"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Thursday, July 26, 2018

Producir lo sagrado en la comunidad universitaria


Es posible que en estas horas o días estemos llegando al término de las movilizaciones estudiantiles, cuyo tema central ha estado en la igualdad de género, aspectos que han sido dialogados extensamente entre los estamentos universitarios, y del cual se espera avanzar positivamente en la solución de las problemáticas de dicho tema.

Más allá de los logros que puedan haberse alcanzados por las movilizaciones, este comentario pretende realizar un análisis desde una perspectiva diferente, y para ello quisiera considerar una lectura previa del Prof. Pedro Morandé, referidas al concepto de sacrificio en el concepto de la modernidad.

Seguramente nuestra percepción nos hará concordar que la sociedad moderna ha superado la necesidad social de realizar rituales sacrificiales; no parece haber dudas en esto; pero a su vez es perceptible que en esta modernidad el sacrificio no ha desaparecido, aunque se utilicen diversas técnicas comunicativas que lo enmascaran o buscan minimizarlo.

Cabe aclarar que reconozco que dicho sacrificio puede darse en el plano personal e íntimo, mas este comentario se produce en la coyuntura social, la cual he declarado como contexto inicial. A su vez, evidenciar que hay circunstancias históricas, en que respecto al sacrificio se producen alzas en su densidad comunicacional, lo que lleva a que sea más perceptible socialmente.

En el texto de lectura referido -el sacrificio- utilizando un lenguaje económico, ha estado permanentemente referenciado a otro concepto como es el costo social, que corresponde cuando estamos ante la presencia de un daño o pérdida que una sociedad en razón a su apuesta de desarrollo tiene que sobrellevar. Es necesario, aclarar inmediatamente la exigencia ética que implica cualquier costo social, y ello debe resguardar que sus fines se alcancen a través de medios lícitos, validados por principios legitimados culturalmente, y no exclusivamente por la eficiencia de los recursos asignados.

Concordando con el Prof. Morandé,  cuando define el sacrificio como una categoría racional que nos ayuda a comprender la estrecha relación existente, entre el valor ético y el valor económico, el que se da en un contexto de pautas miméticas de una cultura, y por consiguiente nos permite extrapolar que no solamente estamos frente a un costo social, sino que también ante un costo cultural.

Considerados estos aspectos generales del sacrificio, teniendo presente que por más que intentemos minimizar su presencia en el quehacer social en este siglo XXI, éste se nos presenta, como en el ámbito que nos convoca este comentario, y por tanto es prudente preguntarse si los representantes dialogantes en las comunidades estamentales, estaban conscientes de las implicancias de este sacrificio al regreso a la convivencia universitaria.

Por cierto, es evidente que las comunidades universitarias en su gran mayoría marcan una clara tendencia a valorar positivamente los objetivos de las movilizaciones por la igualdad de género, y de la importancia de hacer cambios en sus contextos culturales. Aún así cabe la responsabilidad de reflexionar sobre los sacrificios que nos deja en las comunidades académicas los acuerdos alcanzados, considerando los valores que declaran los diversos centros de educación superior.

Quizás sea menester anhelar por esto de empezar a trabajar el sacrum facere que implica la confianza en una comunidad, especialmente si la consideramos como un sustrato  primario de nuestro ser.

Bibliografía
- Morandé, Pedro. 1981. El sacrificio como categoría económica: bases para la comprensión sociológica del papel del sacrificio en la polis.
- Taylor, Charles. 2014. La era secular. Tomo I. Editorial Gedisa. Barcelona, España
- Zambrano, María, 2018. Hacia un saber sobre el alma. Ed. Alianza Editorial. Madrid, España p.107