"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Monday, February 20, 2012

La historia, una disciplina declinada en plural

Suele decirse que una imagen vale más que cien palabras, lo cual rige especialmente hoy para las noticias televisivas, donde antes nos informábamos en diferido hoy lo hacemos en tiempo real. Cabe preguntarse si este hecho asegura que lo que vemos corresponde fielmente a la realidad de un acontecimiento, convirtiéndonos en testigos de la historia. Régis Debray nos previene que la imagen no es la cosa, ni la noticia es el acontecimiento.

Debray continúa diciendo que ninguna mirada es virginal ni soberana. Ninguna percepción está a salvo de interpretación o de intervención. Ningún dato se presenta sin que haya cobrado forma. Toda visión supone un punto de vista. Todo montaje, una selección y un desecho. Todo encuadre, un fuera de cuadro. Toda manifestación de hechos brutos, una elaboración previa. En el registro más objetivote la realidad, se pone en funcionamiento una intensa actividad de confección y de formateado. El triunfo de lo inmediato no puso término, lejos de eso, a las mediaciones técnicas y culturales. Simplemente inauguró la era de la mediación enmascarada. El referente, en casa, en persona y al desnudo: tal es la gran ilusión de la era visual.

La imágenes de las chimeneas de los años 40 del siglo pasado no representan solamente el progreso industrial de su época, sino que también la barbarie de una sociedad, o la explicación de los sucesos del 11S en el cual nadie negaría los aviones chocando contra las Torres del World Trade Center, en este sentido es la historia una ciencia que nos permita una visión acabada de los acontecimientos históricos, los invito a que nos acerquemos a una respuesta.

Ya Aristóteles nos recordaba que la historia es un relato de aquellos hechos que han sufrido los individuos humanos, si partimos de esto para salvar el cuestionamiento de Descartes respecto a la seriedad de esta disciplina, en cuanto al rigor de sus principios y reglas para garantizar la validez científica de sus estudios, tendremos que lograr entender que la historia estudia hechos, aspecto que es ineluctable negar.

Por cierto también tenemos que considerar la división tradicional de las ciencias en inductivas y deductivas, donde la historia no tiene cabida, pues su objeto de estudio no cumple con los requisitos necesarios, ya que es dable reconocer la imposibilidad de realizar experimentos a gran escala con seres humanos, lo que obliga a que la base de sus conocimiento debe sustentarse en la observación.

He aquí un punto crucial en que el observador histórico podría deformar un hecho con fin de hacerlo encajar en su particular visión de la realidad. Pareciera sí evidente, que en los estudios históricos tendemos a dar mayor importancia a los hechos particulares, que a seguir hipótesis generales que se apegan a una teoría o modelo interpretativo de una realidad, lo cual nuevamente nos lleva a un distanciamiento entre los métodos de la historia y las ciencias denominadas naturales.

Me temo que desde una perspectiva lógica podría derivarse que para pensar en hechos particulares es menester considerar en proposiciones generales, que permitan sostener un razonamiento inductivo acerca de los hechos investigados. Cabe reconocer que todo lo que pensamos está traspasado por proposiciones generales, pero de ahí a asegurar la necesidad de que el razonamiento inductivo nos conducirá a validar un hecho investigado se convierte en una aseveración temeraria.

En lo anterior téngase presente, que los hechos históricos se sustentan en muchas ocasiones en la confiabilidad que le asignemos a un testimonio o documento en particular, a partir del cual emerge un juicio que sin duda encierra una generalidad. Es así como la mayoría de nuestras reflexiones se fundamentan en nuestros paradigmas, que sirven de estructura para fijar nuestras justificaciones, que no dependen de esquemas formales inductivos o deductivos, o a una combinación de ambos.

Necesitamos esa red de proposiciones generales de la experiencia pues estas constituyen el conocimiento, en que su generalidad no esta abierta a un cuestionamiento total, entendiendo que es posible poner en tela de juicio una proposición o un conjunto de ellas, mientras otras se mantienen, pero no es factible tirar al basurero todo mi paradigma de una sola vez.

En definitiva como opina Alain Finkielkraut la historia no es razonable ni tan siquiera racional, sino que la razón es histórica, pues las formas que la humanidad no cesa de engendrar poseen su existencia autónoma, su necesidad inmanente, su razón singular. Si interpretamos correctamente a Finkielkraut esta humanidad es la suma de los particularismos que pueblan la tierra, por tanto la historia de la humanidad debe declinarse en plural.

Sunday, February 12, 2012

Homenaje a Wislawa Szymborska

El día 1º de julio de 1923 nació mi madre, al día siguiente nació en Polonia Wislawa Szymborska, exactamente 30 años más tarde nacería yo…. Antes estos hechos comprenderán porque siento una conexión tan especial con esta gran poetisa que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1996. El primero de febrero recién pasado ha partido, nos ha dejado su poesía llena de humanidad mostrada con una ironía magistral e inteligente.

Es reconocido que el idioma polaco al estar sus palabras compuestas de zetas y de consonantes, es bastante improbable que haya lectores que puedan leer sus obras desde los originales. Hace un tiempo a través de un contacto guatemalteco en facebook tuve la suerte de que me regalara una Antología de la poesía contemporánea polaca, es una edición cubana del año 1984. En ella se incluye una pléyade de escritores que son parte de la tradición poética polaca, la cual ha sido representada por quienes obtuvieron previamente el Premio Nóbel como Henryk Sienkiewicz en 1905, Wladyslaw Reymont en 1924 , lista que se completaría mas tarde con Czeslaw Milosz en 1980.

Su obra poética comienza con la publicación de sus libros “Por eso vivimos” (1952) y “Preguntas a mí misma” (1954), que en sus versos muestran una visión estética del realismo socialista manteniendo un fuerte nexo con la reflexión filosóficas y sociológica con sus experiencias propia de la época que le toco vivir. Luego le siguieron libros como “Llamando al Yeti (1957), Sal (1962), Mil alegrías (1967), Si acaso (1975), El gran número (1976), Gente en el puente (1986), Fin y principio (1993), Instante (2002) y Dos puntos (2005).

Szymborska opinaba que la poesía debía evidenciar una actitud de distanciamiento con el mundo, y sobre todo con nuestro yo para quitarle a éste su egoísmo, pues la poesía tiene por esencia mostrar la fragilidad de la vida y soledad del ser humano, teniendo en cuenta la pequeñez de nuestros limitados esfuerzos individuales.

Sigo pensando que la mejor manera de homenajear a un poeta es hacerlo con sus propios versos:

Descubrimiento

Creo en el gran descubrimiento.
Creo en el hombre que hará el descubrimiento.
Creo en el terror del hombre que hará el descubrimiento.
Creo en la palidez de su rostro,
la náusea, el sudor frío en su labio.

Creo en la quema de las notas,
quema hasta las cenizas,
quema hasta la última.

Creo en la dispersión de los números,
su dispersión sin remordimiento.

Creo en la rapidez del hombre,
la precisión de sus movimientos,
su libre albedrío irreprimido.

Creo en la destrucción de las tablillas,
el vertido de los líquidos,
la extinción del rayo.

Afirmo que todo funcionará
y que no será demasiado tarde,
y que las cosas se develarán en ausencia de testigos.
Nadie lo averiguará, no me cabe duda,
ni esposa ni muralla,
ni siquiera un pájaro, porque bien puede cantar.

Creo en la mano detenida,
creo en la carrera arruinada,
creo en la labor perdida de muchos años.
Creo en el secreto llevado a la tumba.

Para mí estas palabras se remontan por encima de las reglas.
No buscan apoyo en ejemplos de ninguna clase.
Mi fe es fuerte, ciega y sin ningún fundamento.

Wednesday, February 08, 2012

El Estado y la prohibición de lo malo..

¿Corresponde que el Estado de Chile prohíba el consumo del tabaco? Esta es una interrogante que ha cobrado una relevancia muy especial, que ha producido unos apasionados y divertidos debates en que algunos parlamentarios han pedido a sus pares que se comporten de acuerdo a la seriedad del tema.

Todo esto porque un Diputado de la República se preguntaba con sorna durante su intervención en el hemiciclo, si llegaría el momento en que el Estado estimaría necesario prohibir fumar en los baños, lo cual se justificaba bajo la misma lógica que se tenía para que no se hiciera en determinados lugares, pues es éste también un recinto cerrado, que por lo general no tienen grandes ventanales.

Es posible que la ironía del Sr. Parlamentario provenga de la asimetría con que se tratan ciertos temas y especialmente cuando corresponde aplicar prohibiciones. Es así, que existe una disonancia en la voluntad de legislar a la hora de que el tema sea otro, como es el caso del consumo del alcohol. Consideremos un punto a favor para este legislador, reflexionando respecto a que si el Estado debe prohibir todo aquello que estima que es malo para la sociedad, entonces en el futuro no sólo debiéramos prohibir el consumo de tabaco o alcohol, sino que también podríamos prohibir la infidelidad que tanto mal puede hacer a la familia y por ende a la sociedad chilena.

Otra perspectiva interesante es cuestionarse si con estas prohibiciones estamos horadando nuestros derechos fundamentales, permitiendo que uno de ellos como es en este caso la libertad individual, se nos escabulla entre este tipo de normas restrictivas que el Estado considera imprescindibles para velar por el bien de la comunidad nacional.

Ante lo anterior no puedo impedir que de mi memoria emerja aquella antigua concepción de libertad que nos dejó T.H. Green, quien influido por Hegel entre otros filósofos europeos sostenía, que cuando el Estado busca aprobar leyes que prohíban contaminar teniendo como objetivo superior salvaguardar la Salud de las personas, no se afectaba las libertades individuales, pues el resultado final de esta prohibición sumaría que muchas más personas ejercerían su libertad, de acuerdo al tema que nos convoca correspondería derivar que muchas más personas podrían concurrir a lugares que antes se los impedían los fumadores.

¿Debemos aceptar esta manera conceptual sobre la libertad?, en la búsqueda de una respuesta quizás ayude recordar que en el siglo pasado los socialdemócratas aseguraban que este ejercicio de libertad positiva era un acción que debería considerarse como inteligente.

Cabe preguntarse si hay una sola visión correcta de la vida, tanto que aquellos no se enmarcan en ella deben ser obligados a cumplir con normas legales que emanen del Estado, para que lleven una vida recta conforme a lo que la institución gubernamental legisla.

Me sincero que en este aspecto me apego a la opinión de Isaiah Berlin, en cuanto a que considera que esta libertad no es más que una “charlatanería”, que de una u otra forma conduce a la servidumbre humana. Para Berlin una correcta interpretación de lo qué es la libertad significa: “no ser coaccionado, no ser aprisionado ni aterrorizado”.

Por mi parte me atrevo a afirmar que esta dualidad prohibición y terror mientras se muestre como un acto beneficioso para las personas, llevará ineluctablemente escondidos intereses oscuros de algún poder fáctico. La perversión del lenguaje puede hacer sentirnos más libres cuando se aprueban leyes para obligarnos a no fumar e inclusive a no beber, de seguro que ello puede tener objetivos loables, pero mi sumatoria al fin y al cabo será que somos menos libres con este tipo de decisiones legislativas por razones de Estado.

Si hemos de reflexionar sobre estas prohibiciones, tengo la corazonada que nuevamente hemos puesto “la carreta por delante de los bueyes”, pues lo primero que debiera legislarse es sobre la obligación de incluir en las currículos de formación de nuestros hijos, la importancia de evitar los exceso del cigarrillo y el alcohol. No hacerlo es equivocar el camino, es creer que el ser humano esta determinado a los vicios, no siendo posible tener éxito en educarlo para que evite estos derroteros que perjudican su calidad de vida.

Aun asumiendo las consecuencias de abrir un flanco para ser atacado como lo fue Carlyle por vociferar una opinión similar, respecto a la importancia de que existan líderes políticos que asuman con responsabilidad de Estadistas la conducción de nuestra sociedad. Es que me parece evidente la necesidad de encauzar nuestros marcos legislativos, hacia objetivos en que más que pretender prohibir nos preocupemos de educar. Debemos enfocar nuestro quehacer normativo dentro de una visión pluralista como un imperativo que nos permita asegurar la paz social.

En pocas palabras el mundo no será mejor por el sólo hecho de prohibir todo aquello que no nos parece correcto…. A lo igual de lo que Sófocles pensó en su momento, a la hora de obedecer este tipo de normas que privilegien una visión de Estado en particular, mi elección será estar del lado de Antígona….