"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Saturday, May 13, 2017

¡Con optimismo no mejoramos la educación!


Como dijo en alguna ocasión Henry Miller los deseos hay que vivirlos, agotarlos en la vida, porque ello es parte de nuestra existencia. Es así que esta reflexión la iniciaré con una afirmación que es mi deseo enunciar y que por ende puede no ser del gusto de ustedes: Es un error ser tan optimista sobre la implementación del plan educativo de las instituciones de educación superior.
 
Ante de justificar lo anterior, siguiendo con mis deseos, voy a comentar la experiencia relatada por el Prof. Benjamín García V., en la sección carta de la Revista Mensaje, al preguntarse ¿qué estamos haciendo con los jóvenes? En un mundo ingenieril en que los diferentes actores de los procesos de enseñanza y aprendizajes están focalizados en sus indicadores; lo cual no implica que no existan y se controlen; el problema en parte corresponde a que los profesores dedican su mayor tiempo a realizar tareas de orden administrativo y burocrático con el fin de dar cuenta de que su quehacer esta siendo eficaz para el aprendizaje de sus estudiantes.  Por ello, cuando el Prof. García afirma “que llevamos mucho tiempo hablando de Educación, incluso con el predominio de quienes no están en las aulas, para enfocarnos en reformas de diverso tipo y no nos hemos detenido a pensar en qué estamos haciendo realmente”, es un llamado a la reflexión a partir de quien convive en el aula.

Desde mi perspectivas los profesores que innovan en las aulas son movidos por principios quijotescos, pues en la mayoría de las ocasiones sus dificultades de tiempo y espacio para implementar una innovación educativa son una muralla que sólo se supera con esperanza más que optimismo. Además de sumar que frecuentemente ni los alumnos están dispuestos a valorar responsablemente tales esfuerzos.
 
Siguiendo las ideas de Terry Eagleton es menester aclarar aquí la afirmación inicial, explicando que el optimismo está más relacionado con la confianza que con la esperanza, lo que determina que el optimismo es una acción que se inicia en uno mismo, por lo general a partir de un análisis de las propias capacidades para autoevaluarse y de hacerlo a su vez con el entorno. Eagleton afirma que el optimismo es una actitud que se alimenta a sí mismo, de lo cual resulta fácil argumentar que sea una postura autosuficiente frente a un contexto, que por lo general se resiste a ser refutada por los hechos. Es decir el optimista, puede sostener una confianza infundada para esconder el fatalismo de un proceso.

Primeramente concuerdo con el Prof. García de que aún hay esperanza, la cual se encuentra en algunos jóvenes que valoran inmensamente la justicia, la equidad, la solidaridad y la inclusión, y que sienten que por este camino es posible modificar el horizonte. De esta misma esperanza, debemos tomarnos nosotros creativamente para compartir el camino de un proceso educativo, que se oriente hacia el desarrollo integral de los estudiantes.

Por consiguiente, siguiendo con mis deseos me parece muy importante ofrecer el siguiente párrafo de la carta del Prof. García: “Los actuales jóvenes necesitan credibilidad, proyectos claros y alcanzables, materias y prácticas que den sentido al aprendizaje, que les permita construirse como personas. Es decir, tenemos que ser capaces de acercar Experiencia (adultos) con Esperanza (jóvenes), para que, en el proceso  de aprendizaje y Formación, se reencuentren con los Valores trascendentales de una sociedad, aquellos que son Pilares del Buen Trato, la Justicia y la Equidad”.
 
En segundo lugar concuerdo con Eagleton, en que hay que evitar el optimismo ingenuo y confundirlo con la esperanza. Además comparto que la propuesta conceptual de la esperanza sea la de Ernst Bloch, la cual requiere de una actitud de reflexión y compromiso, que emerge de una lúcida racionalidad que debe cultivarse con autodisciplina, donde los fracasos no son derrotas definitivas, sino que nuevos comienzos.

Mi esperanza está en no quedarme en las leyes o discursos, programas o reglamentos, cursos disciplinarios (diplomados o grados), sino que trascender a los optimismos que ellos alimentan, para que el proceso de aprendizaje y formativo sea una oportunidad real para los actores de los centros educativos.

Bibliografía
García V., Benjamín. 2017. Qué estamos haciendo con los jóvenes Revista Mensaje. Cartas: Mayo 2017. Santiago, Chile. p.2

Eagleton, Terry. 2016. Esperanza sin optimismo. Edit. Taurus. España

Bloch, Ernst. 1955. El principio Esperanza. Biblioteca Filosófica Aguilar. Vol II

1 comment:

Anonymous said...

Gracias Francisco, haré eventuales comentarios a la brevedad.

Saludos cordiales,
HBR