"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Monday, December 25, 2023

Tradición Navideña Familiar

 La navidad en la mayoría de las personas con el paso de los años – como es mi caso – puede evocar una conexión con las raíces familiares, con momentos de convivencia alrededor de un árbol y pesebre navideño. Tengo presente que el sentido religioso entre los mismos cristianos puede diferir y más aún en quienes profesan otras religiones monoteístas o en definitiva en quienes sobreviven en un espíritu agnóstico.

Este año que se va fue también el momento elegido por mi madre para ir al reencuentro de mi padre en el más allá. Es así, como quedan los recuerdos y especialmente las anécdotas en torno a los rituales que culminan en la cena familiar de nochebuena.

Hacia mis primeros años mi padre recorría los campos patagónicos buscando el árbol que adornaría nuestra casa. En cierta ocasión un toro bravío estuvo muy cerca de darnos un par de cornadas y dejarnos al otro lado de una cerca, si no fuera por la valentía de mi padre de enfrentarlo y salvar la situación de peligro. Una vez en casa mi madre armaba el árbol con creatividad estética, con guirnaldas de multicolores y luces en forma de ánfora en cuyo parte superior hervía un líquido de diversos tonos, donde la nieve estaba representada por motas de algodón y adicionalmente atadas a las ramas colgaban una cantidad indeterminada de caramelos y calugas.

Por cierto, tomamos la costumbre de sustraer estos dulces del árbol mucho antes que llegara la medianoche de navidad, mi madre cansada de esto decidió darnos una lección que no olvidaríamos jamás. Como cada año cubrió el árbol con las golosinas correspondientes, aunque sin saberlo nosotros había cambiado la estrategia pues mantenían sus envoltorios, pero sus contenidos no correspondían a los caramelos deliciosos, sino que piedras, si piedras cuidadosamente elegidas para evitar que nos diéramos cuenta.

Como infantes demoramos bastante en darnos cuenta que mi papá era el Viejito Pascuero, que pasaba por nuestro árbol dejando los regalos, mientras concurríamos junto a mis padres a la misa del Gallo en la iglesia del pueblo, ya era el momento en que papá se escabullía entre la multitud para hacer el trabajo de Santa Claus. 

Podemos decir que los tiempos van cambiando y las tradiciones pueden ir ajustándose a las épocas y contextos, pero si algo debemos conservar es el sentido que nos regala el reencuentro familiar del espíritu de la navidad.


Saturday, December 23, 2023

No Soy Ermitaño...

 

Hace un tiempo atrás paseando por la calle Providencia hacia la Galería Drugstore – es mi lugar preferido cuando visito Santiago – me detuve frente a un vendedor de “chapitas”, una que mostraba la fórmula de la serotonina cautivó mi atención, la revisé un largo rato, hasta que el vendedor me dio el valor, lo que indicaba que nuestra relación comercial había llegado a un punto límite. La dejé en su lugar y busqué un café donde seguir reflexionando sobre la mencionada “chapita”. Comprendo que estas líneas no tendrían ninguna utilidad de ser escrita, pero es que a mí me nace una necesidad de hacerlas, quizás debiera hacerme cargo de las tres palabras que George Orwell escribió: Why I write. Por cierto, Joan Didion desarrollo una respuesta a esto, en su artículo “Por qué escribo”, teniéndolo presente obviaré la osadía de dar una perorata justificando mis propias razones.

Retomaré mi reflexión en el café pues la imagen de la mentada “chapita” me hizo recordar a mi hermano, que varios lustros atrás intentando enseñarme química me engaño diciendo que si quería comprender el número de Avogadro tenía que activar mi función cerebral en modo abstracto. Con los años las buenas intenciones didácticas de mi hermano se derrumbaron como una torre de dominó, pues posteriormente la química resulto muchísimo más concreta que las materias filosóficas y teológicas en que me inicié y decidí profundizar estudios. 

No hay duda que mi hermano logró su objetivo de que aprendiera química disciplinar y aplicara profesionalmente. Tengo la sospecha qué si hoy tuviera que enseñar el número de Avogadro, quizás tendría que recurrir a la misma estrategia. 
Así es la vida… ¡¡Ah!! y no soy ermitaño.