"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Saturday, November 19, 2016

Carta Abierta al Colegio Electoral 2016: Universidad Católica del Norte

Prof. Francisco de la Fuente V.

La participación en las reuniones del Colegio Electoral ha sido una oportunidad de “pensar la universidad”, como académico y miembro de un sindicato en que me ha correspondido participar. Desde la perspectiva académica me impuesto el deber personal de comunicar mi percepción de la actual situación de la UCN. En este sentido un análisis de los avances logrado por la actual gobernanza institucional, es menester considerar que esta es la primera que asume a través del procedimieto de los nuevos estatutos, de hecho el Sr. Rector en su discurso de investidura hizo explícito su compromiso de asumir como tarea programática de su periodo, los liniamientos y recomendaciones generadas a partir del Informe Final del Colegio Electoral – 2012, en lo que se refiere a su diagnóstico y desafíos de la Universidad Católica del Norte. 

Por consiguiente, si hemos de evaluar la gestión de la actual rectoría en relación al nivel de cumplimiento de dicho informe, en que uno de sus elementos primordiales para obtener una valoración de dicha gestión, era que la UCN debía aunar sus voluntades de manera que todos sus integrantes trabajarán por un objetivo superior común, teniendo presente la visión global de la Universidad que logró el Colegio Electoral a través de su trabajo. Todo ello con la recomendación de colocar el foco en “impulsar un profundo cambio en la cultura comunitaria en torno a un proyecto común de universidad”[1], siguiendo la mística que inspiró a sus fundadores, en el entendido de comprometer su vocación social.

Este compromiso primordial hacía necesario generar una instancia de diálogo entorno a lo que la comunidad triestamental de la UCN definiría el tipo de Universidad, con la cual buscaría ser reconocida nacional e internacionalmente. Quizás el esfuerzo comparativo realizado en la construcción del PDC a partir de la participación de estos estamentos, aunque permitió hacer un ejercicio para cumplir con esta recomendación, tengo la impresión que dicho logro no fue alcanzado plenamente, aún considerando el éxito de tal ejercicio al concluir con un producto como el PDC 2015-2019.

Para pensar la universidad, como lo manifesté hace un tiempo atrás, cabe preguntarse previamente: ¿Cuál ha sido la participación de la comunidad universitaria en la discusión  de la reforma a la educación superior? Se repetirá lo de Bolonia de ser un pacto de ministros o de rectores, acaso son estos suficientes para representar a los académicos, estudiantes y a funcionarios que apoyan la academia. Percibo que no, sin antes resolver la pregunta de ¿Qué es la universidad? cuya respuesta  razonable sobre la base del sentido común sería: somos nosotros, la comunidad universitaria toda y diversa.

A quién le cabe duda hoy en día que la visión del sistema educacional chileno está orientado a la formación de capital humano, que busca profesionales y técnicos más productivos, lo cual involucra que su educación es una inversión de capital  que los beneficia con mejores ingresos, por cuanto deben estar dispuesto a pagar, siendo el mercado que regule los valores de acceso de acuerdo a la calidad formativa que entregue el centro de educación superior.

Es así como Martha Nussbaum en su libro “Sin fines de lucro” dice respecto al mercado: ”Es un cáncer que en este momento invade a toda la educación, porque hoy en día la educación se entiende como una inversión desde el punto de vista del Estado y de la empresa privada, como una inversión en capital humano, en recursos humanos”.  La autora hace una afirmación lapidaria sobre los efectos de esta visión de la formación de nuestros jóvenes cuando dice que: “Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades democráticas enseñan a sus jóvenes, pero se trata de cambios que aún no se sometieron a un análisis profundo. Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva a la democracia. Si esta tendencia se prolonga, las naciones de todo el mundo en breve producirán generaciones enteras de máquinas utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales con la capacidad de pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre las tradiciones y comprender la importancia de los logros y sufrimientos ajenos. El futuro de la democracia a escala mundial pende de un hilo".[2]

Esto denota que la educación por formación para la sociedad o más precisamente para la ciudadanía es objetivo del pasado glorioso de las universidades humboldtianas o de los ideales de Boaventura de Sousa Santos, “la clásica, la tradicional, la de formación de personas, la de formación para la libertad, la de vinculación fuerte entre investigación y docencia”.[3] De que asombrarse, si la educación actual no es para formar ciudadanos, sino que productores y consumidores, para revertir esto Nussbaum propone que se le de importancia a las humanidades que son las que sin dudas fortalecen la ciudadanía y por consiguiente la democracia en un Estado.

Jacques Derrida en su obra “La universidad sin condición”  señala que la universidad se piensa desde la idea de la razón. Así mismo desarrolla como tema central el derecho de la universidad a decirlo todo sin condición, lo que resalta la importancia de la autonomía y los riesgos de ser afectada si las universidades sirven  a fines del Estado, multinacionales y al mercado. La propuesta de Derrida es la creación de comunidades de pensamientos que dialoguen y critiquen sin fines finalistas.[4]

Volviendo a Boaventura de Sousa el identifica tres niveles que caracterizan la crisis actual de la universidad en su perspectiva de bien público. El primero es la crisis de hegemonía, la que se entiende por que la universidad no es la única que ofrece educación superior e investigación. El segundo nivel es la crisis de legitimidad al no resolver la contradicción de accesibilidad con las exigencia sociales, que afecta a su democratización y reivindicación de igualdad de oportunidades. Por último agrega la crisis institucional referida a su reivindicación de autonomía universitaria.[5]

Como académico de una universidad católica estimo de particular interés continuar esta carta abierta teniendo en cuenta este hecho, por similar razón pienso que será de utilidad considerar la palabra autorizada de un Papa para que nos ayude a comprender lo que es el hacer de una universidad, para ello tendré presente el discurso dado por Benedicto XVI a los profesores universitarios en la basílica del Monasterio del Escorial en agosto  del 2011. [6]

Un primer aspecto se relaciona con los profesores que forman parte del claustro universitario, de quienes en la actualidad se piensa que su misión corresponde “exclusivamente la de formar profesionales competentes y eficaces que satisfagan la demanda laboral en cada preciso momento”, lo cual refleja una visión utilitarista del proceso educativo que buscaría como tarea la formación de profesionales competentes que satisfagan la demanda del mercado laboral.

En lo fundamental Benedicto XVI nos hace saber que “la Universidad ha sido, y está llamada a ser siempre, la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana”. De esta manera se hace esencial la tesis de la indisolubilidad que vincula a la universidad con la verdad. En otras palabras la universidad tiene la tarea de investigar, lo que cumple con la búsqueda de la verdad y a partir de ella promover la formación de los estudiantes.

Los académicos transmiten conocimientos a los estudiantes en el acto de enseñar, más no deben obviar que ello tiene como destino la formación de una persona única e insustituible como el mismo, que lo acompaña en la búsqueda de la verdad que se busca porque no es algo que se tenga, ni es el hombre la medida de ella. El académico no puede tener un interés limitado en su quehacer docente , al preocuparse sólo de lograr competencias disciplinarias  del alumno, olvidando que frente a él tiene un ser humano con deseos de vivir.

Benedicto XVI nos recuerda que “la verdad misma siempre va a estar más allá de nuestro alcance. Podemos buscarla y acercarnos a ella, pero no podemos poseerla del todo: más bien, es ella la que nos posee a nosotros y la que nos motiva” , de aquí que deberíamos actuar con humildad en la entrega de nuestro saber, lo que nos protegería de la vanidad que nos impida la búsqueda de la verdad, lo que como se expreso anteriormente es esencial para hacer universidad.

El Cardenal John Henry Newman muchos años antes nos hace saber su mirada respecto al quehacer de una universidad: "Cuando la Iglesia funda una universidad, ella no cultiva el talento, el genio o el saber por sí mismos, sino en interés de sus hijos, de sus beneficios espirituales, de su influencia y utilidad para el fin de educarlos por lo mejor para asumir su rol en la vida y de hacer de ellos miembros de la sociedad más inteligentes, capaces y activos... Cuando el intelecto (de hecho) ha sido oportunamente ejercitado para formarse una visión unitaria de las cosas, desarrollará las propias capacidades con mayor o menor eficacia según la particular naturaleza del individuo. En la mayoría de los casos, esto se hace sentir en el buen sentido, sobriedad de pensamiento, razonabilidad, sinceridad, autocontrol y firmeza de convicción... Es objeto de profunda solicitud de la jerarquía católica que su pueblo sea educado en una sabiduría a salvo de los excesos y de las extravagancias de los individuos aislados, encarnada en instituciones que hayan resistido la prueba del tiempo, e impartida por hombres que no tengan ninguna necesidad del anonimato, avalados como están por el acuerdo entre ellos y con sus predecesores".[7]

Con respeto y humildad académica esta visión de universidad es la que más me complace, pues de ella rescato que es posible acercar la idea de universidad más a los problemas que vive el hombre en sociedad saliendo al encuentro de la verdad más que buscar una verdad en el interior de los campus para luego realizar la transferencia de nuestros saberes. La universidad en mi parecer esta llamada a abrir sus puertas para ser parte activa de la entrega de soluciones a los problemáticas que la sociedad le plantea al hombre en su cotidianidad.

Una universidad que desarrolle en sus aulas currículos que integren las ciencias y las humanidades; es decir teniendo en cuenta la propuesta actual de Martha Nussbaum y la tradicional de Newman, promoverán la oferta de profesionales que resuelvan problemas humanos teniendo en consideración un contexto más cercano a lo social que al utilitarismo de mercado, para ello es muy importante incluir las humanidades en las carreras científicas y de desarrollo tecnológico. La misión de una universidad que esta comprometida con una visión confesional determinada, no está en imponer una verdad en la que cree sino que con la verdad que encuentra disciplinariamente en su trabajo científico, desarrollado en el respeto a la naturaleza toda y especialmente a la dignidad humana procure  dar una respuesta a los problemas de la persona en su mundo de vida.

Una universidad que exige autonomía debe incluir en su trabajo docente y de investigación un compromiso social, por ello la comunidad universitaria debe comprender la importancia y la oportunidad que la sociedad le entrega para que estos centros formativos puedan utilizar esta libertad con imaginación creativa y con responsabilidad social, no es justo socialmente demandar autonomía sin condición, si no se cumple con estos compromisos mínimos.

Una universidad debe tener sus espacios abiertos para debatir libremente las ideas de quienes son parte o acuden a sus campus, el silencio puede ser constructivo pero no lo –no dicho- de aquí que afirmo que las universidades nos deben asegurar que en ellas es posible conversar  la naturaleza de lo humano, desde la vida a la muerte, con las ciencias y las humanidades, evitando el fundamentalismo científico (positivismo científico) y religioso.

Cabe tener presente que una universidad sea confesional o no, debe ser un espacio abierto para la convivencia de personas que se declaren ateos, agnósticos o creyentes de una fe determinada, lo que implica necesariamente si, que quienes tengan la situación circunstancial de no ser parte de la visión confesional de la institución universitaria la respeten ni impidan su desarrollo formativo. Tanto los académicos, estudiantes y personal de apoyo a la academia que han aceptado ser parte de una comunidad universitaria de una universidad con estas definiciones, no pueden desconocer la visión previa de la institución en que han decidido aceptar un relación contractual de trabajo.

Esta es una visión de universidad, que esta lejos de la concepción competitivas en las que intervienen las relaciones de mercado, como lo señala Brunner, al identificarlas como relaciones de poder en las cuales se busca una “batalla de ideas”, la que en relación “al propio concepto de universidad y los ideales o valores (como calidad, pertinencia, efectividad, eficiencia, nacionalismo, cosmopolitismo, pluralismo, autonomía, etc.,) que han de ordenar y alinear el desarrollo del sistema”. [8] Me pregunto en primer lugar que hacemos hoy ante la reforma a la educación superior para cambiar un sistema que acepta que el Estado solo debe procurar una regulación  pública que asegure el funcionamiento del mercado y, en segundo lugar, tenemos como universidad la capacidad de crear espacios de influencia, que permitan una mirada crítica al actual sistema de educación superior.

Una mirada hacia el interior de nuestra universidad teniendo a la vista la recomendación de facilitar la mayor participación de la comunidad, explicitado en el informe final del Colegio Electoral – 2012, hay una percepción preocupante de que habiéndose actualizado diversos reglamentos, con acciones consultivas a la academia, dejando afuera otros estamentos, la opinión generalizada es que ello no puede tomarse como que se facilitó la participación, pues la mayoría de los cambios se realizaron con inclusiones mínimas de las propuestas, lo cual genera una desmotivación y desconfianza en los documentos que finalmente se sancionan en el HCS de la UCN. La aplicación de estos reglamentos han generado una molestia especialmente cuando en la búsqueda de su aplicación no se considera la historia de los hechos que se pretende regular.

Para lo anterior los directivos del sindicato hemos manifestado en diversas instancias la necesidad de procurar una disposición mutua y oportuna en la entrega de información, que eviten los desencuentros e incomunicación que no conducen, ni benefician a ninguna de las partes, quién puede dudar que la comunicación  es a fin de cuentas movimiento de información esencial para una institución. Es más, es esperable que las autoridades de la UCN demuestren una mayor asertividad de las problemáticas administrativas en la disponibilidad de la información, con las cuales uno se encuentra especialmente en la falta de transparencia y cumplimiento de las normativas vigente en la contratación de personal académicos.

Resolver los puntos en conflictos requiere  de un marco de relaciones laborales que se sostengan en pilares de cooperación y confianza, pues no me cabe duda que la negociación  colectiva del 2017; se realizará metafóricamente, al interior de un barco en que todos estamos navegando, y por tanto nadie puede desear que su rumbo sea afectado por un requerimiento inusitado de las partes. Las autoridades universitarias deben promover “espacios sociales estratégicos”[9], que permitan fomentar la asociatividad, la creación de significados y empoderamiento de nuestra cultura comunitaria universitaria.

Un sindicato tiene entre sus misiones importantes atender a las condiciones laborales y remuneraciones de sus socios, sin dudas que esto tienden a ser problemas de compleja negociación, cuando las partes no tienen una mirada que construya un proyecto común, con un lenguaje que los acerque hacia una alianza de gestión que compromete a todos los que son parte de la cultura comunitaria.

Lo anterior demanda de las autoridades universitarias y dirigentes sindicales  superar la dicotomía de estamentos contrarios en negociación, por una actitud de alianza estratégica entre las autoridades universitarias y los recursos humanos de la comunidad universitaria. No puedo dejar de recordar que comunidad deriva de calidad de lo común, y por tanto no privativo de una parte de ella, una comunidad esta integrada por personas que existen porque hay comunicación y ello le confiere existencia como institución.


[1] Informe Final del Colegio Electoral – 2012, www.ucn.cl 

[2] Nussbaum Martha. Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades, katz, 2010

[3] Boaventura de Sousa Santos. La Universidad en el siglo XXI: Para una reforma democrática y emancipatoria de la universidad. CIDES-UMSA, ASDI y Plural editores, La Paz, Bolivia.2007.

[4] Derrida, Jacques. Universidad. Sin condición. Editorial Trotta Colección: Minima Trotta. 2010

[5] Boaventura de Sousa Santos. De la mano de Alicia: lo social y lo político en la posmodernidad. Porto, Afrontamento, 1994, Sao Paulo, Cortez Editora, 1995

[6] BENEDICTO XVI. Encuentro con los jóvenes profesores universitarios
discurso en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial Viernes 19 de agosto de 2011
vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2011/august/documents/hf_ben-xvi_spe_20110819_docenti-el-escorial.html

[7] Cardenal John Newman. The Idea of a University Defined and Illustrated: In
Nine Discourses Delivered to the Catholics of Dublin
http://www.newmanreader.org/works/idea/

[8] Brunner, JJ. 2009. Educación Superior en Chile. Instituciones, mercados y políticas gubernamentales (1967-2007) Santiago. Ediciones Diego Portales


[9] Landerretche, O. 2016. Vivir juntos. Economía, política y ética de lo comunitario y lo colectivo. Debate Penguin. Random House. Santiago.