El fin de semana recién pasado viajamos a la pampa
salitrera, cruzamos la continuidad del desierto a través de un camino de
asfalto, a 100 km. de Antofagasta internándonos hacia el oriente nos
encontramos en el horizonte con la antigua chimenea de la Oficina de Chacabuco,
por unos instantes recordé a quellos versos del poeta Clodomiro Castro: Allá a lo lejos álzase gigante (especie de
obelisco en el desierto) / robusto tubo de columna humeante / que invita al trabajo
al gran concierto. / La mecánica allí su asiento tiene y con ella rudísimas
faenas, agua, fuego, vapor, toda va y viene, por el férreo tejidos de sus
venas...
Unos cuantos km más adelante esta su entrada en la que
guarda aún los vestigios de una época pasada en que alrededor de 5000 almas vivieron
una vida dura de trabajo por extraer el caliche, mientra se habitaba entorno a
su plaza con su kiosko para las retretas. En su apogeo contaba con un hospital,
teatro y la respectiva escuela, tampoco faltaba la cancha de fútbol, gimnasio y
piscina, como la pulpería que abastecía de víveres.
La mayoría de las salitreras pampinas ordenaban sus construcciones de adobe sobre un trazado damado que es herencia de los conquistadores españoles. Esta misma descripción podemos dar para otras salitreras como la de Pedro de Valdivia abandonada por sus habitantes y la de María Elena que aún subsiste.
Nuestro destino familiar era visitar como en otros años el Cementerio de ex Salitrera Vergara. Luego de rendir los tributos respectivos a los deudos que reposan en este desolado lugar, regresamos por el mismo camino hasta la ciudad de Antofagasta.
Allá en el medio del desierto siguen los porfiados restos de
una época que desaparece muy lentamente o quizás muy rápido. Hacia el
mediodía el sol asedia con fuerza
nuestros cuerpos, mientras una
brisa incipiente intenta convertirse en un viento arremolinado que anuncia que es hora del regreso,
nuevamente resuenan en nuestra memoria el sentimiento poético de quienes
habitaron esta tierra, representadas fielmente en las palabras de Doña Uberlinda de Morales que vivió en la
salitrera Santiago Humberstone y vio su cierre definitivo en 1960: relatando la emoción de su partida definitiva
de la pampa: Allí quedaba mi infancia/ y toda mi juventud /mi raíz era muy profunda/ como
profundo era mi amor / me sentí
aferrada a mi tierra salada / como saladas eran mis lágrimas /que mis ojos
derramaban.
Como lo expresara Sergio González en su oportunidad
parafraseando al Poeta Andrés Sabella, al decir que ya no quedan hombres y mujeres de “cuatro rumbos” que habiten
la pampa calichera en un desierto inhabitable.
Bibliografía
González , Sergio. Habitar la pampa en la palabra: la
creación poética del salitre. Rev Ciencias Sociales de Chile, Nº13. Art 5
6 comments:
Franco nadie puede detener este tsunami de consumismo, es como estar en un lago montado en una lancha y pedir que disminuyan sus aguas, así que prefiero aceptar tu reto y leeré a Yalom
Abrazos Elsa
Me gusta la fiesta del Halloween, me parece que es parte de aceptar la intercultarilidad
bye Valeria
Franco acá también tenemos el Halloween y yo creo que por los chicos que se entusiasman, y bueno al final nos entusiasmamos todos
Cuando Venís?
abrazote
Paula
Franco si que debe dar nostalgia para quienes habitaron ese desierto pampino, aunque la vida era bastante dura cierto?
Cariños
Nieves
Pancho es difícil para mi obviar que una de estas salitreras fue un campo de concentración de la dictadura militar, lo cual me provoca aversión ir.
Nos vemos
Lalo
Pancho:
lo que hizo el abandono y su tiempo lo hicieron los desmanteladores de siempre, lo que pudo ser un atractivo turístico importante para nuestra región.
Me imagino que alcanzó el tiempo para disfrutar una buena cazuela de gallina con barandas
Luis
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