"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, June 23, 2013

Libertad e igualdad una dualidad posible en democracia

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“Hasta ahora nadie ha encontrado la manera de poner de acuerdo los derechos de libertad con las exigencias de la justicia social. El liberalsocialismo es sólo una fórmula, soy el primero en reconocerlo” quizás esta frase de Norberto Bobbio refleje con mayor gratitud la utopía de  ideario político.
Por cierto que para comprender esto de “liberalsocialismo” , Agustín Squella nos previene de que no es lo mismo distinguir que separar, pues lo primero consiste en advertir y expresar la diferencia que hay entre dos aspectos, mientras que separar es la acción que pone deliberadamente distancia entre ambas cosas. Y si dos conceptos fueran doctrinas contrarias, lo ideal sería seguir la recomendación de F. Scott Fitzgerald, que indica como prueba de una inteligencia superior la capacidad de mantener en la cabeza dos ideas opuestas a la vez sin perder por ello la capacidad de funcionar. En mi opinión los constructos reflexivos en términos coloreados por lo general no son ni blancos ni negros, sino más bien grises. 
Cabe recordar que el humeante Sir W. Churchill decía que: “La democracia es la necesidad de inclinarse de cuando en cuando ante la opinión de los demás”, esto lo traigo a colación, pues tengo la fuerte impresión que hay un gran porcentaje en el amplio espectro político, que han perdido la capacidad de parlamentar sus ideas más allá de un contexto de “tablero de ajedrez”.
En un año de elecciones nacionales será posible que la clase política escuche las sabias palabras de Graham Greene, con el objeto de motivar sus voluntades para “que la puerta  se abra y deje entrar al futuro”, a fin de que se hagan cargo de la desigualdad social,  como de las problemáticas que se plantean en las movilizaciones sociales con respecto a la salud y educación entre otras.
Sin dudas la libertad es un derecho humano de primera generación, que permite asegurar la autonomía ante el poder del Estado y otros grupos o personas. En cambio la igualdad es un derecho  considerado de segunda generación que le permite a la persona participar en el Estado. Es así que la salud, educación, vivienda, trabajo vendrían a corresponder a derechos sociales de tercera generación.
Para Ratzinger “Los derechos humanos no están sujetos al mandamiento del pluralismo y la tolerancia, sino que son el contenido de la tolerancia y la libertad. Privar a los demás de sus derechos no puede ser un contenido de la justicia ni de la libertad. Eso significa que un núcleo de verdad; a saber verdad ética, parece irrenunciable precisamente para la democracia”[1]
Como manifiesta A. Squella[2] respecto a los derechos sociales suelen ser el blanco de la doctrina neoliberal, y en cierto modo los consideran muy caros por cuanto el estado no puede hacerse cargo de ellos, pero si debe generar las condiciones para que  el sector privado asuma esta responsabilidad, y que el costo de ello es asumido por los propios individuos. ¿Cambiará esta situación en el Chile del futuro? Es una pregunta de fácil respuesta: “No”, en las actuales circunstancias de participación en el poder que permite el sistema binominal.
Tampoco será posible que se produzca un cambio si los partidos políticos no promueven la participación a través de primarias, o designan sin más ni menos a personas que no tienen las competencias para ser elegido como autoridad política, como ha sucedido hasta ahora con casos emblemáticos, entre los cuales podemos nombrar al actor Sr. Jorge Gajardo y la modelo de pasarelas nacionales Srta. Carla Ochoa, los cuales a poco andar renunciaron a sus cargos entregando justificaciones personales dejando atrás una dudosa gestión. Sólo a modo de ejemplo una competencia que no puede estar ausente  en quienes deseen representarnos, es la capacidad de priorizar el bien común por sobre las expectativas particulares, se han preguntado si sus candidatos la cumplen.
Cabe tener presente que las primarias como todo acto democrático así bien nos los señala Squella: “no garantiza que los mejores resulten elegidos y, tal como están las cosas , ni siquiera asegura que los mejores sean los que compitan por los votos de la gente” y continua diciendo que debemos considerar como consuelo las palabras de K. Popper al afirmar que la democracia “es la manera que tenemos de desembarazarnos de gobernantes ineptos sin derramamiento de sangre, o sea, una suerte de convocatoria para elegir el mal menor”.[3]
Aunque como lo afirma Eugenio Guzmán en su artículo de la Revista Mensaje, el mecanismo de las primarias no es una panacea pues aunque “puede ser un aporte, pero no hay que mitificarlo, pues favorece a los incumbentes, propende a los alineamientos no siempre favorables a la democracia y puede incluso debilitar a los partidos[4]. En mi opinión las primarias presidenciales lo que está en juego no es la elección del candidato sino que las cuotas de poder de los partidos que integran las coaliciones, para la negociación final del programa del “candidato” a la más alta magistratura… lo reafirmo, es mi humilde opinión.
Sin perjuicio de lo anterior estimo que es de suma importancia lo que implica cumplir con el deber cívico de votar, y mientras no estemos libre de la enfermedad del voto voluntario, las dificultades para que los chilenos cumplan con su deber ciudadano será mucho más desalentadora, como lo he afirmado en otras ocasiones el que no vota también elige, por cuanto no le es posible eludir su responsabilidad en el funcionamiento democrático de la nación.
En tal sentido, si seguimos las ideas de H. Kelsen[5] debemos estar consciente que en la democracia se juega un relativismo en el cual se enfrentan ideologías políticas y morales que pretenden imponer; por medio del voto, una perspectiva de sociedad con sus deberes y derechos.  Por tanto les recomiendo tener presente que en democracia la idea de sociedad que queremos para Chile, se decide voto a voto cumpliendo con el “principio de la mayoría”.[6]











[1] Ratzinger, J. 2008. Verdad y valores, poder. Veritas vol. III Nº 19 pág. 84-85
[2] Las opiniones de A. Squella fueron obtenidas de su libro: ¿Es usted liberal? Yo sí, pero…. 1ª edición. Santiago de Chile. Lolita Editores. 2012.
[3] Squella, A. ¿Es usted liberal? Yo sí, pero…. 1ª edición. Santiago de Chile. Lolita Editores. 2012. Pág. 64
[4] Guzmán, E. Las primarias no son la panacea. Rev. Mensaje. Santiago Junio 2013 Nº 619 Vol. LXII. Pág. 8,9.
[5] Kelsen, H. Esencia y valor de la democracia. KRK Ediciones, 2006
ISBN 9788496476691
[6] Kelsen, H. Esencia y valor de la democracia. KRK Ediciones, 2006
ISBN 9788496476691