"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Saturday, November 15, 2008

La Sociedad Informacional y las Nuevas Tecnologías
Francisco de la Fuente V.
Nadie pareciera tener dudas hoy en día de la importancia de la tecnologías, aspecto que no está ausente en las sucesivas etapas de la historia de la humanidad, en las cuales el avance tecnológico ha acompañado a cada época desde la Edad de la Piedra, del Bronce y del hierro hasta llegar a nuestros días, en que se relaciona con la innovación tecnológica que va a la vanguardia de lo que ocurre en nuestra sociedad actual.

Sí hacemos el esfuerzo de recordar aquel ejercicio metafórico en el tiempo, al considerar la historia del hombre a través del universo, acotándolo a un periodo de treinta días, tendríamos que 29 días con 22horas y media corresponderían a la edad pre-tecnológica, quedando los noventa minutos restantes para cubrir la civilización agrícola, dejando los últimos 15 segundos para el inicio de la sociedad de la información.

La transformación que acontece en la sociedad humana en estos quince segundos, tiene un enorme significado en comparación a las épocas anteriores de la historia del hombre, generando un paradigma informacional que atraviesa transversalmente todo el quehacer económico, político y cultural.

Michel Foucault sugirió que las tecnologías actuaban en la cultura occidental, como un ente controlador que alienaba a los hombres que se mueven y reproducen en ellas. A su vez clasifica las tecnologías en cuatro grandes grupos, siendo uno de ellos las “tecnologías de producción” que tiene la capacidad de tecnificar todo tipo de procesos, para los objetos, ya sea manipulación o modificación de ellos, siendo estos materiales usados para nuestro propio beneficio; otro es el de las “tecnologías de sistemas de signos” que involucra la utilización de signos con los cuales podemos alternar con el lenguaje, es como otra manera de comunicación, no solo con letras del alfabeto sino utilizando símbolos e interpretarlos.; además están las “tecnologías de poder” que determinan la conducta de los individuos, que buscan afectar al ser humano como objeto programable para utilizarlo y por medio de cambios de conducta, manejarlo para que efectuara acciones, para beneficio de otro; y finalmente las “tecnologías del yo” que le aportan a los individuos autonomía que apoyada sobre cierto número de operaciones sobre sus cuerpo, almas, pensamientos, les permite obtener una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar ciertos objetivos superiores para convertirse en la personas que desean ser.

El ser humano focaliza su creatividad en la fabricación de herramientas que finalmente terminan afectándolo a sí mismo, es así que las tecnologías de la información han provocado un salto cualitativo exponencial en la oportunidad y alcance en su transmisión, procesos iniciados con la invención de la escritura para continuar con la imprenta, telégrafo, teléfono, radio y televisión, hasta alcanzar la actual generación de ordenadores.

Al referirnos a las nuevas tecnologías de la información, por una parte estamos asignando un aura de novedad que puede ser cuestionable, ya que la novedad no pasa de ser una aplicación posterior de algún aporte científico anterior que alcanza su aplicación. Por otro lado podemos aludir al conjunto de artefactos, que ensamblados configuran un sistema técnico; compuesto de telefonía, satélites, redes e informática, y a la materia con la que operan la información y comunicación.

Atendiendo a lo anterior que el campo de las nuevas tecnologías podemos señalar dos áreas de innovación tecnológica: la informática con su correspondiente sección de equipamiento (hardware) y sección de desarrollo de programas (software), y otra área que correspondería a las telecomunicaciones (Internet y las llamadas autopistas de la información).

A las nuevas tecnologías no les falta la dicotomía que enfrenta la posición de aquellos que defienden su desarrollo, los cuales tienen una perspectiva tecnofílica, y otros que tienen una mirada de rechazo por constituirse en una forma más de deshumanizar la sociedad, que se conocen como tecnofóbicos. Este debate sólo puede superarse si se tiene la precaución de reflexionar, alejándose de la carga emocional que tiene las fundamentaciones en ambos casos, lo que queda claro es que las nuevas tecnologías llegaron para quedarse entre nosotros, siendo un hecho concreto que la sociedad debe tener la capacidad de crear los espacios para que reciba los beneficios la humanidad toda.

Como afirma Gutiérrez (1997) respecto de las tecnologías “su utilización a favor o en contra de una sociedad más justa dependerá en gran parte de la educación, de los conocimientos y de la capacidad crítica de los usuarios”. La problemática de integrar esto, esta en el obstáculo que se ha derivado del proceso formativo que han impartido las instituciones educativas, las cuales se han caracterizado por descontextualizar social y económicamente el acceso a las nuevas tecnologías, sin permitir entender las características históricas de cómo emergen en el contexto social y cultural, es decir no verlas como producto de generación espontánea, sino como parte de un proceso, que tiene sus éxitos y fracasos que al fin y al cabo hacen posible la necesidad de la aplicación de nuevas tecnologías.

Es una evidencia de lo anterior del como el sistema capitalista se ha apropiado de la creatividad de épocas pasadas, las cuales en su oportunidad no fueron consideradas de utilidad por la sociedad de su tiempo. Es el caso del reloj que originado en los monasterios Benedictinos hacia el siglo XII, hoy es un elemento que permite al capitalismo tener un proceso de producción uniforme, mediante un control efectivo de las horas de trabajos.

Por muchos siglos el saber aplicado no estuvo destinado al servicio de los sistemas de producción, más con el paso del tiempo la ciencia y la técnica se han alienado en la presunción que están al servicio del capitalismo, asociándose a un tipo de pensamiento que se define como de “racionalidad instrumental”, que representa que el progreso del mercado se orienta hacia la dominación económica del mundo a través de la innovación en el proceso productivo. Habermas (1987) nos prevenía que la ciencia actual se mueve por interés, sometiendo al saber a un paradigma de crecimiento industrial orientado con claros fines de lucro.

Cabe destacar que la focalización sobre esta manera de medir la racionalidad, sólo a partir de los parámetros de la ciencia y la técnica; como bien nos señala Mardones (1995) , tiene como consecuencias de minimizar otras dimensiones tan humanas como la política, educación, moral, estética y la religión por no adecuar sus métodos al método científico. Una crítica a esta mirada exagerada de la razón instrumental es realizada por Boff (1996) al señalar que esta no puede ser la única perspectiva de usar nuestra capacidad intelectiva, pues junto al logos (razón) esta el Eros (vida y pasión), el pathos (afectividad y sensibilidad) y el daimon (la voz interior de la naturaleza).

La crítica a esta mirada de racionalidad instrumental ha sido abordada por diversos intelectuales, por que ha instrumentalizado la relación del hombre y la naturaleza, de manera que en la actualidad existe la percepción que las personas ven afectadas su dignidad humana, por lo cual parece menester que el desarrollo científico tecnológico considere aspectos de una ética mundial.

A partir entonces de la esfera económica nace este paradigma informacional, que atraviesa transversal todo el quehacer humano actual, teniendo en opinión de Castells (1997) las siguientes características:
1.- La información es la materia prima, donde las nuevas tecnologías están concebidas para actuar sobre la información, sacándole la máxima rentabilidad.
2.- Los efectos de las nuevas tecnologías de la información tienen una gran capacidad de penetración en la vida social.
3.- La interconexión de todo el sistema en una configuración de redes.
4.- El paradigma de las tecnologías de la información se sustenta en la flexibilidad.
5.- La convergencia creciente de tecnologías específicas en un sistema altamente integrado.

En acuerdo a Castells podemos afirmar que ha producido una transformación del modo de desarrollo de la sociedad, considerando los cambios en las estructuras de poder, sustentadas en la variaciones de las relaciones de la producción representada por la economía y de las relaciones de experiencia referida esta última a la cultura. La sociedad industrial que había desplazado a la artesanal agrícola, hoy ha sido ella también relegada con el advenimiento de la sociedad informacional.

El mismo Castells (1997:42) nos dice que “en el nuevo modo de producción, la fuente de productividad estriba en la tecnología de la generación de conocimiento, el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos”. No cabe duda que esto nos lleva a un nuevo paradigma, concepto que entendemos de acuerdo al libro “La estructura de las revoluciones científicas” de Thomas Kuhn (1970:175), al definirlo como “toda constelación de opiniones, valores y métodos, etc., compartidos por los miembros de una sociedad determinada”, es decir la aparición de este paradigma informacional influye decididamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje, al actuar transversalmente como marco de referencias en todas las actividades de la sociedad actual.

En opinión de De Pablos (2008) citado por Ogalde y González (2008) , “No se trata únicamente de disponer o no de las tecnologías, es necesario que representen un factor de comprensión, mejora y proyección para sus usuarios. Para el desarrollo de este análisis sobre el papel de las tecnologías en el campo de la educación, resulta relevante profundizar en su impacto y posibilidades, diferenciando los desarrollos y propuestas en función de los diferentes niveles educativos y los objetivos a conseguir”.

Es oportuno mencionar que Castells ha señalado que "sin educación, la tecnología no sirve para nada" ("Entrevista a Manuel Castells", 2008). Por ello es importante considerar que la aplicación de las nuevas tecnologías en el ámbito educativo, por sí solas no nos van a garantizar el éxito en el proceso de enseñanza-aprendizaje, más aún es probable que lo entorpezcan. No obstante, debemos reconocer que las TICs tienen una influencia ineluctable en la construcción social de nuestras mentes, lo cual las convierte en herramientas culturales que permiten promover nuevas formas de pensar y convivir en sociedad.

En conclusión el educador no puede obviar el paradigma informacional, como tampoco puede eludir su responsabilidad al seleccionar y aplicar debidamente las TICs, ya que de su asertiva decisión dependerá el éxito o fracaso del proceso de educativo de la institución educacional.

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