"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, July 06, 2008

Visitando Bogotá y un encuentro con su cultura
Francisco de la Fuente V.

Estuve en Bogotá una ciudad que va en camino a cumplir 470 años de vida si se cuentan a partir de que Gonzalo Jiménez de Quesada la levantara un 6 de Agosto de 1538, en un remedo de caserío que se conoce como el Chorro de Quevedo. Tras visitar ese lugar he podido recrearme con una hermosa Iglesia que tenía sus puertas cerradas, lo cual no impidió quedarme unos instantes contemplando su espacio geográfico desde cual se inicio el largo periplo para los habitantes de esta comarca, que hoy nos regalan la oportunidad maravillosa de adentrarnos en una cosmopolita ciudad.

Su barrio de la Candelaria en cada ladrillo guarda el esfuerzo constructivo de hombres, que a imagen y semejanza de semblanza andaluza dieron paso a calles angostas; que nos viene a recordar a la lejana Sevilla, pues si no levantamos la mirada nos veremos avanzando en el viejo mundo, por la Calle Sierpes hasta la mismísima Iglesias de San Luis de los Franceses por allá en la Macarena.

Como es mi costumbre tomé un taxi conviniendo con su conductor que me hiciera un “city tour” por su ciudad, para mi nada es mejor que un habitante me regale su experiencia cotidiana de convivencia citadina. Así me dejo sorprender por estos improvisados y en ocasiones expertos guías turísticos de paciencia infinita por agradar al forastero. Avanzamos por las callejuelas angostas en busca de la Quinta de Bolívar primera parada importante acordada. Esta casa que fue habitada por el prócer Simón Bolívar por espacio de poco más de un año, conserva hoy una exquisitez de salones, dormitorios, cocinas y una alberca en el jardín que con el tiempo se ha ido convirtiendo en pozo de los deseos, por la gran cantidad de monedas que acumula en su fondo. Bueno y hablando de monedas raudamente me trasladé a la Casa de Moneda, con su interesante colección numismática que nos muestra los derroteros históricos de la Gran Colombia. De allí me dirigí a la Biblioteca Luis Ángel Arango, que es un centro de erupción cultural en cuya lava fluyen exposiciones, talleres y música con su programa de conciertos con interpretes internacionales y nacionales como la reconocida pianista Blanca Uribe. De aquí al Museo de Botero con sus gruesos cuerpos, para luego dirigirme al Teatro Colón, lo cual me lleva a preguntarme el por qué los teatros majestuosos les pondrán por nombre Colón, ya que recuerden que el mismo nombre lleva el del Gran Buenos Aires.

Luego a la Iglesia San Francisco con su hojilla de oro que sumado al balín de oro de la Casa de Moneda nos hace recordar un pasado lleno de historias y mitos sobre la ubicación de El Dorado, una de estas historias es la que nos cuenta nuestro conductor sobre la laguna de Guatavita , donde un Dios del Oro; para respetar el relato de mi guía pues algunas crónicas dicen que correspondía a un hombre que se cubría de oro en un ritual ceremonial, que al ver a los españoles prefirió desaparecer en las profundidades de la laguna llevándose consigo todo el oro acumulado por su pueblo.

Conocido esto por los españoles de inmediato se abocaron a la empresa para intentar desaguar la laguna de Guatavita con el fin de hacerse del oro, para transportarlo hasta la Torre del Oro en la ribera del Gualdalquivir, pero el oro no emergió de las profundidades, hasta siglos después en que buzos especializados rescataron algunas piezas que se muestran en el Museo de Oro de Bogotá … que maravillosa historia, como para cerrar los ojos y dormirse soñando que nos hundimos en la laguna para charlar de las raíces históricas con el Dios de oro y comunicarles que al menos por el momento no hay españoles a quienes temer para que se lleven el oro.

En camino nos encontramos por su colorido y belleza con la pintoresca Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, para luego avanzar hacia el presente histórico ya que hoy se encuentra la república instalada con sus poderes en la Plaza Bolívar. Esto permite un momento para el discurso ciudadano de nuestro avezado guía, sobre la Presidencia de D. Alvaro Uribe y de pasadita de los altercados con el imponderable Hugo Chavéz y el doloroso tema de la guerrilla, que los desgarra como pueblo que desea vivir en paz, que abogan por un termino que busque que cada colombiano pueda enfrentar el futuro de la nación con confianza y respeto de sus instituciones ciudadanas.

Luego nos encaminamos al parque de la Independencia para empinarnos a la terraza de la Torre Colpatria, para admirar una vista panorámica de los confines de la ciudad. Continuamos hacia el parque Nacional y la Universidad Javeriana para recaer en el centro financiero de la ciudad de Bogotá. Avanzada la hora era el momento de cambiar unos cuantos dólares para encaminarse a ver que nos deparaban las librerías bogotanas; específicamente la Librería Nacional, lo que al fin fue un mal comienzo por precios que no mostraban ninguna ventaja, agregándose una atención que deja mucho que desear.

Sin embargo al otro día mi suerte mejoró ostensiblemente, pues gracias a la ayuda y recomendación de una mujer encantadora, quién me posibilitó acceder en el centro de Bogotá a la Librería Lerner, en la cual termine adquiriendo una cantidad no despreciable de libros con una excelente atención de su personal. Me refiero a Gloria Martínez Castillo pintora, historiadora del arte y académica de la Universidad de los Andes, quién me invito junto a mi esposa a almorzar en su casa departiendo unas horas muy placenteras y degustando las exquisiteces de la comida tradicional colombiana. Además tuve la oportunidad especialísima de admirar la obra de su esposo el pintor caldense Luciano Jaramillo Trujillo quién partió de este mundo un 31 de Diciembre de 1984, siendo una de las figuras romántica y expresionista que surgió allá por los años sesenta en la pintura colombiana.

Dos obras y un libro de Luciano Jaramillo comentaré por ahora, la primera “La Gitana” un óleo sobre lienzo que nos muestra toda la fuerza para extraer de la historia del arte una perspectiva personal de ver la célebre gitana dormida del aduanero de Rousseau (1897), imponiendo una actitud y voluntad para mostrar en su pintura el objeto o acto no visible, de una luna que por una lógica racional de un hilo casi invisible casi no se sostiene y por ende detiene en ese momento único el despertar, dando tiempo a la expresión irracional de un sueño que nos revela el lenguaje del inconciente. La otra obra es el “Retrato de Gloria” donde el uso de los colores de fondo y del vestido nos guían hacia el acto de amor de unas manos de madre, que pacientes esperan el lapso de tiempo humano de un nuevo ser. Por último Gloria Martínez me obsequió un libro de un valor incalculable que me ha permitido acercarme a los temas de la pintura de Luciano Jaramillo, que muestran un mundo de seres que emergen desde su particular visión con todos sus “sentires” y angustias.

Para finalizar sentado en el Café Juan Valdez sirviéndome un Express de aroma muy pronunciado, de buen cuerpo y acidez sutil del café que se produce en la cuenca del amazona, pensando en volver por estas tierras colombianas ojala muy pronto.

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