2017: ha sido un año más en que la
cotidianidad de los días pueden considerarse a semejanza de años anteriores,
más al hacer énfasis para encontrar las diferencias que marcaron el 2017, estas
estuvieron focalizadas principalmente por lo emocional, dada la partida de mi
padre, porque sin desearlo ello me llevó a la necesidad de asumir nuevos
contrapuntos que guiarán mi andar por el derrotero de mi vida.
La pérdida del otro-progenitor no ha sido la soledad completa, lo cual platónicamente (1) sería impensable reconociendo que sólo llegamos a conocernos a sí mismo a través de la presencia del Otro, es menester reflejarnos en la mirada de Otro, por consiguiente es vivencial reconocer lo importante que es contar con estos contrapuntos, que nos permiten la familia, los amigos y aquellos que son parte del quehacer de cada día, sino contáramos con ellos estaríamos condenados a vivir en la ignorancia de sí mismo.
Algo cambio ante el desapego paterno que afectó los contrapuntos en la relación con los Otros; principalmente familiar; luego de la reflexión menesterosa tuve que renovar estos contrapuntos en la dirección de alejarme de aquellos Otros que me dañaban emocionalmente, por sus diatribas negativas con contenidos y divertimentos sostenidos en hipocresías que me separan del santo camino trazado por San Esteban, el cual se caracteriza por la presencia de la honestidad.
Sin dudas que la miríada de acciones que se despliegan al mirar hacia el pasado transversalmente este año que se va en unas horas más, ya sean importantes o triviales son de mi responsabilidad, las que asumo con la humildad de ser una persona más en este mundo, como tantas otras, que poseen similar oportunidad y capacidad de conciencia, que pueden pensar y actuar de manera similar, pero llegando a decisiones que pueden divergir de las mías, las cuales respeto en toda su extensión.
Algunos resaltarán el tema del perdón trasladando al escenario de la convivencia familiar, utilizando un bulo que se le atribuye al Papa Francisco, y que ha recorrido las redes sociales desde hace un par de años. Debo confesar que independiente de las intenciones de terceros tengo una formación académica que me impone una rigurosidad de las fuentes, especialmente cuando se trata de personas que representan a una entidad religiosa como es este caso del Santo Padre.
El perdón cristiano nos es dado por la Gracia de Dios Padre a través de su hijo Jesucristo, quien es el camino de la verdad, y para seguirlo sí debemos dejar de lado la hipocresía, debemos efectivamente limpiar nuestro espíritu de ella, para así participar en el perdón teológico al que nos llama el Papa, pues no encontraremos el perdón juzgando a los Otros y demandando perdón en vez de ofrecerlo. En lo personal, me hago cargo de mis acciones para con los demás; atendiendo a mi conciencia; confiado en la clemencia y misericordia de Dios, por consiguiente no he demandado ni demandaré perdón alguno a los Otros por sus acciones, porque no hay hipocresía en mi amor hacia ellos.
Finalmente presiento que caminamos de espalda al futuro, enfrentando nuestro pasado donde el presente es efímero a semejanza de nuestras vidas. Lo esencial es que la realidad está en el misterio que les da sentido a la vida….. Paz y amor para el nuevo año que se nos avecina.
La pérdida del otro-progenitor no ha sido la soledad completa, lo cual platónicamente (1) sería impensable reconociendo que sólo llegamos a conocernos a sí mismo a través de la presencia del Otro, es menester reflejarnos en la mirada de Otro, por consiguiente es vivencial reconocer lo importante que es contar con estos contrapuntos, que nos permiten la familia, los amigos y aquellos que son parte del quehacer de cada día, sino contáramos con ellos estaríamos condenados a vivir en la ignorancia de sí mismo.
Algo cambio ante el desapego paterno que afectó los contrapuntos en la relación con los Otros; principalmente familiar; luego de la reflexión menesterosa tuve que renovar estos contrapuntos en la dirección de alejarme de aquellos Otros que me dañaban emocionalmente, por sus diatribas negativas con contenidos y divertimentos sostenidos en hipocresías que me separan del santo camino trazado por San Esteban, el cual se caracteriza por la presencia de la honestidad.
Sin dudas que la miríada de acciones que se despliegan al mirar hacia el pasado transversalmente este año que se va en unas horas más, ya sean importantes o triviales son de mi responsabilidad, las que asumo con la humildad de ser una persona más en este mundo, como tantas otras, que poseen similar oportunidad y capacidad de conciencia, que pueden pensar y actuar de manera similar, pero llegando a decisiones que pueden divergir de las mías, las cuales respeto en toda su extensión.
Algunos resaltarán el tema del perdón trasladando al escenario de la convivencia familiar, utilizando un bulo que se le atribuye al Papa Francisco, y que ha recorrido las redes sociales desde hace un par de años. Debo confesar que independiente de las intenciones de terceros tengo una formación académica que me impone una rigurosidad de las fuentes, especialmente cuando se trata de personas que representan a una entidad religiosa como es este caso del Santo Padre.
El Papa Francisco se ha referido a la
familia cuando ha dicho que: “No existe la familia perfecta, pero no hay que
tener miedo a la imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos;
hay que aprender a afrontarlos de manera constructiva”, y ha agregado: “Por
eso, la familia en la que, con los propios límites y pecados, todos se quieren,
se convierte en una escuela de perdón. El perdón es una dinámica de
comunicación: una comunicación que se desgasta, se rompe y que, mediante el
arrepentimiento expresado y acogido, se puede reanudar y acrecentar”(2). En otra
ocasión el Papa ha insistido que tal imperfección “no impide que no sean la
respuesta para el mañana. Dios nos estimula al amor y el amor siempre se
compromete con las personas que ama…. Por eso, cuidemos a nuestras familias,
verdaderas escuelas del mañana”(3).
El perdón cristiano nos es dado por la Gracia de Dios Padre a través de su hijo Jesucristo, quien es el camino de la verdad, y para seguirlo sí debemos dejar de lado la hipocresía, debemos efectivamente limpiar nuestro espíritu de ella, para así participar en el perdón teológico al que nos llama el Papa, pues no encontraremos el perdón juzgando a los Otros y demandando perdón en vez de ofrecerlo. En lo personal, me hago cargo de mis acciones para con los demás; atendiendo a mi conciencia; confiado en la clemencia y misericordia de Dios, por consiguiente no he demandado ni demandaré perdón alguno a los Otros por sus acciones, porque no hay hipocresía en mi amor hacia ellos.
Finalmente presiento que caminamos de espalda al futuro, enfrentando nuestro pasado donde el presente es efímero a semejanza de nuestras vidas. Lo esencial es que la realidad está en el misterio que les da sentido a la vida….. Paz y amor para el nuevo año que se nos avecina.
Bibliografía /Referencias:
1.- Diálogo de Alcibíades mayor, atribuido
a Platón.
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