"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Friday, March 19, 2010

Una mirada a la Europa actual
Francisco de la Fuente Vásquez

Realmente he tenido que hacer un esfuerzo para asimilar esta Europa del 2010, aún no logro visualizar una identidad que se puede esperar del espacio europeo, en términos de la unidad. De hecho parece que aún no se supera el dilema al cual fueron enfrentados por ese expresidente estadounidense que tristemente recordaremos como parte de la historia que nos tocó vivir, elegir entre condenar la dictadura de Sadam Husein o la guerra de Irak. En lo personal en temas políticos por lo general no me hace gracia que se me enfrente a la inflexibilidad de dos disyuntivas, y cuyo análisis crítico en esta oportunidad además no comparto.

Quizás mis expectativas eran demasiado optimista de ver esa Europa que tenía la oportunidad histórica para mostrar una opinión diferente a lo que había venido haciendo desde la posguerra, respecto a mantenerse alineado con la política exterior estadounidense. Para mi fue este el momento en que los dirigentes políticos europeos no estuvieron a la altura de las circunstancias, y terminaron socavando la posibilidades de levantar la identidad de una Europa unida no sólo por aspectos económicos; como lo es hoy por hoy, sino que unida por una bandera común en la cual se viera representa la libertad, la justicia, la tolerancia y la democracia.

Si recordamos el discurso de ese innombrable presidente norteamericano en esa quincena de Marzo del 2003, en el cual justificaba la intervención del gobierno de Irak por el hecho de que “el régimen iraquí continuaba poseyendo y ocultando algunas de las armas más mortíferas…” y además “prestado apoyo, entrenado y alojado terroristas, entre ellos a varios agentes de Al Qaeda…”. A la fecha de hoy la mayor parte de la información que se dispone es que no existen pruebas concluyentes que apoyen estas razones para justificar una invasión de los territorios de Irak.

Quienes estamos informados sobre el mundo islámico el sólo hecho de que haya existido una vinculación de Bin Laden con Husein, es algo que no se puede sostener ya que ambos diferían en sus visiones ideológicas en las prácticas ciudadanas del Islam. El error de esta política estadounidense es que no se combate el terrorismo iniciando una “cruzada” religiosa, ni menos atacando un país en particular, o al menos que este no haya sido un error pues para muchos con quienes compartí en su momento esto estaba plenamente justificado, olvidando que el propio Juan Pablo II desaprobó y condenó estas motivaciones religiosas.

No deseo perderme de mi tema de fondo y por ello no intentaré matizar las diversas ideas que actualmente se barajan para explicar lo inexplicable, sólo me referiré al tema de promover las democracias en el mundo, lo cual se ajusta a un aspecto que los europeos deben privilegiar en el desarrollo de su identidad. En el caso de Estados Unidos no me parece que sea un paladín creíble en este sentido, toda vez que no habiendo oro negro en la antigua Yugoslavia fue reticente hasta el dramatismo su intervención, y en su “patio trasero” por muchos años acepto y promovió la presencia de dictaduras militares en toda Latinoamérica, con consecuencias gravísimas en los derechos humanos de estos pueblos.

Cabe preguntarse si Europa seguirá el camino de alinearse en guerras preventivas, que más que desarrollar las libertades de los pueblos a decidir sus destinos; en todo caso cuando esto no afecte al prójimo, va hacer volver a los viejos imperialismos o neo-fundamentalismo llevando como convicción que su religión es la mejor de todas, o en definitiva va a dar un paso hacia una identidad que privilegie la libertad vinculada a la aceptación de la diversidad, a la justicia y a la tolerancia con las diferentes formas de vida y comportamientos de la humanidad.

Intelectuales europeos como Jorge Semprún han dicho al respecto que: “es un error, y además no resulta productivo, mantener la idea de una Europa basándose sólo en los valores cristianos. Es evidente que el cristianismo y Europa están interrelacionados en una época de la historia; pero ahora Europa, es la democracia”, y el mismo Edgar Morin respecto al Islam en Europa: “hay un Islam europeo. Hay un Islam europeo en Alemania, con los turcos; hay un Islam europeo muy antiguo en Bosnia-Herzogovina y Kosovo, y todos los países que eran del antiguo imperio turco. En España hubo un Islam durante ocho siglos y también lo hubo en Europa con la dominación turca. Así que hay un Islam europeo. ¿Qué sentido tiene no reconocer a Turquía? Mucha de la resistencia proviene de la idea de que Europa es algo así como una propiedad del cristianismo. La democracia no es cristiana: viene de los griegos; la ciencia no es cristiana; la Europa moderna no es cristiana. La idea de laicidad se encuentra en otras civilizaciones. Así que creo que la idea de hacer de Europa como una ciudadela cristiana es una idea equivocada”.

No obstante lo anterior debo revindicar a Tzvetan Todorov cuando nos señala que “los países europeos , todos ellos, son herederos de una civilización que se estableció en el continente hace más de veinticinco siglos, en Grecia y posteriormente en Roma. Todos están marcados por la religión cristiana, que se afirmó en continuidad y en oposición al judaísmo y el Islam. Todos se beneficiaron de un desarrollo tecnológico común, iniciado en el Renacimiento, y algunos de ellos, en el siglo XVI, emprendieron conquistas coloniales por todo el mundo, antes de ver, cuatro siglo más tarde, cómo los antiguos colonizados acudían a vivir con ellos a las antiguas metrópolis. Y los europeos no quieren ni pueden olvidar todos estos ingredientes de su pasado, ni muchos otros que también han contribuido a formarlos: viven en medio de un paisaje profundamente modificado por el trabajo humano, en ciudades cuyo origen se remonta a miles de años atrás y entre monumentos y vestigios que forman parte de su identidad”.

Quizás si intentamos guiarnos por la opinión de Claudio Magris nos encontraríamos que: “si quisiéramos definir una líneas tradicionales de lo que puede caracterizar una cultura europea, ante todo habría que hablar del acento puesto en el individuo. A diferencia de otras grandes civilizaciones que subrayaron la totalidad, las religiones europeas, en definitiva el hebraísmo y el cristianismo, se plantearon en el problema de la salvación individual. Hoy en día, a pesar de creer o no en una sustancia, el protagonista es siempre el individuo… incluso en la filosofía de Kant proclama al individuo como el fin y nunca como el medio. Y en la literatura el individuo es el protagonista de todas las historias ..”

Aunque me es difícil pensar una Europa a través de un denominador común que no sea otro que su moneda, lo cual me lleva sostener de manera similar a Magris cuando afirma: “Soy muy pesimista a medio plazo y sigo creyendo que será muy difícil llegar a una verdadera cohesión. Será necesario renunciar al principio de unanimidad porque la democracia no es unanimidad. La democracia se decide por la mayoría. Sólo el totalitarismo o el fascismo suponen que todos estén de acuerdo. Habrá que potenciar las autonomías , en un sentido concreto y técnico. Desafortunadamente, Europa, tras haber sido amenazada por los totalitarismos, esta ahora amenazada por los particularismos. Es una postura cerrada porque ven sólo los intereses de una pertenencia étnica. Hay que salvaguardar el particularismo. Pero no a costa de enfrentarlo”.

Finalmente como latinoamericano me parece importante rescatar la experiencia de unidad de los jóvenes de diferentes países europeos, en particular recuerdo una vivencia personal ocurrida el año recién pasado durante una pasantía que realice en la Universidad de Deusto en Bilbao, donde tuve la oportunidad de comprobar los beneficios integradores que trae consigo el Programa Erasmus, considerando la cantidad de jóvenes que gracia a este programa cruzan las fronteras de sus países natales, con una facilidad de la cual ni siquiera se dan cuenta, de hecho he podido comprobar personalmente que se hace tan natural la integración, que a la hora de alimentarse en los comedores de los colegios mayores, se encuentren sentado entorno a una mesa un austriaco, un belga, un alemán y un griego por nombrar algunos, lo que demuestra que hoy día en Europa las fronteras son de tipo social y cultural más que geográficas.

Sinceramente pienso que esto genera una idea de fuerza tendiente a dar sentido a la identidad europea, ejemplo que los latinoamericano sería un buen ejercicio considerar, y no sólo esperar que se superen las diferencias en la construcción de nuestra unidad a partir del logro de una base sustentada exclusivamente en la actividad económica. Al finalizar creo oportuno en este sentido recordar lo señalado por Jürgen Habermas: “El reconocimiento de las diferencias , el reconocimiento mutuo del otro en su alteridad, puede convertirse también en la marca de una identidad común”, y me pregunto porque no la identidad nuestra como latinoamericano, que evidencia un mundo joven para una vieja Europa.