Antes de lo que escribiré en esta
oportunidad deseo agradecer a cada una de ustedes que me han hecho llegar sus
parabienes y felicidades en la fiesta que se avecina, muchas gracias a todos.
Comienzo con este agradecimiento pues no deseo que os confundáis con las
palabras que vendrán, sean de quien no ha acogido vuestros mensajes de feliz
navidad 2018, muy por el contrario mis deseos de reciprocidad de paz y amor los
acompañe en esta celebración de la natividad de Jesús de Nazaret.
Aclarado esto, mi reflexión se encamina a
un encuentro de moral pública, que necesariamente represente el alcance que
tiene para los seres humanos; más allá de si profesan la religión cristiana, la
fiesta navideña. Para mi, esto tiene que ver con el valor que le asignamos a
esta celebración, la cual en mi opinión no debe circunscribirse exclusivamente
a una reunión fraterna entorno a un árbol de pascuas; cena y intercambio de
regalos incluidos; sino que debemos
meditar sobre el impacto social que nos imprime el espíritu de la navidad en
nuestras vidas, y por sobre todo que gracias a Dios tengamos un mañana, en que
se nos permitirá seguir avanzando en el calendario.
Particularmente opino, que este clima
espiritual navideño conlleva asumir una clara responsabilidad personal, para
decidir el compromiso de guiar nuestras vidas por una lógica social de paz y
amor, promoviendo que el devenir del mundo tenga una oportunidad maravillosa:
ser un mundo mejor para todos.
Para lo anterior como ciudadanos
necesitamos contribuir al desarrollo de un entorno social sano, el que se da
como indican algunos autores si construimos una sociedad decente y dinámica
(George, R.P. 2009), sin que esto último implique abandonar nuestras
tradiciones, como la celebración de la navidad.
Por consiguiente, un entorno social
decente y dinámico le es imprescindible al menos que se sustente en la
ejecución de dos pilares, donde el primero de ellos es el respeto por la
persona, por cada ser humano y su dignidad. Nuestra dignidad no depende de
nuestro estrato socioeconómico, ni de género, etnia, edad y extranjería entre otros
factores que se me escapan, y cuyo compromiso de respeto nos permitirán acceder
a esta sociedad decente.
Un segundo pilar deviene de la
preocupación que sentimos sobre la realidad de la familia actual, situación que
queda muy bien descrita en la exhortación apostólica Evangelii gaudium: “La
familia atraviesa una profunda crisis cultural, como todas las comunidades y
vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos
resulta especialmente grave, porque se trata de la célula básica de la
sociedad”. Es que la familia es el soporte por el cual aseguramos el bienestar
del quehacer humano, pues es el espacio de transmisión de las virtudes que
promueven la formación de relaciones interpersonales recíprocas de respeto.
Finalmente mi simple mensaje para esta
navidad, es que reunidos entorno a nuestro árbol de pascuas asumamos el
compromiso de contribuir a esta sociedad decente y dinámica, colaborando en la
construcción de estos dos pilares fundamentales, para que así la moral pública
se materialice a partir del respeto del otro.
A partir de la Sagrada Familia de Belén
que nos invitan a esta reflexión espiritual y concreta, tengan mi Paz y Amor
todos ustedes.
Bibliografía
- Exhortación Apostólica Evangelii
gaudium (EG,66)
- George, R.P. 2009. Moral Pública.
Debates actuales. Instituto de estudios de la sociedad. Santiago, Chile. p.
149-161.