Christine Musselin nos señala que en las últimas décadas las universidades se han visto afectadas por un incremento de los sistemas competitivos —desde la competencia por estudiantes, por presupuestos y hasta la competencia por académicos—, a su vez su complejidad ha evolucionado generando la aparición de “Universidades de Investigación”.
Así mismo, estas competencias se plantean desde la perspectiva de la calidad, mayor organización y equipamiento, dependiendo cada vez más de criterios de evaluación impersonales. Por cuanto, en nuestro país no parece extraño que la Fiscalía Nacional Económica de nuestro país ha emitido un informe sobre la educación superior, en el cual define a las universidades como instituciones que compiten entre ellas por clientes - en definitivas nuestros estudiantes - que en una lógica neoliberal se desenvuelve entre la oferta, la demanda y la eficiencia. Es decir, estas son empresas comercializadoras de educación superior que se desarrollan en un contexto de aranceles y matrículas - precios - y regulaciones dudosamente efectivas. Es más, para la FNE como toda empresa demanda menos control y transparencia.
Cabe en primer lugar preguntarse si es una institución económica la que debe definir que es lo que una ciudadanía espera de una institución educativa tan importante para el desarrollo estructural de un país, especialmente en el ámbito científico y de la innovación tecnológica. Si partimos del consenso sobre lo que se concibe por universidad y su misión a lo largo de su evolución histórica, no es aceptable que esta sea una empresa en un mercado sociocultural.
Hay que recordar que las universidades son instituciones educativas reguladas por el Estado, que benefician a la sociedad mejorando las capacidades y habilidades de quienes se integran a la vida laboral, a través de la creación de conocimiento y su vinculación con su entorno cultural con el objetivo de beneficiar la sociedad. Esta misión la universidad la ha mantenido con una tradición que alcanza más de 10 siglos, que no se correlaciona con un quehacer comercial, sino como una entidad sin fines de lucro con responsabilidad social.
En el transcurso de este año 2025 que termina el país esta en medio de campañas presidenciales y de renovación del parlamento, llama la atención que los distintos candidatos casi han obviado profundizar temas que son importante para la ciudadanía, poco se debatido sobre propuestas que nos permitan saber cómo cada uno de ellos se compromete a mejorar la educación, la salud y la justicia.
Desde Smith pasando por Malthus conocemos que el crecimiento económico corresponde a un aspectos central, y que la investigación de las causas y sus consecuencias son esenciales para el desarrollo y el mejoramiento en el bienestar de la población. Hacia 2018 Paul Romer recibió el Premio Nobel de economía por demostrar el papel de la innovación tecnológica como motor de crecimiento a largo plazo.
Las universidades son instituciones fundamentales en el desarrollo científico, tecnológico e innovación lo que hace necesario que quienes asumen responsabilidades políticas, tengan presente la necesidad de generar una estrategia de largo plazo en I+D, promoviendo el aumento de recursos, comprometiendo la participación de los sectores públicos y privados. Estamos muy por debajo de alcanzar actualmente el porcentaje del PIB y su indicador de gasto en I+D, respecto de los países de la OCDE, con los cuales nos solemos comparar.
Si en términos de la economía política del crecimiento actualmente hemos abandonados el modelo de Solow – que incluía un aporte exógeno - para pasar a introducir una nueva concepción sobre el crecimiento desde la perspectiva de la economía política en la teoría del crecimiento endógeno. En palabras simples el crecimiento se alcanza desde el interior de la sociedad, y de aquí que sea tan importante la contribución que pueden hacer las universidades para promover un cambio estructural del sistema productivo del país, superando el actual modelo de desarrollo de explotación de los recursos naturales, por otro que promueva el emprendimiento, destinando mayores recursos para desarrollo científico y tecnológico del país.
Las universidades sin dudas son muy importante para lograr este objetivo de desarrollo de I+D, y de aquí que sea necesario que la misión de las universidades sea valorada desde una perspectiva de su aporte en creación de conocimiento, innovación y formación en las humanidades de profesionales cualificados. Al mismo tiempo las universidades seguirán sufriendo tensiones entre sus misiones tradicionales y las presiones de los mercados modernos que le generarán diversos desafíos de gobernanza en entornos cada vez más complejos.
Quizás sea oportuno recordar que el pasado mes de octubre, se cumplieron sesenta año de declaración “Gravissimun Educationis” sobre la educación cristiana, la que “recomienda con interés que se promuevan universidades y facultades católicas convenientemente distribuidas en todas las partes de la tierra, de suerte, sin embargo, que no sobresalgan por su número, sino por el prestigio de la ciencia, y que su acceso esté abierto a los alumnos que ofrezcan mayores esperanzas, aunque de escasa fortuna, sobre todo a los que vienen de naciones recién formadas”.
Esta declaración nos llama a no olvidar el compromiso social que la Iglesia asume en la formación de profesionales, que promuevan las ciencias y especialmente en las naciones nuevas y que ofrezcan esperanza en desarrollo de oportunidades para los jóvenes. Hacia 1990 Según la encíclica Ex Corde Ecclesiae, nos recuerda que el deber de una Universidad Católica, es el de garantizar institucionalmente la mirada cristiana en el mundo universitario ante los problemas de la sociedad y de la cultura.
Esta mirada desde la Iglesia nos permite afirmar que dada la tradición y la misión las universidades no son empresas que deban valorarse desde la perspectiva que nos propone la Fiscalía Nacional Económica.
Biografía
- Christine Musselin, Nuevas formas de competencia en la educación superior, Revista Socioeconómica , Volumen 16, Número 3, julio de 2018, Páginas 657–683, https://doi.org/10.1093/ser/mwy033
- Engwall, Lars y D. Eleanor Westney, 'La industria de la educación superior: difusión y desafíos de las universidades' (22 de mayo de 2024) , en Matthias Kipping, Takafumi Kurosawa y D. Eleanor Westney (eds.) , The Oxford Handbook of Industry Dynamics ( edición en línea, Oxford Academic , 13 de octubre de 2021- ) , https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780190933463.013.32 consultado el 11 de noviembre de 2025.
- file:///Users/kdelak/Downloads/Dialnet-TeoriaDelCrecimientoEndogenoEconomiaPoliticaYEcono-4935005%20(1).pdf
- https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_gravissimum-educationis_sp.html
- https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_constitutions/documents/hf_jp-ii_apc_15081990_ex-corde-ecclesiae.html






