La sabiduría de Gastón Soublette se acoge a retiro de las
aulas a sus 87 años, un acto merecido y necesario para él, aunque de seguro para
los demás hay un sentimiento de nostalgia por tal decisión que limita sus
lecciones de “Sabiduría Popular Oral Chilena”.
Soublette nos abre una ventana hacia el pasado histórico de
la espiritualidad chilena, explicándonos las peripecias de lo que ha denominado
el “sabio popular anónimo”, quién
podía ser un inquilino o con mejor suerte el propietario de unas cuantas hectáreas
de tierra, que habría heredado familiarmente y que gracias a sus cualidades y capacidades lograba mantener con el apoyo familiar.
Este sabio que en los tiempos de ocios esperaba con serenidad que el sol se
escondiera detrás de los alcores, momento preciso en que aparecían sus habilidades
de refranero, que sustentaba en una prodigiosa memoria que le cantaba a lo
humano y lo divino. Soublette sí nos da una mala noticia; tal como decían en el
campo una mala trae otra aunque esto no es para siempre, pues nos comunica que
el "sabio popular se perdió".
Hago un intento de flashbacks hacia mi niñez y siento como
cercano al huerto un canal de agua que rompe el silencio del amanecer, mientras el
sol toma fuerza antes de lanzar sus rayos sobre los campos sembrados adyacentes
a la casa patronal. Al interior de la casona de adobe con techos más cerca del
cielo, comienza un ajetreo que culmina ante un tarro de te con pan amasado,
acompañado de un portentoso “chancho en piedra” con ají de cacho de cabra.
Mi tío un hombre de campo que cumple con el perfil del sabio
popular se ve obligado intervenir en la conversación, para calmar a su hijo
primogénito de que no es mal augurio que las mujeres solteras pisen su sandial,
que muy por el contrario la virginidad germinal de ellas lo poblará de nuevos
brotes, lo que permitirá que la cosecha sea más numerosas que en la temporada
pasada.
Mi primo aunque no muy convencido sabe que la intuición de
su padre es de respeto en gran parte de la comarca, pero aún así se asegura que
su chupalla no la usen las damas, teme que lo germinal cambie su disposición
generosa y aumente la población de piojos de su cabeza, en la vida estas cosas
son posible.
Al caer la tarde ya en el reparador descanso la familia y amigos se reúnen en torno
a las dos lámparas petromax, mientras un grupo juega lotería otro escucha
atentamente aquella historia de un hermoso corcel blanco que atravesaba las
plantaciones poco antes de caer la noche, lo extraño es que al otro día no se
encontraban huellas de su paso por el cultivo.
Por cierto esta escena hoy en ese mismo lugar no es posible,
por diversas razones. De partida la casa no es la misma desde que llegó la
energía eléctrica, lo que derivó en que ahora la familia no tenga necesidad de
que un sabio popular les cuente historias añejas, que se interpongan a los
programas televisivos ante los cuales hoy parte de la familia generalmente
mayor se congrega, ya que los más jóvenes con seguridad estarán respondiendo
concentradamente sus dispositivos electrónicos (tabletas, celulares entre
otros).
En esto poco o nada podemos hacer lo que preocupa es que
junto a ello se perdió la espiritualidad de la comarca, solo a un anacrónico
ser sentado en algún café de la metrópolis se le ocurriría hojear las páginas
del Martín Rivas de Blest Gana, y pensar por algún momento que se trata de una
novela de realismo ausente por su contexto histórico. Es imposible para un
grupo importante de miembros de la comunidad, encontrar la utilidad en un libro
cuya lectura no produce dividendos mecánicos con sus correspondientes
intereses.
Derivando desde las palabras de Gastón Soublette en nuestro
mundo actual no se necesita un sabio popular, que nos eduque para alimentar el
contenido que le da sentido al crecimiento espiritual de nuestras vidas, muy
por el contrario nuestra preocupación por reformar la educación sigue coja, si solo
pensamos en términos económicos centrando nuestra preocupación en una
objetividad instrumental de seguir educando jóvenes para que se integren al
sistema que en Chile hemos construido, dónde el saber hacer se lleva la mayor
parte de la dedicación de horas de estudio del alumno, dejando en la más
absoluta orfandad el saber ser.
Cada vez
estamos más lejos de ser personas sabias, que ubiquemos el hontanar del cual
tengamos la oportunidad de beber los contenidos que le den sentido a nuestras
vidas, para encontrar ese camino necesitamos detener esta chatura que banaliza
nuestro ser, con su utilitarismos consumista desenfrenado que privilegia sobrevivir en el
tener para ser, más que el ser para tener una existencia con contenido o en
palabras más claras un vivir con sabiduría.
Estimado Maestro Soublette, de vez en cuando encuentro
lugares en el cual es posible sembrar semillas de espiritualidad y sueño con que ese
corcel blanco se detenga para señalarme el lugar en el cual hay que cavar para
encontrar el hontanar con cual regarlas. Es así como recojo sus sabias palabras de
que la vida es un don y no un problema económico,
pues de creer esto último mi alma muere.
[i] Texto base
utilizado a partir de la entrevista de Macarena Gallo a Gastón Soublette en
Rev. The Clinic. 24.12.2014: http://www.theclinic.cl/2014/12/24/gaston-soublette-maestro-de-generaciones-este-pais-esta-vacio-espiritualmente/
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