"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Sunday, February 28, 2010

Lo pensé, atravesé la puerta y no el puente.

Francisco de la Fuente Vásquez

Este fin de semana me he acercado a las orillas del Guadalquivir, observando lo crecido que viene su cauce dejando sus estragos allá arriba por la zona de Jaén, es que es este un río, como todos los ríos que han dejado que ocurran historias de variado tipo, que a veces aunque se asoman como parecidas, pues no son las mismas. De paso, ha venido a mi memoria aquella que cuenta García Viñó, sobre esa ocasión en que algunos delfines danzaron ante la Torre de Oro de esta ciudad andaluz, lo que habría dado la oportunidad para que se conocieran los padres del gran poeta Antonio Machado, quién nació en el Palacio de Dueñas no lejos de este río de Sevilla.

Es que el Guadalquivir tiene su encanto que para mis sentidos es poético, y por ello me dejo arrastrar por el canto de Machado el insigne poeta sevillano: Sobre la clara estrella del ocaso/ como un alfange, plateada, brilla/ la luna en el crepúsculo de rosa/ y en el fondo del agua ensombrecido/ El río lleva un rumoroso acento/ de sombra cristalina/ Bajo el puente de piedra, ¡Lento el río/ que me canta su nombre, el alma mía/ quiere arrojar a tu corriente pura/ la ramita más tierna y más florida/ que encienda primavera/ a los verdes almendros de tu orilla!/….

Debo confesar que me hace bien este Machado, porque me trae recuerdos de juventud de las didácticas tertulias animadas por los farmacéuticos en las antiguas tras-boticas. Por cierto, cada uno en su tiempo Machado con Almazán en la localidad de Baeza y yo con Robles y Anguita en la ciudad de Talca.

Los tiempos pasan y los ríos lo saben pues ellos también nacen y mueren en sus desembocaduras, pues sus corrientes van hacia allá hasta donde las aguas se salan, al encontrarse con la muerte a lo igual que la vida humana con su final de enterramiento, salobre para los que no han tenido tiempo para aprender a morir….. por ello es que me agrada vivir cerca del mar, para que una vez llegado el momento de mi muerte ya este habituado a lo salobre, y así mi dulce manantial gestacional sea un buen recuerdo de vida, de armonía, de felicidad de paz al comprender que no habrá más sol y luna que esperar.

Más aquí me encuentro parado al medio del Guadalquivir sobre el puente de la Barqueta, dialécticamente pensando como ambas orillas se muestran separadas aunque ligadas por el puente, razonando que son nuestros sentidos los que ven dos orillas ante una naturaleza que es un todo, por ello es que la voluntad humana la une estéticamente por un puente para que nuestros ojos puedan sentirla como una sola. Vuelvo mis pasos hacia la Alameda de Hércules encontrándome con la Puerta de la Barqueta, y como dice Simmel no es lo mismo una puerta que un puente, ya que la puerta ponen una articulación entre el espacio del hombre y todo lo que esta afuera del mismo, es como una frontera que el ser humano construye, pero con libertad de abrirla con el fin de superar ese límite conciente para ir más allá. Quizás la gran diferencia Simmeliana es que un puente liga lo finito con lo finito, en cambio una puerta liga lo limitado con lo ilimitado.

Traspaso la Puerta de la Barqueta en dirección a mi morada mientras cae la lluvia, que lava y arrastra estos pensamientos hacia el Guadalquivir, más confío que mientras me alejo de esta frontera aparecerán ilimitados pensamientos que buscaran otros cauces de ríos……..

Aunque he seguido escribiendo se que han pasado muchas horas sin publicar. Decisión que ha sido un acto personal conciente, que no ha estado ajeno a que algunos de ustedes me han conminado a seguir depositando mis comentarios en este blog, y otros no han tenido tiempo como dice Coco Legrand para decírmelo. Así que, al traspasar la puerta lo he pensado, y he terminado por convencerme tras la lectura de estos versos del poeta Rainer María Rilke, que comparto:
Amo de mi ser las cosas oscuras, /en las cuales se ahondan mis sentidos; /en ellas, tal como en añejas cartas,/ hallé mi vida diaria ya vivida,/ superada, hecha lejana leyenda./ De ellas sé que tengo espacio para una/ segunda vida, anchurosa y sin tiempo.