"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, October 12, 2014

De Woodstock a Viña del Mar: Paz y amor a Violencia y odio

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Hacia fines de los años sesenta caminaba por la Alameda de Talca casi a diario, por tanto no es una ficción pensar  que pude haber meditado que en los últimos días de la primavera del 69, existía en mi un sentimiento profundo de que estaba viviendo una época que estaba en pleno proceso de cambio, del que yo era parte con un optimismo que se completaba con la próxima llegada de las vacaciones de verano que traía un cambio de folio de los 70.
Atrás quedaban los grandes gritos parisinos del 68, el espectacular éxito de la ciencia espacial que había llevado al hombre a la luna y para la juventud de la época que habían tenido sus tres días de Paz y Música (bueno amor también) con el Festival de Woodstock.
Quizás en sintonía con ello el sociólogo de la Universidad de Harvard Philip Slater opinaba que al menos en USA de los años 70 se iniciaban con un conflicto generacional, que mostraba por un lado la cultura de los adultos, que se sustentaba “en la escasez, en la producción y el consumo, en la acumulación de riquezas, en la envidia, la competitividad y la búsqueda de la distinción, la cultura del esfuerzo y la búsqueda de la movilidad social ascendente y, en el otro polo, unas culturas juveniles centradas en los sentimientos, en el cultivo de la experiencia íntima, en la entrega del presente inmediato, en la búsqueda de la expresión estética y la creencia mágica en el poder del amor.[i]
Por cierto desde la posesión histórica actual vemos que ni Slater y ni un simple mortal como yo podíamos imaginar lo que vendría unos años más, donde se exacerbaría el individualismo de los adultos y el narcisismo de los jóvenes, perdiéndose  el límite diferenciador entre la juventud y la adultez.
 La voz de Joan Báez, de Joe Cocker y Carlos Santana entre otros, se vería apagada por la letra de un tema pegajoso pero bien rebuscado, por un humorista oportunista que lo cantaba a todo pulmón en el Festival de Viña del Mar del verano del 74: ….. Libre, como el sol cuando amanece yo soy libre, como el mar. Libre, como el ave que escapó de su PRISIÓN y puede al fin volar. Libre, ….. [ii]
Desde mi mirada, lo ocurrido entre esos dos festivales marcaron un giro inesperado en la vida de muchos de nosotros, de tal manera que si volviera a caminar este fin de primavera 2014 por la Alameda talquina, mis sentimientos serían muy distintos dado que los contextos históricos importan. De hecho Marx señala, que los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen de una forma completamente autónoma en la circunstancias que ellos mismo eligieron, sino que lo hacen en circunstancias que encuentran ya previamente preestablecida, dadas y heredadas.[iii]
En esos tiempo de la primavera del 73 en adelante habría sido un suicidio vital citar a Carlos Marx, tal irresponsabilidad habría tenido sus consecuencias serias por decirlo suave, hoy lo hago con tranquilidad aunque debo asumir que aún hay personas que mantienen un estigma intelectual sobre sus pensamientos, al punto de creer que por el sólo hecho de nombrarlo implicaría ser adepto del marxismo leninismo.
El tiempo aquel en que el “ave escapó de su prisión” fue algo serio sin carcajadas; las cuales a decir de Nietzsche son necesarias para no sospechar de se nos oculta la verdad, es así que vivimos  alejados por un largo tiempo de la alegría, luego nos prometieron que llegaría y aún la esperamos, con un rictus de sonrisa esperanzadora que nos conduzca de verdad a una sociedad más humanitaria, más habitable y más justa sin necesidad de festivales.


[i] Alvarez Uria F y Varela J. Sociología de las instituciones. Ediciones Morata. 2009. Madrid. p.10
[ii] Nino Bravo. Canción Libre. Interpretación en el Festival de Viña del Mar 1974 por el humorista chileno Bigote Arrocet
[iii] C. Marx y F. Engels, Obras escogidas: El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, Editorial Progreso, Moscú 1981, Tomo I, páginas 404 a 498.

Sunday, October 05, 2014

Neruda: Alegría con ardiente paciencia


Este año se cumplieron 100 años del nacimiento del poeta Pablo Neruda, quien nos dejó la invitación eterna de caminar en la alegría de vivir; vivir eso que Don Pablo sabía hacer muy bien,  no importando que las dificultades del entorno mostraran un devenir poco favorable. Sus palabras solidarias resuenan en el tiempo: … Voy a cumplir con todos/ porque debo/ a todos mi alegría./ No se sorprenda nadie porque quiero/ entregar a los hombres/ los dones de la tierra,/ porque aprendí luchando/ que es mi deber terrestre/ propagar la alegría/ Y cumplo mi destino / con mi canto.[i]
 
Releyendo el Canto General descubro el espíritu del hombre americano que se cobija en la naturaleza, de un continente rodeado de mares que llegan hasta el cielo, cielo que envuelve llanuras y montañas, donde Neruda encuentra el agua cristalina que baña las piedras, esas piedras que al poeta le hablaron: Sube  conmigo/ amor americano/ besa conmigo las piedras secretas[ii].

Neruda vivió entre la gente, para la gente y para el mundo; su mejor libro lo escribió en la lejana Birmania, era un hombre que invitaba a su mesa poética a saciar su hambre perenne, un manto blanco extraído de la cordillera nevada resaltaba las recetas de versos,  que colmaban a los comensales con exquisiteces diversas, que este poeta agradecido de las cosas de la vida, celebraba de manera lúdica todo aquello que para otros podía ser trivial.

Nuestro vate confiaba en que los hombres y mujeres de los pueblos del mundo llegarían a saciar su sed de justicia, y su poesía comprometida y alegre sería un himno que cantáramos con ardiente paciencia.  A los poetas es más importante leerlos que tener la osadía de comentarlos, por ello me remito finalmente a un fragmento de su discurso pronunciado en Estocolmo con motivo de la entrega del Premio Nobel de Literatura de 1971:
Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: Al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espléndidas ciudades. Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía y también con mi bandera. En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia, dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano[iii].

[i] Neruda, Pablo. Odas Elementales. Pehuén Editores. Santiago 2008. p. 29
[ii] Neruda, Pablo. Canto General. Alturas de Macchu Picchu Editorial Cátedra. Madrid. 2005 . VIII.
[iii] Discurso de Estocolmo. Pronunciado por Pablo Neruda con ocasión de la entrega del Premio Nobel de Literatura. : http://www.neruda.uchile.cl/discursoestocolmo.htm