la vida, de
los lazos, de los pactos. Pero tal vez nuestra sociedad no entiende al
sindicato porque no lo ve luchar lo suficiente en los lugares de
los "derechos del todavía no", en las periferias existenciales,
entre los descartados del trabajo”[12].
Entendemos que el Papa Francisco no busca
repudiar el mercado, sino que su preocupación está orientada a prevenir su
imperio absoluto, obviando que por sobre el mercado están las personas y el
bien común. Confirmemos que no es baladí cuando Habermas[13]
nos dice que “los mercados y el poder administrativo expulsan cada vez más
ámbitos de la vida de la solidaridad social”, de cierta manera nos está llamando a tener en cuenta la
problemática que impide en Latinoamérica hacer realidad el mensaje imperativo
de la Iglesia con la opción preferencial por los pobres.
Conclusión
Teniendo presente la misión de la
Universidad Católica del Norte que se
enmarca desde los principios del Humanismo Cristiano, buscando contribuir al
desarrollo de la persona, de la sociedad en el contexto cultural y territorial
del Norte de Chile, y con la
responsabilidad de crear y difundir sus conocimientos
a través de la docencia, la investigación y la vinculación con el medio, es que
la visita del Papa Francisco en enero próximo es un escenario propicio para
reflexionar la misión de la universidad, considerando especialmente el marco
valórico declarado de Libertad, Verdad y Justicia.
Bibliografía:
[1] Henrique C., Lima Vaz. Escritos de Filosofía VII. Raíces de
modernidad. Sao Paulo, Loyola. 2002
[2] Metalli, A. El Papa y el filósofo. Ediciones Universidad
Católica. 2015. Santiago, Chile, p.21
[3] Ratzinger, J. Un nouvo inizio che apre le porte al futuro.
Tracce, año XXXI, Nº 9, octubre, 2004.
[5] Ídem. Libreria
Editrice Vaticana …
[6] Congregación para la Doctrina de la Fe. Istruzione su alcuni
aspetti della Teología della Liberazione (Libertatis nuntius). Roma marzo, 22.
1986
[7] Audiencia a los delegados de la Confederación Italiana del
Sindicato de Trabajadores (CISL), 28.06.2017: https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2017/06/28/cisl.html
[8] Ídem. Audiencia a los delegados ….
[9] Ídem. Audiencia a los delegados ….
[10] https://www.mensaje.cl/edicion-impresa/mensaje-663/entrevista-a-jose-luis-narvaja-bergoglio-s-j-francisco-el-politico/
[11] Ídem. Audiencia a los delegados ….
[12] Ídem. Audiencia a los delegados ….
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