"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, December 13, 2009

Estimadas(os) Amigas y Amigos:

Antes que todo teniendo presente de mis lecturas de R. Merton que planear una acción presupone implícitamente el deber de prepararse para enfrentar consecuencias imprevisibles, pues el hecho de planificar no asegura que se elimine el riesgo de que ocurra algo imprevisto. Esto porque siento que he llegado al final del camino en este blog, el que sin lugar a dudas ha dejado sus huellas, mientras sus motivaciones han cumplido con el objetivo de mantener una comunidad con la cual he compartido la búsqueda de la luz de la sabiduría, hoy mientras observaba el árbol navideño 2009 en casa sentí que quizás era necesario hacer un balance personal que cerraría este ciclo "bloguero".

De hecho no pude evitar trasladarme hacia mi infancia, hacia ese lejano recuerdo de aquel rincón del comedor de la casa de mis padres en Balmaceda (Aysén), revelándoseme el árbol navideño de hace poco menos de 50 años atrás, con su olor natural fijado a un tarro en el cual su tronco era estabilizado verticalmente mediante piedras estratégicamente colocadas en su interior, este trabajo indudablemente había comenzado días antes, en el cual habíamos concurrido con mis padres a los bosques cercanos para escoger aquella rama que se convertiría en una nueva esperanza navideña familiar.

De regreso al presente al buscar las características organolépticas en nuestro árbol 2009 , no me es posible captar ese olor natural, aunque este adornado con similares elementos a pesar de los años transcurridos, con la excepción de un hecho que he decidido subsanar antes que llegue el día de navidad, en cuanto a que ese árbol del pasado mantenía ligado desde la copa hasta su base decenas de caramelos, que pendían a través de un hilo de costura, aspecto que mi madre titánicamente lograba mantener hasta el termino del año, mediante una constante reposición de nuestros furtivos hurtos diarios.

Siempre ha habido una oportunidad para preguntarme de donde vengo, y la respuesta no creo que sea distinta de la que cualquiera ustedes podría dar, pues simplemente vengo de mis sueños, de mis metas y de mis esperanzas que simbólicamente hoy se representan en el árbol navideño a lo largo de todos estos años de vida conciente.

Del hogar paterno a la escuela, de la escuela al hogar, de fines de semana montados en caravana de vehículos, en pos de la fraternidad y la amistad entre familias entorno a una ronda de asados de chiporros al palo, ya fuera en el Puente "El Ministro" o en los terrenos de los españolicemos Fernández-Diez. Adultos y niños compartiendo una partida de brisca, escoba o el mismísimo truco para luego correr libremente por la campiña, jugar un partido de futbol interfamiliar y terminar refrescándonos en las frías aguas de los ríos ayseninos.

Momentos alegres y tristes como la vida misma con su quitar y dar, elevándonos por los aires balmacedinos en un DC 3 o Twin Oter o DC6 o en un modernísimo Caravelle, para alejarnos junto a mis hermanos del calor familiar hacia nuevos destinos ,que nos permitirían educarnos y así enfrentar con oportunidades de éxito nuestros futuros personales, atrás nuestros amados padres con sus manos en alto y sonrisas de aliento que escondían la congoja de una separación forzada, por las circunstancias educacionales de una zona extrema del Chile del pasado.

Luego una nueva vida en casa de parientes, internados y pensiones, esperando con ansia la llegada de las vacaciones de verano para regresar a nuestro hogar paterno, con nuestros certificados aprobados desde la enseñanza básica, media y universitaria. Sólo ansias que al fin al cabo con el paso del tiempo no pudieron hacerse realidad, pues la vida como he dicho da y quita, tan así que en este caminar fuimos formando nuestros propios hogares, al que más de alguno tampoco regreso.

Nunca he podido superar la nostalgia que me produce cada año la navidad, miles de imágines pasan por mi mente las que me hacen preguntarme quién soy. Acaso soy esos sueños que llenaron mi infancia, que entre azares y voluntades preconcebidas o no, me han llevado a ser lo que hoy puedo saber o no saber de mi. De lo que puedo con seguridad afirmar que desde que tuve un dígito de edad hasta hora he mantenido una amistad irrestricta y recíproca con los libros, desde la historietas de Walt Disney que daban esperanza de que los sueños dependen de nuestra propia voluntad para hacerse realidad, hasta mis lecturas actuales metafísicas que buscan afanosamente la verdad y sentido de mi existir.

Situación similar a la del árbol navideño es la que me sucede cuando me monto en mi bicicleta, por un lado me transporto en el tiempo luchando avanzar contra el viento por el camino de ripio, en las calles de Balmaceda junto a mi hermana para alcanzar el puente del río oscuro a las afueras del pueblo. Ciertamente que mi actual bicicleta no es la misma del pasado, como tampoco tiene la facultad de hablar y comparar mi actual fisonomía, más que seguro que de haber podido hacerlo reclamaría por la mayor carga que tiene que soportar, y que no son relativa al peso de lo años sino que al peso de mi cuerpo.

Es posible de que de mi madre haya heredado mi capacidad lectora, como de mi padre una manera de actuar que recuerdo y me parece muy atingente rescatar ahora, y es que él en la utilización del lenguaje enseñaba a pescar y no a regalar pescados, lo que quiero decir es que ante un vocablo en particular nos hacía que lo convirtiéramos en objeto de análisis de las raíces lingüísticas y carga semántica antes de recurrir a la comprobación en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (o castellana para otros). Creo identificar con esto que quizás sin saberlo mis progenitores me entregaron las competencias básicas para enfrentar mi vida, como el ejemplo de la lectura, el trabajo colaborativo y el autoaprendizaje.

La sabiduría de los padres es algo que se descubre por los hijos con los años, es algo fácil de ignorar cuanto más joven se es, y para descubrirla hay que buscar con generosidad, sobre todo aquellos que no tuvimos la oportunidad de convivir por largos periodos con ellos, en particular nosotros por nuestro salida prematura del hogar paternal. Huelga decir que Dios nos ha premiado con darle hasta hoy larga vida a nuestros papá y mamá. Sólo a modo de ejemplo una vez escuche a mi padre decir “que son como campanas de palos las pobres palabras del pobre”, y puedo asegurarles que mi conciencia social esta marcada por este mensaje.

Con ese pequeño empuje generoso de mi parte para extraer de mis recuerdos la guía maternal y paternal, es que he podido encontrar un sin número de hechos que demuestran la sabiduría que nos entregaron a mi y mis hermanos, lo que me ha permitido soslayar todos aquellos momentos de decepciones y tristezas que como antes he dicho reiteradamente la vida me ha dado y me ha quitado. Para aquellas personas que siempre me han sido adversas, no pretendo con esto esconder lo que he sido o he hecho de mi vida, muy por el contrario ya que no tengo duda alguna de que de mis errores he aprendido y no de las mentiras, soy lo que soy y estos son los padres y la época que accidentalmente me ha tocado vivir, esta es a mi modesto entender la única oportunidad terrenal que tengo, por tanto nobleza obliga: tengo los mejores padres de mi mundo, allá otros con sus mundos yo soy feliz con el mío.

Yo pienso que uno puede hacer muchas cosas en la vida las que pueden ser valoradas desde diferentes perspectivas y contextos, como buenas y malas. Lo importante es que podamos darnos cuenta de las acciones que nos conducen a actuar de una u otra manera, ya sea a través de nuestro trabajo personal o de considerar los consejos de aquellos que nos aman, esto es una lección vital que no debemos ignorar.

Lejos esta el lento avanzar de aquel metro de tronco que daba forma a un hermoso transatlántico, su crucero por los inconmensurables patios que rodeaban nuestra casa paterna era posible por una pita que lo unía a mi mano, mientras sobre mi cabeza se mantenía mi gorra de almirante. En cada uno de mis pasos de juego se acrecentaban mis sueños de dirigir y gobernar los destinos de aquellos pasajeros imaginarios de los cuales era responsable de llevar a salvo a sus destinos. Quizás algunos observadores cercanos no podían entender o nunca entenderán las motivaciones para arrastrar dicho tronco con esfuerzo, sin encontrar una explicación a tan descabellado sin sentido, la respuesta la hubieran encontrado si se hubiesen preguntado en lo que pensaba, lo cual no era otra cosa que liderar mis grandes sueños hacia la tierra prometida.

Puedo asegurarles que cuando corría el año 1965 salimos hacia el norte con escala en Puerto Montt y destino la capital de Santiago de Chile, no llevé mi gorra de almirante ni menos mi pesado transatlántico, lo que llevaba era esos grandes sueños, los cuales he alimentado constantemente hasta ahora con empeño y perseverancia, pues nunca he dejado de soñar como tampoco he impedido que se enciendan los sueños de todo aquel prójimo que se cruzó o me acompañó en mi camino. Si de algo pudiera con humildad sentirme satisfecho es haber liderado con amplia libertad mis sueños y el de lo demás.

Así me convertí hacia final del camino en profesor universitario, luego de pasar por una diversidad de empleos desde Director Técnico de Farmacias, cuidador de campos con caballos corraleros y vacunos incluidos, suplementero, vendedor, empresario (taxis, farmacias, librería, etc.), medianos y altos cargos gerenciales en la empresa privada, como también en la administración pública, mediante los cuales fui luchando por mis sueños personales, familiares y profesionales. Nadie me aseguro que ello sería fácil, de hecho nunca he dejado de estudiar y prepararme para cada uno de ellos. Tampoco olvidaré los costos que me demandaron en sus oportunidades y que han sido inevitables de asumir.

Hoy a los pies de este árbol navideño 2009 puedo preguntarme con tranquilidad hacia dónde voy. La respuesta es simple en paz y felicidad en compañía de Gemma mirando como el futuro se convierte día a día en presente, dándonos la oportunidad para compartir sueños y luchas de manera que nuestros grandes sueños se conviertan en realidad, y por sobre todo apoyándome para que no me falten fuerzas para ayudar a cumplir los sueños de quienes amamos.

Que estén bien

Wednesday, December 09, 2009

Ciencia y Religión en el contexto de la modernidad: ¿Conflicto de dogmas?

Francisco de la Fuente V.


Partiendo de esa frase de Martín Heidegger de que “la ciencia no piensa”, considerando que esta no es más que una simple manipulación de datos, siendo el pensamiento una actividad mental que va más allá de ello.

Es claro que hacia el 1600 con la participación de Galileo se produjo un cisma de la ciencia, ya que esta paso de la manera tradicional a una moderna, donde la primera era cercana a la sabiduría y la segunda paso a un quehacer fundamentalmente de tipo cuantificable, sustentado ello en la racionalidad del ser humano, perdimos la sabiduría pero ganamos una compresión en lo particular de la realidad, en lo cual juega un rol importante el método y más precisamente lo que denominamos “método científico”, el cual condiciona el contexto en el cual se estudia la realidad.

Este fondo metodológico da el marco por el cual se percibe humanamente la realidad, lo que de alguna forma ha dado una visión científica del mundo en que vivimos, desde la perspectiva de la racionalidad matemática como si esta fuera la única forma de categorizar el pensamiento. De aquí que no ha sido extraño que la ciencia moderna ha intentado que se pruebe racionalmente la existencia de Dios, lo cual de no poder hacerlo probaría su inexistencia, confundiendo los objetivos esperanzadores del pensamiento científico que apunta al futuro del pensamiento religioso que se dirige a lo invisible.

Estoy convencido que la ciencia tiene su propio dogma, que es su metodología que dialoga consigo mismo a través de un lenguaje que se pretende universal, y que denomina “lenguaje científico”, al que algunos privilegiados acceden aunque reconocen que su uso es limitado y falible. A su vez su flexibilidad y tolerancia alcanza sus propias fronteras de las cual no es un acto racional franquearlas. Es claro que la razón y fe se mueven con tolerancia en sí misma, pero entre sí esta tolerancia se torna intolerante.

Cabe destacar que la modernidad actúa en mismo paradigma del Mythos Cristiano, aunque a veces de manera dialécticamente opuesta al logos cristiano, de hecho para mi el que se autodenomina ateo no es ni más ni menos que un creyente que cree en que no existe Dios.

Ciertamente que hay un aspecto al que en pleno siglo XXI los hombres no podemos soslayar, y este es que no estamos en condiciones de darle un portazo a la ciencia y sacarla de nuestro quehacer citadino. Por ello que es menester dejar en claro que el conflicto científico y religioso, no se da en el campo de la fe y la razón sino que en las distintas cosmovisiones en las cuales cada una contextualiza la realidad humana, de hecho tengo la impresión de que Galileo deseaba mantenerse como un buen cristiano, su discrepancia estaba en la manera que interpretaba los fenómenos celestes.

Si recordamos que Parménides hace más de una veintena de siglos hizo creer a la civilización occidental, que existe una relación intrínseca entre el ser y aquello constructos intelectuales que piensan sobre él, pues nuestras ideas sobre la realidad son al menos una imagen de ella, donde la ciencia y la religión pueden converger en que ambas reflejan o pretenden expresar algo sobre esa realidad.

La ciencia es una episteme que nos permite un conocimiento particular y concreto sobre una parte de la realidad, pero en ningún caso es gnosis que permita alcanzar una conciencia de esa realidad. La ciencia como construcción humana no puede por sí sola dar respuesta a ¿Qué es el hombre?, recorremos nuestra vida preguntándonos ¿De dónde vengo?, ¿Quién soy? Y ¿A dónde voy? Como seres concientes de saber que no sabemos, quizás sería recomendable reconocer al parafrasear a R. Panikkar que: No toda realidad es sólo científicamente pensable, como no toda realidad puede ser reducida a una interpretación religiosa.

Debo insistir en que esto no es un problema de dogma, sino de cosmovisiones que dan el contexto en el cual sí podemos encontrar sus significados.