"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Wednesday, December 09, 2009

Ciencia y Religión en el contexto de la modernidad: ¿Conflicto de dogmas?

Francisco de la Fuente V.


Partiendo de esa frase de Martín Heidegger de que “la ciencia no piensa”, considerando que esta no es más que una simple manipulación de datos, siendo el pensamiento una actividad mental que va más allá de ello.

Es claro que hacia el 1600 con la participación de Galileo se produjo un cisma de la ciencia, ya que esta paso de la manera tradicional a una moderna, donde la primera era cercana a la sabiduría y la segunda paso a un quehacer fundamentalmente de tipo cuantificable, sustentado ello en la racionalidad del ser humano, perdimos la sabiduría pero ganamos una compresión en lo particular de la realidad, en lo cual juega un rol importante el método y más precisamente lo que denominamos “método científico”, el cual condiciona el contexto en el cual se estudia la realidad.

Este fondo metodológico da el marco por el cual se percibe humanamente la realidad, lo que de alguna forma ha dado una visión científica del mundo en que vivimos, desde la perspectiva de la racionalidad matemática como si esta fuera la única forma de categorizar el pensamiento. De aquí que no ha sido extraño que la ciencia moderna ha intentado que se pruebe racionalmente la existencia de Dios, lo cual de no poder hacerlo probaría su inexistencia, confundiendo los objetivos esperanzadores del pensamiento científico que apunta al futuro del pensamiento religioso que se dirige a lo invisible.

Estoy convencido que la ciencia tiene su propio dogma, que es su metodología que dialoga consigo mismo a través de un lenguaje que se pretende universal, y que denomina “lenguaje científico”, al que algunos privilegiados acceden aunque reconocen que su uso es limitado y falible. A su vez su flexibilidad y tolerancia alcanza sus propias fronteras de las cual no es un acto racional franquearlas. Es claro que la razón y fe se mueven con tolerancia en sí misma, pero entre sí esta tolerancia se torna intolerante.

Cabe destacar que la modernidad actúa en mismo paradigma del Mythos Cristiano, aunque a veces de manera dialécticamente opuesta al logos cristiano, de hecho para mi el que se autodenomina ateo no es ni más ni menos que un creyente que cree en que no existe Dios.

Ciertamente que hay un aspecto al que en pleno siglo XXI los hombres no podemos soslayar, y este es que no estamos en condiciones de darle un portazo a la ciencia y sacarla de nuestro quehacer citadino. Por ello que es menester dejar en claro que el conflicto científico y religioso, no se da en el campo de la fe y la razón sino que en las distintas cosmovisiones en las cuales cada una contextualiza la realidad humana, de hecho tengo la impresión de que Galileo deseaba mantenerse como un buen cristiano, su discrepancia estaba en la manera que interpretaba los fenómenos celestes.

Si recordamos que Parménides hace más de una veintena de siglos hizo creer a la civilización occidental, que existe una relación intrínseca entre el ser y aquello constructos intelectuales que piensan sobre él, pues nuestras ideas sobre la realidad son al menos una imagen de ella, donde la ciencia y la religión pueden converger en que ambas reflejan o pretenden expresar algo sobre esa realidad.

La ciencia es una episteme que nos permite un conocimiento particular y concreto sobre una parte de la realidad, pero en ningún caso es gnosis que permita alcanzar una conciencia de esa realidad. La ciencia como construcción humana no puede por sí sola dar respuesta a ¿Qué es el hombre?, recorremos nuestra vida preguntándonos ¿De dónde vengo?, ¿Quién soy? Y ¿A dónde voy? Como seres concientes de saber que no sabemos, quizás sería recomendable reconocer al parafrasear a R. Panikkar que: No toda realidad es sólo científicamente pensable, como no toda realidad puede ser reducida a una interpretación religiosa.

Debo insistir en que esto no es un problema de dogma, sino de cosmovisiones que dan el contexto en el cual sí podemos encontrar sus significados.


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