"Veritatis simplex oratio est"

Séneca

Saturday, January 10, 2009

¿Qué hacemos con China? Aprendemos de Confucio o Mandarín
Francisco de la Fuente V.

Es evidente que el crecimiento económico de China durante los últimos veinticinco años la han transformado en un país poderoso, y no nos cabe duda que como nación tendrá una influencia significativa sobre todas nuestras vidas en los años venideros. Quizás debiéramos empezar por recordar que ya se cumplen 60 años de que las últimas tropas del nacionalista Chiang Kai-shek, terminaron por refugiarse en Taiwán y así MAO dió paso a la creación de República Popular China, con su revolución cultural incluida, por mucho que a esta altura del siglo XXI parezca una reliquia fragmentada y en gran parte anticuada, aunque todavía invocada en cierta medida por los líderes Comunistas de China, pero con una la mirada pública casi eclipsada por visiones de un pasado distante.

Un pequeño botón de muestra es que desde hace ya un par de decenios el libro más vendido en china es "Las Analectas de Confucio", y no como uno puede esperar el Libro Rojo del compañero Mao, que de alguna manera u otra se ha ido alejando de la vistas de los herederos de la Revolución Cultural. Cabe preguntarse que tiene que ver el camino revolucionario de Mao con los derroteros confucianos que los chinos han tomado.

Confucio fue una personalidad históricamente comprobable, que nació hacia el 551 AC, y presumiblemente murió en el 479 AC a la edad de 72 años. Vivió la mayor parte de su vida en el estado de Lu, que hoy se conoce como la Provincia de Shandong . En ningún caso su origen fue el de un aristócrata, más bien se le puede considerar como un erudito que logró convertirse en un burócrata de nivel medio. Apasionado por la música y la poesía, le gustaba la historia y la práctica de los ritos. Aunque podemos convenir que procuró definir y practicar el arte de gobernar en términos de resultado debe ser recordado como un hombre conciente de sus defectos y carencias de estadista. No obstante, su paciente actitud de sabio como los destellos de su ingenio agudo permitieron que sus discípulos nos legaran un conjunto de sus refranes en un texto fragmentario, que ya hemos nombrado como las Analectas de Confucio, en el que podemos encontrar discusiones sobre la política, la moralidad, obligaciones, la conducta, y la responsabilidad con la familia, los cuales muestran un testimonio de su persona visto desde su perspectiva hace aproximadamente dos mil cuatrocientos años atrás.

Confucio en su camino de seis etapas moralmente definidas, en las cuales evidencia la necesidad de esforzarse en niveles diferentes con esfuerzo y perseverancia, lo cual registra claramente en las Analectas cuando nos dice que a los quince años, puso su corazón sobre el estudio. A los treinta, encontró el equilibrio por los ritos. Con cuarenta, era libre de la duda sobre él. En los cincuenta, entendió que su vida tenía un sentido. En los sesenta, alcanzó la armonía de su ser, para en los setenta, seguir las directrices de su corazón sin sobrepasarse.

Los tiempos en que Confucio transitó por la historia fueron de sumo complejo, con altibajos intelectuales y con estados compitiendo por la hegemonía de China. Su vida podríamos asemejarla a la de un estudiante de política, y considerando a su vez de que él tenía pocas ilusiones sobre la capacidad de contener a la gente de sus obsesiones. De hecho las Analectas buscan imponer la moralidad y vivir con las reglas de la virtud.

En los siglos posteriores a la muerte de Confucio, aún después de la muerte del Emperador Ch'in, las Analectas de Confucio se constituyeron en una especie de canon, constantemente referido como comentario de culto. Agregase que con la estandarización creciente de la lengua escrita de China y el crecimiento de una clase de burócratas entrenados, estos trabajos constantemente eran copiados y difundidos, convirtiéndose en una formalidad consultiva de los gobernantes chinos a través del tiempo, ya sea para aceptar o discrepar generando la necesidad de crear nuevos argumentos de perspectivas completamente diferentes.

Occidente tomo contacto con las ideas de Confucio principalmente a través de los misioneros jesuitas Católicos que primero entraron en China en los años 1580, logrando aprender la lengua china y trabando amistad se convierten en la élite china intelectual. Ellos pronto descubrieron la complejidad de la admiración china para Confucio y se forzaron a enfrentar el nudoso problema de si la adoración supuesta de Confucio, promovida por la educación estatal preparaba a los estudiantes para los rituales avanzados de la adoración en un sentido teológico o era simplemente una expresión de homenaje a un individuo excepcional del pasado remoto de China

Hacia 1911 con la caída de la última dinastía y la fundación de una república, el ataque sobre el sistema de creencia Confuciano y la influencia del paradigma occidental, incluyendo una persecución estatal de sus ideas las cuales continuaron luego de la revolución a partir de 1949, para derivar en una transmigración extraña como es el caso que encontramos en el nuevo en el discurso de la actual China, con un Confucio que emerge y genera la resurrección de los estudios clásicos de textos más complejos, marcados por el hecho relevante que fue la muerte de Deng Xiaoping como el sucesor de Mao.

Que las actuales apertura a la idea confuciana no tengan una intervención de las autoridades gubernamentales chinas, sinceramente no me parece lógico lo cual nos lleva a preguntarnos, que razón han tenido en mente para permitir esta permisividad administrativa y política, en el resurgimiento de la tradición china de la mano de los renovados discípulos de Confucio. Ciertamente que éste pregonó ciertos elogios para uno de sus Discípulos predilecto, el joven Zi Gong el cual era un comerciante, aunque también manifestó lo moralmente no deseable que era buscar el beneficio en sí mismo por sobre la integridad y las virtudes.

Quizás debamos atisbar que esta apertura sea una estrategia para mostrar a los interesados en China, y en particular a los países de la civilización occidental para que sientan a primera vista que la China de hoy, no ha destruido su precioso pasado, permitiendo además dar mayor sustentabilidad intelectual y moral a la alicaída economía comunista a nivel global, porque una cosa es clara la sociedad China no puede ser considerada como confuciana, lo que ocurre hoy en ese país es que el ciudadano esta leyendo más los textos de Confucio, teniendo como objetivo superior la búsqueda de la armonía social, o como sostienen algunos intelectuales este renacer confuciano viene a llenar un vacío, si es que éste realmente ha existido en la era maoísta.

En definitiva si China realizó y nos impresionó con los actos inaugurales y de cierre de los juegos olímpicos, a pesar de los problemas con el Tibet, y además sus productos y turismo se abren al mundo me parece recomendable aprender de Confucio y especialmente mandarin.