"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, January 01, 2017

Reflexionando sobre un año desprendido del calendario


Se ha ido el año 2016, por lo general todos hemos participado de alguna manera en la vorágine de las celebraciones y las correspondientes manifestaciones de buenos augurios para el año 2017. En este contexto me enfrento a la hoja en blanco destinada a realizar un comentario, cuyo objetivo no será otro que hacer una reflexión sobre este año  calendario que se ha desprendido de la pared para iniciar uno nuevo, lo cual evidencia que este acto no implica un olvido, aunque se tenga la intención de ello.


La reflexión la focalizaré en tres lecturas realizadas en algún momento de este ciclo anual que termina. Primeramente me referiré a la poeta polaca Wislawa Szymborska que conocí a través de una antología de poesía que encontré en una olvidada librería de libros usados en Centroamérica; como es sabido posteriormente en el año 1996 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura. Por qué recordar a esta poeta? Sólo porque estimo que una de las palabras, que de alguna manera se aparece como un indicador de lo ocurrido en este desprendido año es la “inspiración”, y para ello nada mejor que recordar lo que ella dijo al respecto en su discurso en la academia sueca:
“ La inspiración no es un privilegio exclusivo de los poetas o de los artistas en general. Existe, ha existido y siempre existirá un cierto grupo de personas a quienes la inspiración visita. Está integrado por todos aquellos que conscientemente han seguido su vocación y hacen su trabajo con amor e imaginación; incluye a doctores, profesores, jardineros y un centenar más de profesiones. Su labor se convierte en una aventura continua siempre que sean capaces de seguir descubriendo retos. Las dificultades y las adversidades nunca reprimen su curiosidad. Un enjambre de nuevas preguntas emerge de cada problema que resuelven. Lo que la inspiración sea, es algo que nace de un continuo decir “no sé”.
No hay muchas de estas personas. La mayoría de los habitantes del planeta trabaja para sobrevivir; porque están obligados. No eligen éste o aquel trabajo siguiendo una pasión; las circunstancias de sus vidas eligen por ellos. Un trabajo hecho sin amor, aburrido, valorado tan sólo porque hay otros que ni siquiera eso tienen, sin importar qué tan despreciado o monótono sea: ésta es una de las más crueles miserias del hombre y no hay señal visible de que los siglos venideros vayan a producir alguna mejora en este campo”.(1)
He leído la poesía de Wislawa Szymborska, especialmente porque luego de obtener el Nobel las traducciones a nuestro idioma se multiplicaron, y sus palabras han sembrado nuestros corazones. Este mismo texto provoca en mi un brote de reflexión sobre la importancia de hacer nuestras actividades cotidianas con inspiración, a fin de romper cualquier barrera que dificulté que nuestro trabajo lo hagamos con amor e imaginación.

De mi segunda lectura destacaré al escritor Albert Camus; quien a su vez se le otorgó el Premio Nobel de Literatura en 1957, en este caso mi atención esta centrada en la impecable coherencia moral que se propuso Camus en su actuar público, lo cual le atrajo las iras de conspicuos intelectuales de su época, como Sartre que por esos días era un gurú de las hordas de vanguardia. Por cierto, no es este el espacio pertinente para analizar sus obras; como “La peste”, “Los justos” y especialmente “El hombre rebelde” aunque a pesar de que en el momento en que se informó del premio de la academia sueca, se le cuestionó que se le hubiera otorgado a un escritor con pasado pero sin futuro. En definitiva, la lectura de Camus muestra la importancia de tomar el camino de la verdad, libertad y la justicia, como aspectos esenciales de las decisiones en conciencia que nos ocurren en la vida.

Por último me referiré a los mensajes del Papa Francisco cuya lectura se ha convertido en una necesidad espiritual ante los tiempos que vivimos de individualismo y consumismo. Dos palabras me dan sentido al respecto: la primera la Misericordia lo cual el mismo destaca cuando nos dice Este es el tiempo de la misericordia. Cada día de nuestra vida está marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar. Es el tiempo de la misericordia para todos y cada uno, para que nadie piense que está fuera de la cercanía de Dios y de la potencia de su ternura. Es el tiempo de la misericordia, para que los débiles e indefensos, los que están lejos y solos sientan la presencia de hermanos y hermanas que los sostienen en sus necesidades. Es el tiempo de la misericordia, para que los pobres sientan la mirada de respeto y atención de aquellos que, venciendo la indiferencia, han descubierto lo que es fundamental en la vida. Es el tiempo de la misericordia, para que cada pecador no deje de pedir perdón y de sentir la mano del Padre que acoge y abraza siempre”.(2)

De  una lectura de un mensaje atribuido al Papa Francisco que me regalo un amigo mío; con el cual tuvimos oportunidad de trabajar en el más acá en sus límites del más allá; sale mi segunda palabra: la felicidad, que se traduce en la acción de ser feliz:
“Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir irritado algunas veces, pero no te olvides que tu vida es la mayor empresa del mundo.

Sólo tu puedes evitar que ella vaya en decadencia.

Hay muchos que te aprecian, admiran y te quieren.

Me gustaría que recordaras que ser feliz, no es tener un cielo sin tempestades, camino sin accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones.

Ser feliz es encontrar fuerza en el perdón, esperanza en las batallas, seguridad en el palco del miedo, amor en los desencuentros.

Ser feliz no es sólo valorizar la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza.

No es apenas conmemorar el éxito, sino aprender lecciones en los fracasos.

No es apenas tener alegría con los aplausos, sino tener alegría en el anonimato.

Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, incomprensiones, y períodos de crisis.  

Ser feliz no es una fatalidad del destino, sino una conquista para quien sabe viajar para adentro de su propio ser.

Ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y volverse actor de la propia historia.

Es atravesar desiertos fuera de si, mas ser capaz de encontrar un oasis en lo recóndito de nuestra alma.

Es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida.

Ser feliz es no tener miedo de los propios sentimientos.

Es saber hablar de si mismo.

Es tener coraje para oír un “no”.

Es tener seguridad para recibir una crítica, aunque sea injusta.

Es besar a los hijos, mimar a los padres, tener momentos poéticos con los amigos, aunque ellos nos hieran.

Ser feliz es dejar vivir a la criatura libre, alegre y simple, que vive dentro de cada uno de nosotros.

Es tener madurez para decir ‘me equivoqué’.

Es tener la osadía para decir ‘perdóname’.

Es tener sensibilidad para expresar ‘te necesito’.

Es tener capacidad de decir ‘te amo’.

Que tu vida se vuelva un jardín de oportunidades para ser feliz…

Que en tus primaveras seas amante de la alegría.

Que en tus inviernos seas amigo de la sabiduría.

Y que cuando te equivoques en el camino, comiences todo de nuevo.

Pues así serás más apasionado por la vida.

Y descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta.

Sino usar las lágrimas para regar la tolerancia.

Usar las pérdidas para refinar la paciencia.

Usar las fallas para esculpir la serenidad.

Usar el dolor para lapidar el placer.

Usar los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.

Jamás desistas….

Jamás desistas de las personas que amas.

Jamás desistas de ser feliz, pues la vida es un espectáculo imperdible!(3)

 Quizás como en el Eclesiatés, lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará ...  nada nuevo bajo el sol, pero en el vivir más que en el sobrevivir...

(1).- Mensaje ante la Academia sueca de Wislawa Szymborska con motivo de la entrega del Premio Nobel de Literatura 1996.