"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Friday, April 10, 2009

Crónica Chilena de una crisis del Medicamento anunciada
Francisco de la Fuente V.


Cuando observo la actual situación planteada sobre la posible colusión de precios por parte de las cadenas de farmacias, me pregunto por qué las autoridades tanto en el ámbito público y privado, y particularmente en el primero olvidan evaluar el entorno socioeconómico que nos rige actualmente. Pareciera ser que ambos hubiesen aceptado el planteamiento del neoliberalismo, de un pensamiento único en el cual no existe otra alternativa que la planteada Smith, Hayek y Milton Friedman.

¿Acaso la crisis actual del mercado farmacéutico no tiene que ver con esto? Personalmente pienso que nuestros dirigentes políticos y empresarios han dado por sentado que este mundo sólo puede ser gobernado por un sistema de mercado. Por ello nadie se cuestiona sobre la necesidad previa de analizar si dicho sistema beatificado por neoliberalismo, es aplicable a la accesibilidad de los medicamentos por la población en las farmacias comunitarias.

Parafraseando al estagirita no puedo resistirme hacerles a dichos dirigentes tal como Sócrates lo hiciera en su oportunidad a los poderosos de su época, la siguiente pregunta: ¿Tienen conciencia de lo que están haciendo y de las consecuencias que ello puede acarrear? Podemos tener la esperanza que son hombres buenos que se apegan en este sentido a la respuesta de Platón que “Nadie es malvado voluntariamente”, o quizás debamos recordar la carta del apóstol Pablo a los romanos (Rom 7,18-19), cuando nos recuerda “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” y continua “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”, ¿Será esta la situación de quienes hoy tienen que decidir sí los medicamentos son un “bien social” o un “bien económico”?

Tengo la impresión que hoy en el mundo intelectual en su gran mayoría no es un misterio, que los gurú del neoliberalismo apelando al progreso científico y tecnológico han convertido su visión teórica en normas prácticas, en sus perspectiva de ver la realidad, llevando sus reglas ideales hacia regularidades reales, proclamando un mundo economicista entregado a la propia lógica de la venerada ley del más fuerte, en otras palabras a la ley del mercado. Para ello han creado un lenguaje cuyos conceptos se autodefinen de acuerdo a las necesidades de conservación del sistema económico, tales como la impostergable “globalización” que ha permitido; a decir de sus defensores, la maximización de beneficios para la humanidad, obviando reconocer otro fin que no sea el acrecentar y concentrar riquezas, en manos de unos pocos privilegiados, sin considerar los costos ambientales y sacrificios humanos.

Nuestros dirigentes políticos parecen alienarse con los amos de las finanzas para hacernos creer a través de las conocidas técnicas de manipulación, como las encuestas y el marketing publicitario, que vivimos en un mundo en el cual a partir del fin de la historia de Fukuyama, no tenemos más alternativa que el trazado por Hayek y sus seguidores, que apoyados por personajes como la “Dama de Hierro” o el Actor-Presidente con su “Guerra de las Galaxias” y del mismísimo Bush con su lucha contra el terrorismo, nos han entretenido con ello para asegurar un mundo de libertad; la cual sólo es formal para gran parte de los habitantes del planeta, mientras se orientaban a eliminar la civilización asociada al “Estado de Bienestar”.

Hoy los dirigentes de nuestro país se entretienen con “una crisis chilena del medicamento anunciada”, donde la discusión esta centrada en la accesibilidad a un “precio justo” dentro de un sistema de libre mercado, en el cual se debe cuidar la “sana y perfecta competencia”, lenguaje que en definitiva nos esconde a los usuarios la verdadera problemática, de que nuestro país no cuente con una política del medicamento que defina de una vez por toda si lo consideraremos un “bien social”; como recomienda la Organización Mundial de la Salud, o lo dejaremos que dependa de las leyes del mercado, entregado como un bien económico más.

Para asegurar dicha accesibilidad nos ofrecen Almacenes Farmacéuticos y venta de medicamentos en supermercados, como si desconocieran que con ello sólo cambiará el tipo de comerciantes, lo que incluso puede no ocurrir dada la propiedad de los supermercados en Chile. Por tanto, estas medidas no tienen en caso alguno puesta la mirada en la “Sra. Juanita” pues no aseguran que siga el abuso con los precios. No obstante, que con esto se promueve la creencia popular de que el medicamento es sólo otro bien de consumo, enmascarando que potencialmente tendremos más patologías y muertes debido a la automedicación y a la drogadicción, mientras la definición de una política del medicamento puede esperar.

Claro está que mientras tengamos un país manejado por economistas que aseguran con fe ciega que su ciencia es exacta, y que los equivocados somos los fans de la Sra. Juanita, que creemos que sus modelos matemáticos no incluyen todas las variable que son relevantes en la toma de decisiones sobre cuestiones humanas, como son el caso de creer que existe similitud cuando accedo “libremente” al mercado para adquirir un bien por necesidad imprescindible o por un simple deseo de lucro.

Por otro lado, hace bastante tiempo que venimos observando a nivel nacional e internacional, como el estado ha tenido que salir a salvar la banca financiera por su actitud inescrupulosa dentro de un sistema de libre mercado. Es así, que me parece inaceptable y de poca rigurosidad que se nos engañe con la confección de listados de productos farmacéuticos, para mejorar la accesibilidad, sin informarle a la ciudadanía su aspecto de riesgo sanitario. Además la autoridad no debe centrar la accesibilidad a los medicamentos exclusivamente en un problema del precio, olvidando entre otras cosas la calidad y /o bioequivalencia cuando propone listado de productos para ser ubicados en góndolas.

Una de las soluciones debe pasar por que el ente fiscalizador gubernamental que debe hacer cumplir en la farmacias comunitarias de cadena el rol del profesional Químico Farmacéutico, respecto a ser un Director Técnico de la Farmacia y no el Jefe o administrador de ella, se engaña a la ciudadanía cuando se desconoce que existen reglamentos sanitarios que no se fiscalizan adecuadamente y no se advierte la falta de recursos profesionales para hacerlos cumplir. Parece sospechoso por decir lo menos que las autoridades políticas obvien todo aquello que implique destinar recursos, a propuestas que buscan dar soluciones a través de farmacias dependientes de municipalidades, Servicios de Salud e incluso el crear instancias financieras que permitan a Farmacéuticos instalarse en lugares geográficos urbanos, en los cuales la población no tiene la tan prodigada accesibilidad.
A su vez, tampoco se plantea en nuestra dirigencia política la necesidad de tener una Política Nacional del Medicamento que tenga entre sus objetivos el respetar la dignidad del paciente, regular la producción, marketing y promoción farmacéutica, promover la equidad en el acceso a medicamentos seguros, eficaces y de buena calidad, como el debido uso racional de los medicamentos, en lo cual cobra gran importancia la farmacovigilancia y atención farmacéutica.

Finalmente los ciudadanos de este país debemos comprender que no es de la benevolencia de las Cadenas de Farmacias que esperamos nuestra mejoría terapéutica, sino de sus acciones de sus propios intereses. Por eso considero relevante señalarles a los empresarios dueños de las cadenas de farmacias, algunos de los “Principios de la mesa Caux” , recordándoles que “la responsabilidad de las empresas se extiende más allá de los accionistas hacia todas las personas involucradas en el negocio, y por ello esperamos el respeto por las reglas y prevención de operaciones ilícitas".